THE OBJECTIVE
Ignacio Ruiz-Jarabo

¿Hacia la recesión?

«Lo cierto es que nuestra evolución económica está dando la razón a los que hemos sido llamados catastrofistas y quitándosela a los triunfalistas»

Opinión
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¿Hacia la recesión?

Pedro Sánchez da una rueda de prensa. | Reuters

Ellos, los que ejercen de propagandistas de Sánchez, se han hartado de calificarnos como catastrofistas a los que venimos afirmando que la economía española no sigue la marcha triunfal que nos anuncia la sansirolé que ocupa la vicepresidencia primera del Gobierno. Sin embargo, los datos de empleo del mes de junio ya fueron un serio aviso, los de julio han sido francamente malos y en base a éstos y como informaba ayer THE OBJECTIVE, la previsión que realiza la Airef apunta a que en el tercer trimestre el PIB español disminuirá un 0,2%. De confirmarse como noticia, mala malísima, esta previsión, la economía española quedaría a un solo paso de entrar técnicamente en recesión. Ojalá no lleguemos a eso, pero lo cierto y verdad es que nuestra evolución económica está dando la razón a los que hemos sido llamados catastrofistas y quitándosela a los triunfalistas.

Es fácil hacer una apuesta sobre lo que dirán Sánchez y los suyos de confirmarse la previsión de la Airef. Apúntenlo: todo es culpa del contexto internacional y, a fin de cuentas, otros países han visto también reducirse su PIB. Como primera enmienda a esta exculpación, la contracción del PIB no es general, sucede solo en algunos países. Como segunda, no es lo mismo sufrir una reducción del PIB cuando ésta había superado ya el nivel previo a la crisis pandémica, que verlo disminuir cuando no ha recuperado el nivel pre pandémico, como sería el caso de España que, en esta cuestión, está a la cola de los países de nuestro entorno. 

Alcanzado este punto, es inevitable preguntarse por la causa de la debilidad de la recuperación económica española en términos comparativos. La respuesta no está en el viento como cantaba Bob Dylan, sino en los manuales de Economía. Entregados los instrumentos de política monetaria a la Unión Europea, la acción de los gobiernos nacionales se centra en la política fiscal. Mediante ésta, y de nuevo según los manuales, si quiere favorecerse el crecimiento económico, debe aplicarse una política expansiva que aumente la renta disponible en manos del sector privado, lo que requiere la reducción general de los impuestos. La opción contraria, subirlos, supone contraer la demanda agregada por el consecuente drenaje de la renta disponible en manos del sector privado lo que supone un freno al crecimiento.

No es necesario extenderse en demasía para evidenciar cual está siendo la política fiscal del Gobierno de Sánchez, pues es obvio que se trata de una política contractiva de libro. En sus cuatro años de Gobierno ha subido todos los impuestos, ha creado y está en trance de crear otros nuevos y, además, ha recurrido a la ignominiosa utilización de la inflación como impuesto. Ante semejante drenaje de la renta en manos del sector privado, no es casualidad que España esté a la cola del crecimiento económico en la etapa post pandemia, y no será casualidad si finalmente, como pronostica la Airef, vemos decrecer al PIB. En economía, como en la vida, los errores no suelen salir gratis.

«Se cumplirá o no el negro presagio de la Airef, pero lo que con toda seguridad no se cumplirá es la previsión de crecimiento del Gobierno»

Frente a lo expuesto, Sánchez, sus ministros y sus propagandistas afirman que el conjunto de las ayudas directas que ha puesto en marcha el Gobierno incorpora un efecto expansivo que compensa -incluso supera- el efecto contractivo que ha sido expuesto en los párrafos anteriores. No es así. Primero, porque el importe trasladado vía ayudas es inferior a la traslación inversa que está suponiendo la agresiva política fiscal implementada. Segundo, porque en general los destinatarios de las ayudas no están siendo los sectores productivos de la economía, constriñéndose aquéllas básicamente a los grupos de la población en los que la izquierda cree reconocer a sus votantes presentes y futuros. Como ejemplo del segundo caso, el poco edificante bono cultural joven.

Así las cosas, con un gobierno que yerra su política fiscal por haber decidido utilizar sus instrumentos en beneficio electoral propio, no cabe extrañarse sobre el futuro a corto plazo que espera a la economía española. Se cumplirá o no el negro presagio de la Airef, pero lo que con toda seguridad no se cumplirá es la previsión de crecimiento del Gobierno. Ni la incluida en el escenario macroeconómico utilizado en la elaboración de los Presupuestos Generales -por encima del 6%-, ni la anunciada posteriormente por la sansirolé Calviño que, rectificando la anterior, cifraba nuestro crecimiento para 2.022 en el 4,3%. Ya veis triunfalistas, el tiempo os quita la razón.

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