¿El Gobierno de qué gente?
«Nunca ha abierto un Gobierno más dividido, con más rivalidades internas y menos afecto. Eso no gusta a la gente»
Entrevista de Pedro Sánchez en TVE, en el canal 24 horas, en prime time. No llega al 6% de audiencia, lo que causa sorpresa porque e trata nada menos que del presidente de Gobierno, hay docenas de asuntos de máxima actualidad, y además Sánchez está volcado un proyecto que titula con mucho bombo «el Gobierno de la gente». ¿De qué gente? Porque visto lo visto, o más bien visto lo no visto, parece que la gente, en su mayoría, no se siente muy cercana al Gobierno.
Rueda de prensa en Moncloa, en la que se pregunta a la ministra de Justicia por el famoso bloqueo de la renovación del Consejo General del Poder Judicial, las consecuencias para el Tribunal Constitucional, y el largo etcétera de cargos sin cubrir por estar el CGPJ en funciones. Aunque Sánchez, cuando quiere que sean elegidos algunos cargos, promueve una ley ad hoc y listo.
Pilar Llop arremete contra el PP, al que considera responsable único del bloqueo -latiguillo que forma parte diario del argumentario socialista- y añade que algunas veces coge el metro y el autobús y advierte la preocupación por ese bloqueo.
Sorpresa: la señora ministra viaja en metro y en autobús. Más: es una cotilla que escucha las conversaciones ajenas. ¿Qué autobuses y líneas de metro frecuenta Pilar Llop? Porque esta periodista que es usuaria habitual de esos medios de transporte, nunca ha escuchado una frase suelta que demuestre que la situación del CGPJ es algo que angustia a los españoles. Pero sí hay palabras sueltas que se repiten constantemente, como recibos, luz y lo que ha subido la compra. Y estos días, mucho, el precio de los libros del colegio.
Se puede superar un error clamoroso, un mal gesto como los del rey Carlos III cuando se llena los dedos de tinta, incluso se puede superar el elegir mal la pareja. Pero salir adelante tras hacer el ridículo es una tarea inconmensurable que pocas veces, por no decir ninguna, se consigue que pase al olvido.
En su afán de hacerse con «la gente», el presidente prepara una miniserie sobre su vida y milagros. Para mayor honor y gloria, no nos engañemos. Pero como parecía demasiado descarado, sus promotores explican que se trata de dar a conocer cómo funciona la presidencia del Gobierno. Bien. A ver el resultado, pero no hay muchos motivos para pensar que Sánchez quiera exactamente eso, y por muy buenos profesionales que sean los profesionales del reportaje, que seguro que lo son, hay motivos suficientes para pensar que el personal de Moncloa, y el propio presidente, querrán que aquello salga como a ellos les interesa. Y ya puestos, un apunte personal-profesional.
«Salir adelante tras hacer el ridículo es una tarea inconmensurable que pocas veces, por no decir ninguna, se consigue que pase al olvido»
Hace una treintena de años, Julia Navarro y una servidora, pensamos que era una buena idea explicar a los españoles cómo funcionaban las instituciones del Estado. Presentamos el proyecto a TVE, que lo aceptó y puso todos los medios para hacerlo. Entrevistamos a los presidentes de todas las instituciones habidas y por hacer, Gobierno, Congreso y Senado, Tribunal Constitucional y CGPJ, sindicatos, principal partido de la oposición, Tribunal de Cuentas, Consejo Económico y Social, Gobierno regionales históricos, y alguno más. Incluso al presidente del COI, Samaranch. Menos Casa Real, todos. Cada uno de su padre y de su madre, de un partido y de otro, e independientes. Con entrevista y explicaciones, en las sedes, de su funcionamiento. Pero que solo sea el presidente de Gobierno… canta mucho.
Y hablando de Casa Real, el ministro Albares pudo haber sido más prudente cuando, a las pocas horas de fallecer Isabel II, se le preguntó si acudiría el Rey Juan Carlos. Respondió que era un asunto que decidirían Casa Real y el Gobierno. Pues no. Y siendo ministro, y además de Exteriores, y además diplo, debería saber que determinadas cuestiones privadas de la Familia Real solo son competencia de la Casa Real. Como se ha visto.
El Rey Juan Carlos fue invitado porque era un familiar muy querido de la Reina Isabel, con la que mantenía una estrecha relación, de confianza. Como la Reina Sofía, cuyo padre era además primo del Duque de Edimburgo. Por eso, la Casa británica envió invitaciones al Rey Felipe y a la Reina Letizia y, también, al Rey Juan Carlos y a la Reina Sofía.
Don Juan Carlos lo pensó bien y decidió asistir. Y llamó a Doña Sofía para comunicárselo. Si no hay problemas de última hora, que se espera que no haya, coincidirán los cuatro en Westminster y el protocolo de la casa Windsor los colocará donde considere adecuado.
Gobierno de la gente. Los sondeos de estos últimos días insisten en que la gente no está muy por la labor de confiar en el Gobierno de la gente. Y dentro del propio Gobierno, hay gente y gente. Con mayúsculas y con minúsculas, con letra colibrí y new roman, con negritas y bastardilla.
Nunca ha abierto un Gobierno más dividido, con más rivalidades internas y menos afecto. Eso no gusta a la gente.