Piolines y otros complejos
«Hemos hablado demasiado sobre el barco de Piolín y muy poco de su porqué»
Con Saussure aprendimos que el lenguaje es un sistema autónomo o, si prefieren, autocontenido. No existe una relación natural entre significado y significante, lo que implica que las palabras carecen de un significado inherente. Si logramos comunicarnos a través de ellas es porque forman parte de un sistema relacional asumido por la comunidad de hablantes. Y un hablante particular, aunque sea Pedro Sánchez, no puede improvisar el significado de un término.
La versión apagafuegos del PSOE («el presidente no se refería a los agentes, sino a los barcos») no tardó en ser desmentida por Maldita.es, que documentó los usos previos del término en sede oficial. Resulta que «piolines» había sido empleado para referirse despectivamente a policías y guardias civiles por Maite Rivero Segalàs (JxCat), Jordi Castellana (ERC), Míriam Nogueras (JxC), Bernat Picornell (ERC), Dolors Bassa (ERC), Carles Riera (CUP), Gemma Espigares (ERC), Quim Torra (JxC), Albert Batet (JxC), Eusebi Campdepadrós (JxC) y Mònica Sales (JxC). Para evitar que su nombre se añada a la lista, el presidente debería disculparse por el error y no insistir en una semántica falsaria.
Quien sí acertó fue el Ministro Marlaska, que aprovechó la polémica para reprochar al PP que llevara a Cataluña a Policía y Guardia Civil «en condiciones indignas». Estoy de acuerdo: el entonces Ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, humilló a los agentes alojándolos en un barco ridículo. Sin embargo, hemos hablado demasiado sobre el barco de Piolín y muy poco de su porqué.
Al recordar la nefasta gestión del procés del Ejecutivo de Rajoy -desde el referéndum de 2014 hasta la aplicación del 155 en el otoño de 2017- hablamos demasiado de la incompetencia y poco de los complejos. Pero los complejos del PP explican muchas de sus decisiones, por ejemplo, que alojaran a la policía en un crucero infantil y no en fragatas de la Armada. Hallar el porqué de los complejos es más complicado, pero los del PP suelen tener su origen en el qué dirán: el Piolín fue una humillación, pero el PSOE no debería acusar al PP de actuar de manera acomplejada cuando es el principal promotor de sus complejos.
El PSOE de entonces no era el modelo de oposición constructiva y leal que se pretende proyectar. Quizá recuerden que Pedro Sánchez y Miquel Iceta, entonces Secretario General del PSC, trabajaban en una oferta política para Cataluña que evitara el «choque de trenes». Dicha oferta pasaba por una reforma de la Constitución donde se reconocieran «las aspiraciones nacionales» de Cataluña.
Pero dejemos el pasado estar. Si el Pedro Sánchez de hoy quiere denunciar el trato denigrante a Policía y Guardia Civil, no debe limitarse a denunciar los barcos de Piolín. Si de verdad le preocupa defender la dignidad de los agentes, debería enfrentarse a los grupos políticos que en 2017 promovieron la expulsión de cientos de agentes de hoteles en Cataluña. Son los mismos grupos que los discriminaron en la campaña de vacunación; los mismos que incitan el acoso a sus familias y claman por su expulsión de Cataluña. No lo hará, claro, porque cada cual tiene sus complejos y servidumbres.