El anti-rey Midas habita en Moncloa
«Aún no hemos empezado ni a vislumbrar cuánto daño puede llegar a hacer el peor Pedro Sánchez»
Aún no hemos empezado ni a vislumbrar cuánto daño puede llegar a hacer el peor Pedro Sánchez. Tiene sobrada autoestima para haberse soñado como el más dionisíaco rey Midas, pero su maldición no es la de convertir en oro aquello que toca sino la de degradarlo en herrumbe y desesperación. Si logra cumplir su amenaza de agotar la Legislatura hasta el último día (finales de diciembre de 2023), aún nos quedarían 18 largos meses de empobrecimiento agravado por el anti-rey Midas que habita en La Moncloa. Empobrecimiento económico, socio-político e institucional. No faltará detalle.
El empobrecimiento económico que causa la inflación ha hecho saltar las alarmas. De las pocas cosas indiscutibles que insinuó Sánchez en su comparecencia sabatina en Moncloa para explicar al mundo que él sigue al mando, la que ha pasado más desapercibida es su miedo a que la inflación pueda llegar al 14% o 15% antes de que acabe el año. Según su relato, sus medidas evitarán tamaña enormidad al dejarla 3,5 puntos por debajo de esas estratosféricas cifras, que mencionó expresamente. Es decir, nuestro anti-rey Midas ya da por descontado que la inflación superará el 10% este año… y quién sabe si podría rozar el 12%.
De momento, ya estamos en el 8,7%. Y eso equivale a haber perdido una de las doce nóminas de cualquier trabajador que tenga el salario repartido en doce mensualidades. Equivale a cobrar solo once pagas con precios del año pasado. Cuando la inflación llegó al 7%, ya perdieron una de las nóminas del año los empleados que tienen su salario repartido en 14 pagas. Y si, como teme Sánchez, la inflación llegara al 15%, la pérdida sería de dos nóminas (dos y pico para quienes cobran 14 mensualidades y casi dos para los que reciben su remuneración repartida en 12 pagas). ¡Una fiesta! Hagan sus cálculos. Es una sencilla regla de tres… sin perspectiva de género, eso sí.
¿Quién me ha robado mi nómina? Ha sido la inflación… junto a la subida de impuestos que acompaña a la inflación. Porque la inflación eleva -en frío- la recaudación de impuestos para la Administración, en especial engorda la del IVA (la de todos los impuestos indirectos). Es un exceso que cualquier Gobierno razonable optaría por devolver a los contribuyentes con una más que justificada deflactación de las tarifas. Pero no, mejor nos inventamos complejas subvenciones, que debamos agradecer a Sánchez, aunque su impacto para frenar la inflación sea más que incierto.
El segundo empobrecimiento es socio-político. El anti-rey Midas que habita en La Moncloa va a acelerar todos los excesos de la agenda de enfrentamiento político que patrocinan sus socios de Podemos -y de más allá. Se tratará de que ninguno dude de la conveniencia de seguir apoyándole en los próximos 18 meses. Mucha mesa de negociación en Cataluña, todo lo que pida Bildu, y que no falte ni una ley de ésas capaces de generar enorme desazón social: ¡Hasta la ley trans aprobará hoy el Consejo de Ministros!
Lo mismo da que el 19-J haya demostrado que el respaldo en las urnas de todas las izquierdas que quedan a la izquierda del PSOE está en caída libre y sin frenos. Sánchez les necesita, y así lo exhibió insistentemente este sábado: «Este Gobierno sabe muy bien para quien gobierna». ¿Para quién, exactamente? Pues -como dejó ayer aquí escrito el maestro Savater- para «la hez y el martillo».
El tercer empobrecimiento -el institucional- es incluso más grave que los dos letales precedentes porque afecta a las vigas maestras de nuestra democracia. Se trataría de dejar herrumbrado el edificio constitucional español y de ‘okupar’ todas las instituciones (y todas las empresas estratégicas) para que su más que probable sucesor (Alberto Núñez Feijóo) tenga que luchar contra un leviatán inmarcesible cuando llegue al Gobierno. Por eso no quiere pactar nada con Feijóo. Absolutamente nada.
Por eso al anti-rey Midas le importa tanto controlar el Tribunal Constitucional y el Consejo General del Poder Judicial. Por eso puso desde el minuto uno el CIS a su servicio y organizó un escándalo para resguardar a sus socios más afines al golpismo de todas las investigaciones del CNI. Por eso no le ha importado que conozcamos que Indra y Prisa comparten algo más que dos vocales… y una consonante. Por eso quiere que los órganos reguladores tengan de independiente, si acaso, la mañana. Por eso le estorba tanto el gobernador del Banco de España.
Por todo eso es tan dramático que aún puedan quedar 18 meses del peor Sánchez. Del que ya no puede reinventarse como inmaculado centrista porque los votos que le apoyan están en las antípodas de cualquier centralidad; de quien se sabe acabado pero no termina de encontrar ninguna salida de relumbrón en la esfera internacional que le permita poner pies en polvorosa. Siempre le quedará seguir la estela de su maestro, José Luis Rodríguez Zapatero, como embajador plenipotenciario de…
Quizá nuestro anti-rey Midas se ha afanado tanto en la ruptura de la equilibrada posición de España en el Magreb porque lo de Venezuela ya estaba pillado. Y quizá, solo quizá, todo esto explique su incomprensible trasluchada. Su impresionante pirueta desde el amoroso recibimiento al Aquarius, en sus inicios de hace cuatro años, al aplauso a la represión marroquí de la avalancha humana contra la valla de Melilla. «El asalto violento contra la integridad territorial de España», en palabras de Sánchez. «Si hay algún responsable, son las mafias que trafican con seres humanos», declaró el estadista. ¡Claro, como en el Aquarius!