It's all over now, baby blue
«¿Cuánto tiempo pasará antes de que alguien fuera de los nacionalismos periféricos haga cuentas, como llevan ellos décadas haciendo, y tome nota de lo caro que sale el experimento?»
Hace varias entregas escribí por aquí que habría indultos a los presos del procés, y que después de los indultos vendría la «mesa de diálogo» y, con toda probabilidad, alguna «consulta» pactada. Hubo quien se enfadó, pero es mal negocio apostar contra la desfachatez de Sánchez -que es como decir del PSOE realmente existente-: los indultos se anunciaron la misma semana que se publicó el artículo; de la mesa de diálogo se empezó a hablar de nuevo por aquellas fechas; y la idea de una consulta estatutaria ya ha comparecido también gracias a Iceta e Illa. Iceta ha añadido que Cataluña es la única comunidad con un estatuto «diferente al que votaron sus ciudadanos»; porque mentalmente nunca han salido de aquellas manifas encabezadas por Montilla, y porque el arrepentimiento que nunca llegaremos a ver no es el de los condenados por la trama procesista, sino el del PSC y su filial de Ferraz.
La mesa de diálogo viene además con otro regalito que no mencioné pero que siempre sobrevuela la conversación cuando hablamos de «soluciones» para el tema catalán: el pacto fiscal. No hay ninguna evidencia de que un cupo a la vasca vaya a cambiar el hecho central del nacionalismo catalán, a saber, que varios millones de catalanes no quieren compartir país con el resto de españoles ni con la propia mitad de los catalanes; pero entre una cosa y otra, Iceta y todos los Icetas que en el mundo son piensan que pueden seguir pateando la lata hasta la siguiente parada; y a nadie le amarga un dulce. Cuestión distinta es que el engendro pasase los trámites necesarios, pero dada la coalición progubernamental de facto nada es imposible -la paradójica esperanza del 78 sería entonces, quizás, el PNV, que sabe hacer cuentas. Y si no, siempre se puede provocar un conflicto de legitimidades como en el anterior Estatut. Après moi, le déluge, dice Iceta; y Sánchez ni les cuento.
Los cantos del pacto fiscal se producen después de un par de años de machaque con la fiscalidad madrileña por parte del complejo industrial-periodístico socialista, y coinciden sobre todo con otro hecho en apariencia más lejano pero quizás más relevante: el nuevo acuerdo de pensiones. Un acuerdo que deroga en parte la reforma del PP de 2013, recupera el índice del IPC (una cosa de nada, en torno a 2,5 puntos adicionales del PIB hasta 2050), suspende el «factor de sostenibilidad» (¡hablábamos de patadas a la lata!) y constata que parte del déficit de la caja correrá por cuenta de los PGE -de momento, unos 20.000 millones por «gastos impropios»; en la práctica ya se verá. Se consuma un nuevo palo intergeneracional y se pospone la cuestión de la sostenibilidad del sistema, a ser posible hasta que gobiernen los fachas. Forget the debt you’ve left, they will not follow you.
Así las cosas, existe una probabilidad mayor que 0 de que en las próximas décadas sólo queden en el régimen común dos de las tres comunidades que actualmente contribuyen a la caja autonómica -y eso contando con que Baleares no siguiera la senda icetista también llegada su hora. Si sumamos el agujero de las pensiones, entre otros, lo que queda es un estado inviable en lo económico pero quizás aún más en lo político; con la redistribución quebrada casi por completo entre territorios y generaciones y una suerte de colonialismo inverso sobre la supuesta metrópoli, que recibirá diputados pero no impuestos. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que alguien fuera de los nacionalismos periféricos haga cuentas, como llevan ellos décadas haciendo, y tome nota de lo caro que sale el experimento? You must leave now, take what you need, you think will last / But whatever you wish to keep, you better grab it fast.