Un PP para todos los públicos
«La imagen de Feijóo como hombre moderado, que no se deja arrastrar por los más escorados, es útil para atraer el voto que deambula por el centro del tablero»
La manera más eficaz de convertirse en el protagonista de una fiesta es ausentarse con una mala excusa. Tu nombre se menciona, los corrillos especulan y te atribuyen motivaciones ocultas. Debe saberlo Feijóo, cuya ausencia en la manifestación del domingo en defensa del cumplimento de la(s) sentencia(s) del 25% le ha traído mayor foco mediático que a cualquiera de los asistentes. Es imprescindible, insisto, que la excusa sea mala, por ejemplo, una Interparlamentaria del PP en Toledo. No es un funeral de Estado, un positivo en COVID o una resaca de psicotrópicos. ¡Una Interparlamentaria!
Además de una mala excusa, es importante medir las reacciones. Se recomienda no mostrar demasiado fervor por la fiesta ni sus convocantes, pero tampoco completo desdén. La indiferencia justa, el entusiasmo preciso. Feijóo lo clavó: «cordialidad lingüística». Sin duda un horizonte deseable, pero como receta parece insuficiente ante una realidad social que hace unos meses definió como «apartheid lingüístico».
Las críticas a Feijóo han proliferado en medios a priori afines y entre militantes del PP que exigen, desde los aciagos años del rajoyismo, mayor firmeza frente al rodillo nacionalista. Pero el territorial no es el único frente donde bullen las discrepancias. Los ententes de Feijóo con el Gobierno, por ejemplo, respecto al impuesto a las compañías eléctricas no son del agrado de Isabel Díaz Ayuso, que ha definido la medida como una ocurrencia de última hora.
«Sería un error concluir que la discrepancia interna es un debilidad; las posturas enfrentadas amplían la oferta electoral del partido»
Tanto en la cuestión territorial como en los debates sobre tasas y gravámenes parecen existir en el PP ánimos distintos a los de su presidente. Sin embargo, sería un error concluir que la discrepancia interna es necesariamente una debilidad; las posturas abiertamente enfrentadas no hacen sino ampliar la oferta electoral del partido. La imagen de Feijóo como hombre moderado, que no se deja arrastrar por los más escorados, es útil para atraer el voto que deambula por el centro del tablero y que es sensible a las etiquetas que dispensan los prescriptores mediáticos. Y la beligerancia de Ayuso, tanto contra el Gobierno central como contra el socialismo en su versión más caricaturesca, contiene la migración de voto a la derecha.
Me dirán que esto puede ser una casualidad, no una estrategia. Puede ser, aunque empiezo a pensar que Feijóo deja pocas cosas al azar. De todos modos, la idea de un partido con una oferta electoral ajustada a sensibilidades diferentes no es nueva. Fíjense en el Partido Socialista, donde conviven personas como Guillermo Fernández Vara, María Chivite, Emiliano García Page, Idoia Mendía o Josep Borrell. La discrepancia interna puede ser una estrategia electoral interesante. El problema, claro, es que el día que uno alcanza el poder hay que tomar decisiones.