THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

El «no es sí» de Feijóo

«Feijóo acierta con su ‘no es sí’. Es inevitable hoy que Sánchez gobierne con esos socios y esas formas que muestra la portavoz»

Opinión
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El «no es sí» de Feijóo

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. | Europa Press

Escuchar a la portavoz del Gobierno es como meterse en lo peor de Twitter. Insultos, mentiras, contradicciones y doble vara de medir. Quizá sea el nuevo estilo para conectar con la izquierda o desviar el foco de atención. No obstante, no carguemos las tintas contra la portavoz porque Isabel Rodríguez solo cumple órdenes

Los cabeza de huevo de Moncloa han pensado que la mejor manera de evitar la marcha de votos del PSOE al PP es cambiar la imagen moderada de Alberto Núñez Feijóo. Si el votante socialdemócrata harto de Sánchez ve al gallego como un tecnócrata sencillo, de reflexión y voz templada, los socialistas hablan de él como si fuera un agitador descerebrado. Si Feijóo es visto como un hombre de gobierno, el sanchista dice que el PP está echado al monte junto a Vox, y que carece de sentido de Estado

Si Sánchez quiere ahora, tras las pifias con Marruecos, Argelia y Ucrania, y el inolvidable correpasillos con Biden, presentarse como un «actor global», Feijóo resulta ser un «amigo de Putin» porque se opone al decreto energético del Gobierno tal y como está redactado. 

Esto lo acompañan con una serie de insultos, como «negacionista», «obstruccionista» y «frívolo», y demagogia de la barata. «Si por Feijóo fuera, ni beca ni abono gratuito», porque, como todo el mundo sabe, el líder del PP es el enemigo del pueblo. 

En su paroxismo, la portavoz del Gobierno dice que Feijóo debería ir a una estación de Cercanías a decirle a la gente que pague el billete de su bolsillo. Imagino que será a diferencia de Sánchez, que desde el Falcon o el Puma se solidariza con el currante que coge el metro o el bus

Hete aquí que PNV, Bildu y ERC han dicho que no van a votar el decreto por la misma razón que el PP: el Gobierno no ha hablado con ellos. Sin embargo, la portavoz ha tenido para esos tres grupos nacionalistas un tono mendicante, suplicando unos votos a cambio de lo que quieran. Lo que haga falta, claro. Todo por el pueblo, para el pueblo y con Sánchez, que viene a ser lo mismo.  

La cosa no deja de tener gracia, no solo porque es un decreto ómnibus, de esos que contemplan muchas cosas distintas, aunque chapucero. A ver, ¿qué relación hay entre las becas escolares con apagar los escaparates a las 22 horas? Es el típico chantaje emocional, un recurso cutre de comunicación que sirve para criticar a quien se niegue a votar el decreto.  

«Feijóo no ha dicho ‘no es no’, sino que se modifique el decreto en aquellas partes que cree mejorables»

Pero hay otro tema por lo que el asunto resulta gracioso, y es que Feijóo no ha dicho «no es no», sino que se modifique el decreto en aquellas partes que cree mejorables. Esto hubiera sido posible si se hubiera tramitado como proyecto de ley, con lo que se hubiera discutido y cambiado por partes, o no, y habríamos contado con todas las opiniones del Congreso.

Feijóo no es Sánchez. No ha dicho al Presidente del Gobierno aquello de «No es no. ¿Qué parte del «no» no entiende?». Tampoco el gallego ha promovido un recurso conjunto de todas las comunidades autónomas contra el decretazo. Simplemente ha dicho «no es sí»; es decir, sí al fondo y a algunas medidas, pero no a un todo inalterable y a la forma. 

El fondo del asunto no tiene nada que ver con la emergencia del cambio climático, sino con cómo se entiende la democracia en momentos de crisis global. Si el problema es energético y la estrategia debe ser urgente y general, lo democrático es hablar con todos los sectores implicados, las autonomías y el partido de la oposición. Eso es hacer una política de Estado, no de Gobierno.

La democracia y el sanchismo tienen una convivencia difícil, pero siempre se guarda la esperanza de que en el último momento el PSOE entienda el mecanismo. Pues no hay manera, y mira que es sencillo de entender. El gobernar por decretos chapuceros es propio de regímenes autoritarios, no de democracias. Creo que también es fácil de comprender que la apelación a las emociones para la aprobación de una medida técnica dudosa es una estafa. 

Feijóo acierta con su «no es sí». Es inevitable hoy que Sánchez gobierne con esos socios y esas formas que muestra la portavoz. Mientras sea así habrá que lidiar como se pueda para beneficiar a los españoles, aceptando unas medidas y rechazando otras, asumiendo que el Presidente tiene la costumbre autoritaria de gobernar por decreto y luego exigir la aceptación de todos. Es acertado, digo, porque la sumisión ciega al motor del caos no parece una buena solución.

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