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Claro que es el relato

«Lo que creo que nunca imaginó Alfredo es que su partido, la fuerza política bajo cuyo mandato se terminó con ETA, ejercería de colaborador necesario de los herederos de los terroristas»

Opinión

Alfredo Pérez Rubalcaba. | Álex Cámara (Europa Press)

  • Fundador y Director General de la compañía de consultoría estratégica Redlines.
    Ha dirigido campañas electorales tanto en España como en diversos países de América latina, y es analista político habitual en diversos medios de comunicación.
    Es autor de los libros : «Guía práctica para abrir Gobiernos» (Goberna, 2015), «Otro Gobierno» (Algón Editores 2012), y «Open Government – Gobierno Abierto» (Algón Editores, 2010).
    Le encantan los platos de cuchara, sufre con cada partido del Athletic de Bilbao y no se pierde un concierto de Los Planetas.

«Pues sí, algunos estamos tan empecinados en defender nuestro relato; al menos tanto como ETA y quienes les apoyaron en imponer el suyo. No debería resultarnos una tarea difícil, ya que el nuestro es la verdad: el único conflicto que ha enturbiado la paz y la libertad de la que los vascos y el resto de los españoles hemos disfrutado desde la Transición ha sido la existencia de ETA y sus crímenes. La única verdad es que la democracia española sufrió mucho, es cierto, pero acabó venciendo a los terroristas, que no alcanzaron ninguno de sus objetivos políticos. Esa es la verdad y la defensa de la verdad es algo que les debemos a las víctimas inocentes de una banda de asesinos».

El párrafo que acaban de leer forma ya parte de la historia de nuestro país, pertenece a la última columna escrita por Alfredo Pérez Rubalcaba en el diario El País y data de mayo del año 2018, es decir, un año antes de su muerte. Lleva por título una frase que, como muchas de las suyas, ha resultado ser premonitoria: «Sí, es el relato».

En ella, el gran arquitecto e implacable ejecutor del fin de la banda terrorista desde su puesto como ministro del Interior alertaba de que tras la derrota de ETA, los causahabientes de esta organización criminal iban a tratar de imponer la narrativa que más conviniera a sus intereses políticos, un relato falsario con el que tratarían de convertir lo que no fue otra cosa que una derrota policial y política sin paliativos en un gentil, magnánimo y voluntario abandono floral de las armas.

Lo que creo que nunca imaginó Alfredo a pesar de su demostrada capacidad de pensar a largo plazo es que su partido, la fuerza política bajo cuyo mandato se terminó con ETA, ejercería de colaborador necesario de los herederos de los terroristas para aprobar una Ley de la memoria democrática que excluye los crímenes de estos pero incluye los (sic) «crímenes franquistas hasta 1983», es decir, una ley que califica por un lado como «franquistas»  la transición, la amnistía y hasta al primer gobierno de Felipe González y por otro compra el relato de estos tipos, una narrativa vehicular que va a dificultar (si no impedir) que las nuevas generaciones de vascos y vascas conozcan la insoportable realidad de un periodo histórico en el que en su tierra, que es la mía, unos desalmados mataron a más de 800 personas para imponer su pensamiento etnicista, totalitario y supremacista. 

Un relato que además proporciona gasolina a las dos narrativas más falsas, peligrosas y polarizadoras que sobrevuelan nuestro país: la primera la de los intrépidos guerrilleros que siguen luchando contra Franco 48 años después de la plácida muerte del sangriento dictador y la segunda, la de los valientes patriotas que sin haber puesto un solo pie en Euskadi durante los años de plomo, quieren derrotar a ETA 11 años después de su seppuku a base de frases hechas e hipérboles barrocas.

«Sería imperdonable que tras tanto sufrimiento sean ellos quienes ganen el relato y consigan imponernos una visión falsa e interesada de la historia»

Como bien contaba Alfredo en su artículo, «el 20 de octubre del año 2011, ETA, acorralada por las fuerzas de seguridad y aislada social y políticamente, declaraba el final de la lucha armada; reconocía su derrota»; sería imperdonable que tras tanto sufrimiento sean ellos quienes ganen el relato y consigan imponernos una visión falsa e interesada de la historia, algo a lo que el PSOE del futuro, el que emerja -si es que emerge- tras el reinado absoluto de Pedro Sánchez, tendrá muy difícil sobreponerse y que ya ha manchado para siempre la impecable hoja de servicio de un partido que ha sido determinante en el fin de terror a cambio de unos pocos votos coyunturales en el congreso, unos votos que además solo van a servir para alargar la agonía de un gobierno en fase terminal.

Post scriptum: originalmente esta columna se iba a titular La memoria del PSOE a cambio de unos meses más en la Moncloa: la macabra transacción de Sánchez, pero me pareció que era un poco largo.

10 comentarios
  1. RossGranda

    Si yo fuera afilada del PSOE, me daría de baja inmediatamente. Porque el bochorno de ver que los socialistas, con tal de seguir agarrados al asiento, pactan hasta con el mismo diablo (Otegui) es imposible de soportar y admitir.

  2. Manijero

    Una vez más, estos que nos quieren imponer «su» relato, están ahí porque alguien les ha votado. No son hongos espontáneos.
    Sabíamos muchos que esto podría pasar, como que la «crisis zapateril» vendría si se imitaba su deriva política y económica.
    Ahora, lo tenemos corregido y aumentado. Con los herederos de los asesinos además, enseñándonos democracia…
    No hay mucho más.
    Si el español continúa con su clásica desidia y pereza moral para enjuiciar a sus gobernantes, escuchando las sirenas de la ideología buenista, pues ahí lo tiene y lo tenemos los que rechazamos y condenamos esa política y proceder.
    A ver que aprenden los muchos que les votaron…

  3. Benito

    La verdad de Rubalcaba es que el chivatazo del Bar Faisán que evitó la detención de varios etarras se dio por orden del PSOE, para que las negociaciones con ETA no terminaran.

    Ese es el relato que los sociópatas quieren ocultar.

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