THE OBJECTIVE
Enrique García-Máiquez

Qué favorece a Vox

«La presunción de utilidad para Vox se expande a cada vez más cuestiones»

Opinión
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Qué favorece a Vox

Santiago Abascal. | Europa Press

Cada dos por tres algún opinador nos chista: «¡Psch!». 

Manda callar porque esa noticia que se da, esa realidad que no se oculta o ese sentir que se transmite… «favorece a Vox». Sólo eso justifica un tupido manto, cuanto menos. Como lo dicen mucho y cada vez más, hay una primera conclusión: ¡qué de cosas favorecen a Vox! Más allá del síntoma de tanto favor de las circunstancias, este tic implica tres degradaciones públicas. Una, social; otra, moral; y la última, sí, de estrategia política.

Primero, nos muestra hasta qué punto la sociedad española está politizada hasta la coronilla. Como en el sueño de Foucault, todo es político, desde el estilo de la ropa que cada cual viste hasta el menú que uno pide en un restaurante o la mascota que cuida. Hace unos meses asistí a un acto poético donde varios jóvenes salían a leer en público. Era irremediable saber su adscripción política nada más oír cómo saludaban al respetable. Resultaba distópico.

Si todo es político, todo tiene su inmediata traducción partidista. No es nuevo. Lo vivimos, atónitos, el 11 de marzo de 2004, cuando España era una sociedad noqueada que asumía que si el atentado lo habían cometido unos terroristas beneficiaba a unos políticos y, si lo habían cometido otros terroristas, a otros políticos.

Recordando ese ejemplo no es difícil pasar a la degradación moral. No pienso que los que afirman que la detención de un criminal por la policía favorece a un partido político —a Vox— desean que no se le detenga. Pero se introduce un elemento extraño de valoración, que enturbia lo que tendría que ser un juicio ético unánime entre todos los españoles de bien. El añadido utilitario o electoralista nunca se debe poner tan cerca del juicio moral, porque contamina y enturbia. Conviene ser especialmente delicado en estas cuestiones si no queremos rebajar o enturbiar inconscientemente la ética pública compartida. 

Y eso, además de por la ética, conviene hacerlo por la política. En la medida en que se mezclan ambas esferas, se regala al partido político al que no se quiere favorecer la razón última que debería haberse mantenido impoluta y neutra. Es fácil de entender con el último ejemplo que está en la cabeza de todos. Si se subraya que la detención de un repugnante violador y asesino en grado de tentativa favorece a Vox, se transmite la idea de que es Vox el partido que más radicalmente está contra las violaciones y los asesinatos. Solo —se me puntualizará— si los cometen emigrantes. Ah, ¿sí? ¿Y dónde están las declaraciones de Vox diciendo alguna vez que una violación perpetrada por un español nacido en España favorece al PSOE o al PP?

La presunción de utilidad para Vox se expande a cada vez más cuestiones. La huelga de los camioneros favorece a Vox; la revuelta contra los precios del gasoil favorece a Vox; las mañas de Marruecos favorecen a Vox; la ruina del campo español…; el desprestigio de la justicia… De esa manera, la gente empieza a percibir que su irritación, que es indudable y basada, encuentra un eco en Vox. La relación se la dan hecha los que tratan de silenciarle o le miran con desdén o le chistan. Los del silogismo hacen, por tanto, la campaña a Vox, desarrollándole el argumentario y ahorrándole la inversión en propaganda. Lo que más favorece a Vox son los que nos advierten contra lo que favorece a Vox.

Hacer análisis de actualidad implica buscar tres pies al gato y estirar las consecuencias, lo comprendo; pero animo a hacer un esfuerzo de contención con los juicios sobre el favorecimiento a tal partido o a tal otro, al menos de los dramas más graves. España necesita un respiro apolítico, aunque sea sólo un suspiro. Encima, la probabilidad de meter un feísimo resbalón moral es altísima cuando se juega a ver la alargada sombra de un partido tras cualquier esquina. Y, por último, de propina, haces un enorme favor electoral a ese mismo partido que te espanta. Hay quienes todavía no se han dado cuenta de que cuando ellas expresan su rechazo tan visceral a una opción política están dando —por eso mismo— motivos para votarles.

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