THE OBJECTIVE
Fernando Fernández

Economía: señales equivocadas

«La política económica de este Gobierno parece perseguir que usted no se entere mucho de lo que le espera»

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Economía: señales equivocadas

La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño. | Europa Press

Hace mucho tiempo ya que la teoría económica descubrió el poder de los incentivos para afectar al rumbo de las cosas e influir en la evolución de la actividad y la creación de empleo. La moderna teoría del crecimiento y desarrollo, de los años sesenta del siglo pasado, se basa precisamente en diseñar reglas, incentivos e instituciones adecuadas. Así se articula la política económica en una economía de mercado desde entonces. Pero algunos parecen haberse quedado anclados en los tiempos de las intervenciones administrativas y los precios fijados por decreto. No hace tanto que en España los precios de todo tipo de bienes, desde el pan hasta la gasolina y el dinero, el tipo de interés, eran fijados en el BOE. La conveniencia y la cercanía política hacían y deshacían fortunas permitiendo desde importar mercancías hasta acceder al crédito y los ansiados dólares. Da la impresión de que algunos miembros de este gobierno añoran esos tiempos pasados que tanto lamentan políticamente. Tanto que parecen empeñados en que los volvamos a vivir.

La inflación y la guerra de Ucrania han cambiado el escenario económico. Reconociendo todas las incertidumbres actuales, el Banco de España le ha intentado poner algunos números a la situación. El crecimiento previsto se rebaja un punto este año y el que viene y se dobla la proyección de inflación. Unas previsiones nada halagüeñas que me atrevo a señalar están en el rango optimista de las de los analistas privados. Y a años luz de las del gobierno, que contra toda evidencia sigue minimizando el impacto y considerando prematura la revisión del escenario. Se acoge a un detalle técnico, lo hará cuando tenga que presentar sus previsiones a Bruselas. Otra vez la excusa europea para hurtar información a los españoles y retrasar su obligado cambio de política económica. Como si Europa fuera incompatible con gobernar.

Como economista esta insistencia en retrasar el reconocimiento de la realidad me preocupa mucho, porque manda señales profundamente equivocadas a los agentes. Y así alimenta las presiones inflacionistas, genera desconfianza, erosiona la necesaria credibilidad del país y sus instituciones, y terminará alargando la crisis y facilitando la recesión. Como analista político me confunde, porque no le encuentro más explicación que una desmedida confianza en la capacidad de marketing y propaganda, en la telegenia de su presidente y su control del relato, y en unos medios y una sociedad civil convenientemente anestesiada con los fondos europeos. Pero acabarán despertando con la violencia y el rencor de los que han sido estafados. Algo deberíamos haber aprendido ya, porque la realidad es indiscutible, somos más pobres y estamos quedándonos rezagados en la recuperación. Como europeísta confeso me asusta, porque estamos jugando con fuego y la opinión pública española puede rápidamente sustituir su querencia por una Bruselas que ha sido el tío de América que pagaba los  gastos por un profundo rechazo a unos calvinistas hombres de negro que nos imponen ajuste y austeridad. Ya lo hemos visto antes, y no hace mucho.

Si la política económica va de señales, ¿cuáles son las que manda la respuesta del Gobierno en su ampuloso plan de choque de respuesta a la guerra? Primera, que España era un oasis de prosperidad y crecimiento hasta que Rusia invadió Ucrania; que nuestros males económicos se deben todos a Putin. Segunda, que la inflación es un problema puntual en los precios de la energía, que se debe a la manipulación del sistema por unos avaros e insolidarios empresarios del sector. Tercera, que el contagio inflacionista se evita con la intervención de precios y la fijación administrativa de topes máximos en energía, alquileres y donde haga falta. Cuarta, que el gasto público es intocable, no hay espacio para mejoras de eficiencia ni despilfarro alguno, porque lo que no es gasto social es inversión necesaria. Y además para eso está el Consejo europeo, para aprobar un nuevo plan de solidaridad, y el Banco Central Europeo, para seguir comprando nuestra deuda y evitar que suba el diferencial.

Quinta, que este gobierno no va a dejar atrás a nadie y ha descubierto la indexación para garantizar salarios mínimos, pensiones, rentas mínimas y lo que haga falta. Da igual que nos hubiera costado treinta años desindexar y hayamos pagado un precio altísimo por ello. Sexta, que las subidas de impuestos serán necesarias, pero afectarán solo a los ricos y no disminuirán ni la inversión privada ni el crecimiento. Como si hubiera tantos ricos o no se pudieran ir, porque como en España no se vive en ningún lado. Séptima, que el empleo será indefinido porque se ha suprimido el contrato de obra y servicios, y estará garantizado por decreto porque se ha prohibido el despido. Y para los jóvenes que quieran acceder al empleo, paciencia que ya tenemos el subsidio de emancipación y habrá que reeducarlos porque eso de trabajar es de derechas. Octava, que las deudas bancarias no se pagan porque se extienden las garantías del ICO, se prorrogan las moratorias y los deudores pueden considerar esos créditos como una subvención a fondo perdido, que pagan a medias el Estado protector y los grandes beneficios de la banca. Novena, que la financiación autonómica está garantizada porque las comunidades son el soporte del Estado de Bienestar; y mientras se modifica el injusto sistema de financiación para que ganen todas, se aprobará si hace falta un nuevo plan de rescate que vuelva a ignorar la ley de estabilidad presupuestaria, esa cosa tan reaccionaria que ya nadie defiende. Y décima, que los empresarios no se preocupen que la seguridad jurídica está garantizada por la Fiscalía y si los organismos reguladores se ponen tontos y van por libre, les mandamos un recadito en forma de proyecto de ley que somete su autonomía a la disciplina oficial.

Podría seguir relatando las señales que emanan de la actuación de este Gobierno en materia económica, pero las dejo en diez para respetar la tradición judeocristiana. Y para mandar también yo una señal de que actuaciones inexplicables en otros ámbitos, como la educación, la justicia, la política exterior o las administraciones públicas tienen también consecuencias económicas. Porque deterioran la imagen país y alimentan un clima de mediocridad que debilita la respuesta necesaria a un entorno internacional y económico que se ha complicado mucho. Insisto, la política económica va de mandar señales y crear los incentivos adecuados. Lo han comprendido hasta los bancos centrales que en unos años han girado brutalmente desde el secretismo paradigmático de Greenspan, «si me han entendido es que me he equivocado», hasta la nueva estrategia monetaria del BCE que subraya el forward guidance como central en la formulación de su política. No se bien cómo traducir exactamente esa expresión, pero el mensaje está claro: la política monetaria quiere que usted sepa lo que le espera para que pueda adoptar las decisiones que considere más convenientes. Así ganamos todos. La política económica de este Gobierno parece perseguir exactamente todo lo contrario; que usted no se entere mucho de lo que le espera. A ver si así gano yo.

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