Nada ha cambiado
«Pese a los cantos elogiosos de los que necesitan de una transformación del universo abertzale, nada ha cambiado»
Arnaldo Otegi, como coordinador general de EH Bildu, y Arkaitz Rodríguez, como secretario general de Sortu, salieron a escenificar un paso más del proceso de reconversión de la izquierda abertzale después de la disolución de ETA. En el palacio de Aiete de San Sebastián, ambos leyeron la Declaración del Dieciocho de Octubre. Quiere la casualidad histórica que fuera otro dieciocho, en este caso de Brumario, el que le sirvió a Marx para escribir una de sus frases más célebres: «Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de añadir: una vez como tragedia y la otra como farsa». Y, en el fondo, eso es lo que sucedió ayer.
La declaración comienza alabando a ETA. Como traslucen todas y cada una de las frases del punto 1, debemos estar agradecidos. ¿Por qué? Porque ETA nos dejó de matar y aterrorizar. Los terroristas demostraron un «sólido liderazgo» en este proceso. Menos mal que estaban allí. Eso sí, el éxito es de todo el «pueblo vasco». Tampoco hubo ni trampa ni cartón, como nos recuerdan en el segundo punto. Y es que la izquierda abertzale siempre cumple con su palabra. Aunque se hacen un lío al explicarnos lo que ha sucedido: nos indican que no había cálculo táctico, pero que tuvo un «inequívoco carácter estratégico». Y todo para volver a transitar por el mismo lugar común en el que llevan años. El documento habla de reconocimiento y de reparación, con una mención específica a «las víctimas causadas por la violencia de ETA». Y lo que han subrayado todas las noticias: «sentimos su dolor, y desde ese sentimiento sincero afirmamos que el mismo nunca debió haberse producido, a nadie puede satisfacer que todo aquello sucediera, ni que se hubiera prolongado tanto en el tiempo».
Pese a los cantos elogiosos de los que necesitan de una transformación del universo abertzale, nada ha cambiado. En 2018, la propia banda terrorista en su Declaración al pueblo vasco sobre el daño causado ya había señalado lo mismo e, incluso, en algunos momentos parece un autoplagio descarado de aquellas palabras. Pero la realidad contradice este tercer punto. Solo hace falta atender a los homenajes cotidianos a etarras aunque, en ocasiones, se quieran encubrir con diversos ropajes. Los puntos 4 y 5 son una prueba evidente: hablan de presos políticos y de un conflicto que se debe resolver. El trasfondo continúa con el oscuro aroma de antaño. Nada ha cambiado. Porque, aun dejando de matar, siguen siendo uno de los principales peligros que tiene nuestro sistema demoliberal. Por eso quieren destruirlo. Otra cuestión es que, por intereses partidistas, haya quien no quiera verlo.