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Cataluña arría banderas

«La ‘mani’ de la Diada solo ha sido un ensayo, no demasiado brillante, pero tampoco tan malo como algunos auguraban»

Opinión

Celebración de la Diada. | Europa Press

  • Periodista. Pasé años dedicada a la gestión y a escribir en la intimidad. Mi patria son dos lenguas, el castellano y el catalán. Cualquier casa de ópera es mi refugio. Y Wilson, mi perro de aguas luso, me acompaña en los naufragios.

Me desperté el 11 de septiembre con pocas ganas de gestos, arengas y folclore patriótico. Salí con el café a la terraza y miré los balcones de enfrente, mi particular CIS: una estelada de inspiración cubana y una senyera de las de verdad, con las cuatro barras. Hacía una década que no contaba tan pocas banderas en la fiesta de la Diada

Me lancé a la calle. Mientras acumulaba pasos y subía mi media hasta los 10.000, noté que casi todos los barrios por los que pasaba estaban vacíos, sus vecinos se habían fugado a la playa. Regresaban aquellos años de Jordi Pujol y Pasqual Maragall cuando no había concentraciones multitudinarias llenas de fervor, gritos y promesas, cuando, como en todos los países del mundo libre, el día nacional era una sencilla y aburrida fiesta de guardar

Ni siquiera Sarrià, barrio conservador que lleva décadas votando mayoritariamente al nacionalismo, lucía pancartas con el épico lema de «Tornem-hi per vencer» (volver para vencer) promovido este año por la Asamblea Nacional Catalana (ANC) para celebrar ‘su’ Diada. De todos, desde luego, no era. Incluso los suyos se fueron a la torre de veraneo y olvidaron ponerse los lacitos.

La manifestación de la ANC reunió, según la Guardia Urbana, a 150.000 personas. «Sí, sí, estamos aquí», gritaron los socios o seguidores de la ANC y de Junts, entre ellos el alcaldable Xavier Trías y Laura Borràs, la expresidenta imputada del Parlament. ¿De verdad cree Trías, un señor de Barcelona, que los que se empeñan en gritar botiflers a más de la mitad de los vecinos son sus votantes? Su presencia en la concentración deja claro que Trías sopesa volver a ser alcalde. Es la baza de Junts, la única y mejor, para ganar en un bastión importante y protagonizar el primer episodio del retorno convergente.

De la concentración se mantuvieron bien alejados casi todos los políticos de ERC, lo que no impidió que en las marchas fueran acusados de traidores. En la concentración de la CUP, de los nietos del nacionalismo, se quemaron fotos de los presidentes Pere Aragonès y Pedro Sánchez. La tradición era lanzar a las brasas instantáneas del Rey y de Rajoy, pero los tiempos están cambiando

En la manifestación principal, la de la ANC, criticaron duramente a los partidos políticos independentistas y pidieron a gritos la dimisión del Govern. Curioso, porque en primera fila marchaban su vicepresidente, Jordi Puigneró, y el consejero de Economía, Jaume Giró. No había mejor estampa para evidenciar la desunión del Ejecutivo catalán. Está claro que Cataluña sufre el separatismo de los separatistas, pero apoyar una concentración contra ellos mismos roza el sainete.

Denuncian la agresión a una cámara de TVE en Barcelona durante los actos previos a la DiadaDenuncian la agresión a una cámara de TVE en Barcelona durante los actos previos a la Diada

Para redondear la fiesta, Dolors Feliu, presidenta de la ANC y militante convergente de toda la vida, pidió al Govern que logre «la independencia o convoque elecciones». Una asociación que no ha sido votada por nadie se atreve a dictar la hoja de ruta

Esquerra no piensa convocar nada, pero Junts ha pedido una dirección estratégica del independentismo, al margen de gobiernos e instituciones, a imagen y semejanza del llamado Estado Mayor de 2017 que se encargó de los preparativos del referéndum ilegal. Pedido concedido. Al ultranacionalismo siempre le ha gustado crear organismos paraoficiales.  El Parlamento, el Estado de Derecho y las votaciones con censos oficiales se interponen en su camino. Son un estorbo. 

