Mejor los sindicatos que Vox
«¿Por qué Feijóo prefiere a los sindicatos antes que a Vox? El gallego está jugando el papel de hombre de Estado»
La preferencia por los sindicatos ha sido una gran jugada de Feijóo. Suena raro, pero tiene sentido. El gallego juega una única baza: presentarse como el presidente en ciernes, que desea una vuelta a los buenos viejos tiempos. La nostalgia es mejor que la imaginación cuando el presente es desagradable.
Alberto Núñez Feijóo ha dejado plantado a Alfonso Fernández Mañueco. Su pecado ha sido pactar con Vox para mantenerse en el Gobierno después de celebrar unas elecciones que no quería convocar. Al gallego no le gusta Vox porque a la izquierda tampoco. Prefiere al PNV, como Rajoy. No importa que los nacionalistas vascos apuñalaran al entonces líder del PP en aquella moción de censura que entronizó a Pedro Sánchez.
En su defensa de la «política de adultos» no cabe Vox más que de atrezo, al igual que todo los productos de la nueva hornada, aquella que acabó con el bipartidismo desde 2014. En su particular regreso al futuro, Feijóo se vuelve hacia los viejos actores del sistema: el PSOE, las patronales y los sindicatos.
No ha importado el historial de corrupción de los sindicatos y su desapego al orden constitucional. UGT y CCOO fueron los que se manifestaron en Barcelona pidiendo que no se cumpla el 25% de español en las aulas. Feijóo se ha reunido con los dirigentes de un sindicato, UGT, que no ha pedido perdón ni rendido cuentas por el fraude de su federación andaluza, que se llevó 41,7 millones de euros.
Suma y sigue. UGT desvió el 64% de las subvenciones que recibió de la Junta de Andalucía entre 2009 y 2013. El Tribunal de Cuentas puso en marcha el procedimiento para embargar 49 sedes y locales de UGT, reclamando 9,7 millones de euros por las irregularidades en el caso de los ERE. Es preciso recordar que en el 2013 el paro en Andalucía llegó al 37%, mientras los ugetistas se lo llevaban crudo. No voy a hacer el chiste de las mariscadas, los burdeles y la droga porque ya está muy visto.
El secretario general de UGT Asturias, Justo Rodríguez Braga, fue condenado en 2019 a 2 años y 10 meses de cárcel por tres delitos de fraude en las subvenciones públicas. ¿De dónde sacó el ugetista el dinero para el fraude? De los cursos de formación para desempleados. En 2012, último año del timo, Asturias encabezó la subida del paro, cerrando el año con 114.100 personas sin trabajo.
Este mes de marzo la Fiscalía ha empitonado a una empleada del sindicato UGT Madrid y otros cuatro compañeros del puño y la rosa por desviar dos millones de euros. La madre de la empleada era diputada del PSOE en la Asamblea de Madrid, y su grupo la obligó a renunciar al acta por los presuntos delitos de su hija. Una barbaridad propia de totalitarios.
No pierdan de vista tampoco a CCOO. Yolanda Díaz se presentó en su sede al grito de «¡Presidenta! ¡Presidenta!», como líder del «nuevo laborismo»; es decir, en una alianza con este sindicato para encabezar la candidatura de Unidas Podemos o del futuro «Frente Amplio».
Hasta se oye que Unai Sordo, el líder de CCOO, será su número dos en la lista electoral. Todo muy legítimo, en serio, pero empieza a oler mal si a continuación Yolanda Díaz duplica las subvenciones a los sindicatos para darles 17 millones de euros en 2022. El incremento es cinco veces mayor que el de las pensiones o que el sueldo de los funcionarios, que llevan más de una década perdiendo poder adquisitivo como todo quisqui.
En la encuesta del CIS de 2021 sobre la confianza de los españoles en las instituciones, los sindicatos sacaban un 3,6%, los penúltimos de la lista. Esto significa que nadie confía en ellos.
Entonces, ¿por qué Feijóo prefiere a los sindicatos antes que a Vox? El gallego está jugando el papel de hombre de Estado, de presidente en ciernes al que faltan tres telediarios para llegar a La Moncloa. Las encuestas le sonríen. Incluso le dan por encima de Sánchez. Sabe que su punto fuerte es que los electores lo ven como un gobernante experimentado. Para eso escenifica una reunión con los agentes sociales como si fueran a firmar un pacto de Estado sobre empleo e impuestos, para que la foto y el relato llegue a la gente.
Mientras, Vox está ya ganado para la causa del presidenciable Feijóo. Santiago Abascal ya ha dicho que el gobierno de coalición en Castilla y León es un bonito ejemplo de lo que puede pasar en España. Se ha ofrecido gratis, y el electorado sabe que apoyará al PP tras unas elecciones generales. De esta manera ha desempeñado el papel que el nuevo líder del PP quería: abrir el abanico de figurantes que ven a Feijóo en la Moncloa. Gran jugada. Es muy listo. Usa gafas de sol «de noite e de día», que diría Os Resentidos.