Pluralismo, o cómo se mueven izquierda y derecha
«Incluso antes de la Guerra Civil se hablaba de izquierdas y derechas en plural»
Aun antes de nuestra Guerra Civil se hablaba de «izquierdas» y «derechas». Hoy hemos suprimido el plural. Quizá de modo no consciente, eso quiere decir algo: vemos como un bloque ambas ideologías y estamos olvidando las diversas ramas o variaciones que en ellas hay. La socialdemocracia o lo que se llamó «eurocomunismo», no son igual que el comunismo leninista, que no aspira a lograr el poder a través de las urnas, sino por «asalto». El poder se toma, no se consigue: ningún socialista demócrata suscribiría eso. La CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) no era una formación totalitaria sino demócrata. No eran el franquismo. Prueba, su líder José María Gil Robles estuvo muchos años en el exilio. Creo que una mirada somera a lo que hoy son «derecha» e «izquierda» nos haría ver que, como todo en la vida, las ideologías se mueven, no son estáticas. Con todo, perviven dos básicos pilares fundamentales: la Izquierda -en bloque- se presenta como detentadora de todo lo que sea igualitarismo, libertad y progreso, que debe ser mejora permanente en la vida del ciudadano. Y se entiende que la Derecha es, ante todo, tradición, orden y jerarquía en los valores. Sin embargo, en la práctica, en lo que vemos ahora mismo, eso no es ya tan exacto. Creo que el primer problema de la izquierda hoy -el tiempo corre más que sus cambios- es que sigue usando referentes que la Historia ha inutilizado. Los socialdemócratas de verdad, siguen negándose (con razón) a asumir hoy a Lenin, Stalin, Mao, Che Guevara, el castrismo o el régimen de Venezuela. Porque esos nombres o poderes crearon dictaduras férreas, tremenda falta de libertad y pobreza. No hace tanto la caída del muro de Berlín, o el asesinato de Ceacescu, el dictador rumano, linchado con su mujer, por la gente, demostraron que no era una leyenda reaccionaria lo que decían los rusos que huían, y hoy los tantísimos exiliados cubanos o venezolanos… La China de hoy está muy lejos de la de Mao, pero nadie diría que es el paraíso de la libertad. En Holanda se vive mejor que en China. Sin embargo, muchos populismos de cariz comunista y revolucionario (Podemos, en España) nunca critican, es decir, aceptan una historia de represión sin libertad. Olvidan la Historia por interés.
La Izquierda no es un bloque monolítico, aunque hoy Sánchez necesite para mantenerse en el poder que la Izquierda aparezca sin fisuras, aunque tenga muchas. La Derecha tampoco es monolítica, y es más, la derecha en general se ha renovado saqueando el campamento de la izquierda, sin que esta se haya del todo percatado. Por ejemplo, «libertad» en casi todos sus sentidos, fue término patrimonial de la izquierda. Pero ya no es tan obvio si la derecha dice «socialismo o libertad» y pone como ejemplos de agresión a esa libertad al Che o a Fidel Castro. Todas las revoluciones comienzan con un sano apetito de libertad y justicia igualitaria y todas son pronto traicionadas por la burocracia de partidos absolutistas. Lenin y más Stalin traicionaron la Revolución de Octubre, y Castro y su parentela traicionó lo que gente esperaba de la Revolución de 1959. Igualdad (término de la Revolución Francesa) debió entenderse como igualdad de oportunidades para todos, que no importen familia o fortuna, pero nunca confundirse con el igualitarismo populista. No, todos no somos iguales y no vale lo mismo la opinión de un sabio que la de un sandio, por aludir a un muy viejo refrán -está en Nebrija- y que hoy la mala política hace bueno: «Los sandios hacen los banquetes a los sabios». La vieja «jerarquía» de la derecha no sirve, pero sí vale (y mucho) mantener y apostar por la excelencia, posible para todos, pero excelencia. ¿Debió la Universidad renunciar a la excelencia en el saber? Nunca, pero en gran medida ha renunciado. Son sólo apuntes y queda mucho por dirimir. Baste saber que «izquierda» y «derecha» son conceptos que se mueven y que hoy por hoy la derecha, en general, es menos «derecha» que antes y que la izquierda (muchos de cuyos postulados la derecha va asumiendo lentamente) necesita soltar lastre de mitos obsoletos y poner distingos en una casa que es y debe ser plural, como todo. Pluralismo es la voz más humana.