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Sánchez y la Internacional Socialista

«Es curioso que el presidente haya hecho pública su intención de presidir el organismo en el momento en que su discurso adquiere mayor cadencia populista»

Opinión

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención en la ONU. | Reuters

  • David Mejía es doctor por la Universidad de Columbia y profesor de Filosofía y Humanidades en IE University.

Es curioso que Pedro Sánchez haya hecho pública su intención de presidir la Internacional Socialista en el momento en que su discurso adquiere mayor cadencia populista. Se entiende que sus alegatos contra los ricos, los poderosos, y demás seres con puro, son un intento algo burdo de suplantar discursivamente a Podemos con la esperanza de atraer a sus votantes. Pero lo que distingue a la socialdemocracia -y por eso las izquierdas alternativas la repudian- es su capacidad de regular, sin demonizar, la actividad empresarial. Por eso miente quien sostiene que el retrato simplista y perverso que hace el presidente de los empresarios es una profundización en la socialdemocracia. Es todo lo contrario. La socialdemocracia promete una sociedad en la que no sea una desventaja ser pobre, y donde no esté criminalizado ser rico. Porque entiende que sin riqueza no hay nada que redistribuir. El capitalismo no es la némesis de la socialdemocracia, sino su aliado necesario, una suerte de gallina de los huevos de oro que posibilita la financiación de lo que hemos llamado Estado del Bienestar.   

«Es cierto que la socialdemocracia está en crisis, pero no es fácil creer que nuestro presidente pueda ser su salvación»

Tal vez su decisión de liderar a los socialistas del mundo sea una operación de camuflaje, una estrategia para ser aplaudido como socialdemócrata fuera mientras cede a las tentaciones del populismo en casa. Lo que es indudable es que la imagen de Pedro Sánchez brilla más en ese afuera. Marruecos aparte, a Sánchez hay que reconocerle méritos en materia de política exterior, un frente que solo Rajoy descuidó más que Zapatero. La cumbre de la OTAN fue un éxito y la voz de España ha reverberado en las instituciones europeas como no lo hacía desde hace dos décadas. Además, en estos años, Sánchez se ha convertido en una esperanza para los disminuidos partidos socialdemócratas del mundo entero. Recuerdo conversaciones con un amigo francés, votante tradicional del PS France, que hablaba de Sánchez con una ilusión navideña.

Claro que la mirada distante tiene sus limitaciones, y el entendimiento casi nunca doblega sus sesgos. Quien observa el liderazgo de Pedro Sánchez desde la distancia ve unas siglas, un puño, una rosa y el rojo refulgente. También ve a un hombre joven y guapo, alto y delgado, que contrasta con la decrepitud de sus homólogos. Y bien está. Pero tomarse la socialdemocracia en serio implica auditar lo que hacen quienes se presentan a las elecciones y ante el mundo bajo esa bandera. Y mientras que el Gobierno de Sánchez ha aprobado medidas sociales que aplaudiría cualquier progresista, sus desviaciones respecto al ideal socialdemócrata son numerosas. Es cierto que la socialdemocracia está en crisis, pero no es fácil creer que nuestro presidente pueda ser su salvación. Tampoco es buen augurio comprobar que a quien sustituiría al frente de la Internacional sería…. a Yorgos Papandreu.

Sánchez se reivindica en el exterior con su candidatura a presidir la Internacional SocialistaSánchez se reivindica en el exterior con su candidatura a presidir la Internacional Socialista
8 comentarios
  1. espivo

    El Sr. Mejía, como sanchez, hace un peculiar uso del sustantivado adjetivo ‘progresista’. No es fácil criticar el populismo sin incurrir en su terminología.

  2. Grossman

    ¡Menudo lío!

    Una cosa es la palabra, o la palabrería, y otra lo que realmente hacen los sujetos.

    El caso de Sanchez es de estudio siquiatrico, Sanchez se pavonea y regodea en el lenguaje sin que tenga el más mínimo significado, no es que mienta, es que en el lenguaje empieza y acaba todo. Después actuará al momento sin la más mínima reflexión y sin que nada tenga que ver con lo que expresa.

    Ha llegado la hora de la socialdemocracia, dijo no hace mucho, y desde entonces su populismo no tiene nada que envidiar a Maduro.

    Socialdemócrata era Lenin, o eso decía, en la izquierda el lenguaje es un instrumento de lucha y de confusión al enemigo, no es un medio de intercambio de ideas.

    Marx no odiaba al capitalismo, reconoció que era bueno pero, según él, injusto, solo había que apropiarse de los bienes de producción, las fábricas vamos, para que el benficio fuera para todos. El problema de Marx es que no entendía que la economía es dinámica e incierta, entonces cómo repartes algo que cambia, desaparece, crece y no se sabe exactamente su futuro.

    Ya demostró Mises que el socialismo era inviable, siempre fracasaría porque el mercado es imprescindible para resolver los problemas de la incertidumbre, nos dice lo que hay que hacer.

    Después demostró que la socialdemocracia era un instrumento erróneo, la intervención del estado solo distorsiona la realidad y por cada beneficio que da, produce mil perjuicios, está en su libro Contra el Inrevencionismo.

    De traca lo de que Sanchez tiene prestigio internacional, es un personaje totalmente irrelevante, Biden, uno de su cuerda no lo ha recibido, sí, les gusto España, les gustó el Prado, pero Sanchez es un personaje tóxico y al que nadie invita, ni en USA ni en Europa para las cosas importantes.

    Está en las que le toca por turno, como sucederá en la presidencia de la UE, su último pavoneo antes de salir de la política para siempre.

  3. ToniPino

    Según la describes, parece que la socialdemocracia es sacar el dinero a los ricos para repartirlo entre los pobres a través del estado del bienestar, y por eso no hay tocar las narices a los empresarios y los ricos, que son los que ponen la pasta para que los gobiernos socialdemócratas se pongan las medallas.

    En el fondo, básicamente es así. Es el pacto social de la posguerra para evitar el conflicto de clases, que se completó con medidas económicas más liberales encaminadas a producir riqueza, para que los trabajadores tuvieran salarios dignos.

    Mejor o peor, así hemos ido tirando relativamente bien durante décadas, pero el modelo tiene cada vez más grietas. Hay empobrecimiento de la clase media y baja, y el estado de bienestar no funciona tan bien. Por eso surgen los populismos, que no son más que la expresión del malestar y el cabreo. Ahí veo una foto de la Meloni, desgañitándose la muy exaltada, que va a gobernar Italia, si no ocurre el milagro.

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