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«Elías, te has equivocado»

«El proyecto tecnócrata y moderado de Feijóo pasa por no espantar a la izquierda ni a los nacionalistas camuflándose como uno más»

Opinión

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (i), y el consejero de la Presidencia, Administración Pública e Interior, Elías Bendodo. | Europa Press

  • Madrid, 1967. He sido columnista en Libertad Digital, Vozpópuli y El Español. Ahora escribo en La Razón y THE OBJECTIVE y hablo en Herrera en Cope. Soy profesor titular de Historia del Pensamiento en la UCM. Tengo unos cuantos libros de historia y política.

La supuesta metedura de pata de Elías Bendodo, ‘número dos’ de Feijóo, es la primera cuerda rota. Quedan dos, porque tres son los pilares sobre los que se asienta la simpatía del elector del centroderecha: la unidad de España sin concesiones al supremacismo de cualquier nacionalista, los impuestos bajos, y la ausencia de ingeniería social. Hay otros temas menores y particulares que atraen, pero ese es el tronco común.

El problema surge cuando esas cuerdas se estiran mucho para ser simpático al electorado descontento del PSOE o a los nacionalistas cansados de la bronca, y se rompe. Eso es lo que le ha pasado a Bendodo. Lo cierto es que sorprende la torpeza. Cuando un político va a una entrevista se la prepara, piensa con su equipo el titular que quiere lanzar, y los charcos en los que el periodista va a intentar ahogarlo. Para eso hay que tener no solo un equipo avispado, sino también muy claros los conceptos y el público al que se dirige.

¿No hubo nadie de su entorno que después de la entrevista y antes de que se publicara le dijera: «Elías, te has equivocado»? A veces un dirigente yerra, como todos, pero para eso tiene una tropa contratada que debe hacer algo más que aplaudir. Si no fue así hay una derivada preocupante: Bendodo usó palabras equivocadas, pero reveló el espíritu de su proyecto de acercamiento al nacionalismo.

La idea del regionalismo cordial, casi frizzante, de acompañamiento del plato fuerte nacionalista no acaba de explicarse bien. ¿Qué quieren decir? ¿Hasta dónde llega su comprensión con los «hechos diferenciales»? Si su propuesta, como ha corrido a rectificar Feijóo, es la indisoluble unidad de la nación española, ¿qué narices es eso de que cada autonomía es una nacionalidad?

Al elector del centroderecha no le gusta que se juegue con su identidad para que un partido consiga la palmadita de sus adversarios. No se trata de preservar una unidad de destino, o una historia, sino una comunidad política basada en la libertad y la igualdad donde no haya discriminación por el uso de lenguas o por tener un origen «foráneo». Ese votante está harto de sufrir el supremacismo nacionalista y sus chantajes. Es ya una cuestión personal. Colocar el regionalismo cordial de Feijóo en medio de esas reticencias es harto complicado.

El gallego rectifica porque Bendodo se ha extralimitado, pero el espíritu del proyecto es el que contó el andaluz. El nuevo líder del PP tiene el plan de regionalizar al partido, reforzar la identidad local de la marca, y sumarse al movimiento de defensa de lo particular. La «cordialidad» es introducir al PP en el extremo más moderado del imaginario nacionalista.

Ese acercamiento a los nacionalismos ya existía tanto en el País Vasco como en Cataluña. Defendían el concierto económico, la foralidad, los símbolos nacionalistas y la particularidad en supuesto peligro. El cambio que quiere Feijóo es que ese discurso no esté solo en los PP locales, sino en el PP nacional y que sea la retórica oficial.

Se trata de agradar a los nacionalistas usando sus palabras para introducirse en su mentalidad, como diría el psicólogo social George Lakoff. De ahí el error de Bendodo, que ha estirado tanto la cuerda discursiva para agradar que se ha roto, y ha estallado la mundial entre el electorado del centroderecha.

El proyecto tecnócrata y moderado de Feijóo pasa por no espantar a la izquierda ni a los nacionalistas camuflándose como uno más. De ahí que no importen las siglas, ni que el logo del PP en la campaña andaluza no sea más grande que la sombra de una mosca. Este proyecto lo aguanta de maravilla el papel, pero no admite errores porque las cuerdas, las tres cuerdas que citaba al principio, se pueden romper.

18 comentarios
  1. ToniPino

    No sé muy bien cuáles son los límites de la ingeniería social para Vilches. El PP ha asumido la parte más digerible para su electorado del progresismo cultural dominante, pues sabe que amplios sectores de la sociedad española tiene bastante aceptado el aborto, las relaciones homosexuales, el matrimonio homosexual, la eutanasia o la transexualidad, y en cualquier caso no son temas que condicionen el voto en contra de muchos de sus votantes, como ocurre también con la memoria histórica.

    No nos engañemos, las fosas comunes de la guerra o la ley LGTBIQ +, como que no hacen cambiar mucho la papeleta electoral, como a la hora de la verdad no importó a casi nadie la exhumación de Franco, y el PP lo sabe.

    Creo que el PP acierta renunciando a “dar la batalla cultural”, ya que sabe que la tiene perdida. La guerra cultural se la deja a Vox, que rentabiliza el voto moralmente conservador que se moviliza por estas cuestiones. Si el PP y Vox tienen que gobernar juntos, ya veremos la forma en que gestionarán sus diferencias en estos asuntos. Lo que tengo claro es que, como el PSOE y sus socios, el poder compartido no lo van a perder porque la transexualidad es esto o lo otro.

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