Canet y la revolución imposible…
«¿Es la infamia de Canet el punto de inflexión del cual saldrá la recuperación de una democracia de libres, iguales y solidarios?»
La siniestra persecución al niño y a su familia en Canet de Mar en estos momentos quiere abrir una ventana de esperanza, y eso merece una reflexión serena y en profundidad. Tal parece que podríamos haber llegado a ese punto en que se cumpliría el aforismo de Mao: una sola chispa puede incendiar toda la pradera. En efecto este lamentabilísimo suceso no es el primero ni el segundo de su especie; yo mismo llevé a una madre de Balaguer al Parlamento europeo hace seis años para que contara su dolorosísima experiencia y acabó entre sollozos confesando que tuvo que cerrar su negocio y cambiar a sus hijos de colegio por los intolerables escraches, el amedrentamiento y la opresión despiadada organizada por activistas separatistas infiltrados en asociaciones de padres, sindicatos o lo que fuera… utilizando a niños para acosar a niños, con el beneplácito de las autoridades separatistas. En todo punto vomitivo. Y ha habido más, y la opresión, intimidación y acoso impunes a los ciudadanos no separatistas lleva estando a la orden del día desde hace lustros en Hispano Cataluña, y creciendo. Véase lo que sucede con los cortes sistemáticos en la Avenida Meridiana. Siempre se ha mirado para otro lado y la actitud de los Gobiernos de España, de todo pelo y pluma, ha sido de total abandono o directa complicidad con esos bárbaros actos totalitarios. (Recuerden al ínclito Zapatero afirmando que le parecía muy bien que se persiguiera a los comercios que no rotularan en catalán). Sin embargo algo podría indicar que hubiese llegado la gota que ha colmado el vaso, ya sea porque, en este momento, la indignación se manifiesta abiertamente, incluso a nivel nacional, ya sea porque una parte de la ciudadanía parece organizarse para luchar por sus derechos civiles, ya sea porque algún partido que fue cómplice se ve impelido a actuar en el Parlamento Nacional, ya sea porque hay una sentencia insoslayable del Supremo detrás o ya sea porque en época de crisis la cólera instintiva contra los abusos explota más fácilmente. Y, sobre todo, porque se va perdiendo el miedo que paraliza desde años a la Cataluña Cispirenaica como denunciara, también en Bruselas, un Catedrático de una Universidad barcelonesa. Me alegro por los luchadores incansables que llevan más de un decenio en la brecha, contra viento y marea, batiéndose para restablecer los derechos civiles, el Estado de derecho en la región y, sencillamente, para recuperar sus libertades constitucionales. Saben que han contado, y contarán, con mi ayuda, pero necesitan mucha más solidaridad activa por parte de muchísimos más ciudadanos que pierdan el miedo… o el confort. Nos la jugamos todos, como siempre.
Pero, ¡detente, corazón, que nos pierdes! Observemos que la reacción se produce mucho más a nivel de fibra sensible que a nivel de razón. El maltrato a un niño hoy en día, afortunadamente, es ya demasiado y hace aumentar la presión. Esta situación tiene de positivo que delata lo peor de lo que está acaeciendo en la Cataluña Citerior, como denuncio a menudo, y que es la permisividad o connivencia con la persecución totalitaria y racista a una enorme cantidad de ciudadanos en la región catalana. Pero hay dos hechos fundamentales inaguantables que siguen sin provocar la rebeldía necesaria en cualquier democracia europea. El primero es la obscena desaparición del Estado de derecho con sistemático incumplimiento despreciativo de las normas y/o de las decisiones judiciales por parte de las autoridades regionales, que, recordémoslo, son autoridades del Estado. Esto puede ser menos vomitivo a flor de piel que maltratar a un niño, pero es lo que permite hacerlo y es de una gravedad letal. Pero tal parece que la sociedad española se haya encallecido y no aspire ya a recuperar los valores democráticos. Y el segundo es el impasible aturdimiento frente al discurso absolutamente Goebbelsiano de las autoridades del Estado (ministros Grande-Marlaska, Alegría, vicepresidenta Díaz, presidente Sánchez) que pretende hacer recaer la culpa sobre las víctimas. ¡Según el Gobierno la familia de Canet, e, implícitamente, el Tribunal Supremo, serían responsables de la ruptura de la convivencia en Hispano Cataluña y de la utilización política de los idiomas y de la escuela para aumentar la discordia! Y lo suelta así con toda soflama y sin despeinarse. ¡Son las familias oprimidas que reclaman sus derechos constitucionales y civiles las que usan de ellos para romper la convivencia en Cataluña! Como los judíos eran los enemigos de Alemania… Esto, desde la razón y por puro conocimiento histórico, solo puede producir asco y mucho temor, pero parece producirlo en muy poca gente, en muy pocos votantes. O los impulsa a la resignada abstención.
Y todo esto nos lleva a esa esperanza inicial que comentábamos, ¿Es el sufrimiento de la familia de Canet el detonante de esa revolución (¡Nunca cruenta!) que desmantele todos los hábitos y las estructuras totalitarias y de lesa democracia que se han instalado en España? ¿Es la infamia de Canet el punto de inflexión del cual saldrá la recuperación de una democracia de libres, iguales y solidarios?
No nos engañemos, con la inmensa mayoría de los politicastros que tenemos y a los que Uds. votan, o a los que llevamos votando todos desde 1996, es imposible. Es como votar a Fernando VII…