«Los independentistas siguen a la suya, pero en la última Diada, muchos catalanes, hartos, arriaron banderas»

Seguimos viviendo en el mismo cuento de nunca acabar del procés, pero con elecciones acercándose y los partidos independentistas enfrentados, luchando por unos votos, los de ERC y de JxC, que salen del mismo granero, el de Pujol. Romper o no romper, encontrar el momento cierto, esa es la cuestión. 

Hablan de acercarse «a la calle» -como si la calle fuera la que ellos ocupan y no donde vivimos todos- y ganan tiempo. Conservar la cadireta (la sillita, el sueldo) sigue siendo una prioridad. Lo coherente y digno sería irse del Govern, pero las bravatas de los representantes de Junts limitan con la nómina de fin de mes. La mani de la Diada solo ha sido un ensayo, no demasiado brillante, pero tampoco tan malo como algunos auguraban. Quizás han conseguido asustar un poco a Esquerra.

La ausencia casi total de símbolos en calles y balcones me llevó a creer, por un día, que los tiempos habían cambiado, pero los gestos se han repetido: «Himnos, lemas, arengas, uniformes (este año las camisetas eran terriblemente negras), patria y más patria». O pueblo y más pueblo, el de los nacionalistas.

El independentismo desunido prepara la batalla, su batalla, no la de los siete millones de catalanes. ERC piensa en debilitar a Junts, y Junts en quitarle votos a su socio de Govern. Eso sí, unos y otros sacan pecho ante las cámaras de TV3 porque «ningún colegio catalán aplicará el 25% de clases en castellano este curso». Ha sido su único triunfo desde que no declararan la independencia en 2017. Los independentistas siguen a la suya, pero en la última Diada, muchos catalanes, hartos, arriaron banderas. 

9 comentarios
  1. Teleobjetivo

    » «ningún colegio catalán aplicará el 25% de clases en castellano este curso». Ha sido su único triunfo desde que no declararan la independencia en 2017.» Pues es un triunfo muy importante.

  2. ToniPino

    Puro análisis cortoplacista. Estos son meros altibajos con una importancia coyuntural. Ni la represión ni el diálogo acabarán con el nacionalismo/separatismo catalán. Esto es el cuento de nunca acabar. Los separatistas montaron su secesión, pseudosecesión o desafío al estado aprovechando la crisis política, económica e institucional de España. No lograron el apoyo internacional y hasta otra. Han sacado bastante de Sánchez, porque a éste le interesa fortalecer Frankenstein. Este bajón de apoyo a la secesión y el deshielo de Oriol no es el “esto es todo, amigos”. Es una parada técnica.

  3. danif

    La Vanguardia del 11 de septiembre, recoge en un artículo de Carles Castro con el título “ El ‘procés’ ha reducido el voto nacionalista al nivel de 1980” y en base a la evolución del voto en la Cataluña interior y la metropolitana , esta conclusión” El porcentaje de electores nacionalistas en el 2021 y que ahora a apuestan por la independencia supera en solo un punto el de hace cuatro décadas” . En 1980 , sumaba el voto nacionalista algo menos del 25% del censo ( 24,49%) y en el 2021 se quedó por debajo del 26% ( 25,93%) . El tope máximo lo lograron en 2017 con un 37,43%. lo que según finaliza el artículo “ Unas magnitudes que ponen muy difícil una mayoría secesionista en una teórica consulta”. Tal vez , esto explique la reducción del número de participantes en las manifestaciones y la poca probabilidad que adelanten las elecciones. El problema es que cuentan con cada vez menos legitimidad para ostentar la representación de todo el censo de catalanes.
    Los independentistas han gestionado muy mal el “ procés”.

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