THE OBJECTIVE
Teodoro León Gross

La guerra de Ucrania es en Moncloa

«Resulta paradójico que a Sánchez le indigne tantísimo la guerra de Putin y que España sea la última gran economía en ayudar a Ucrania con el envío de armas»

Opinión
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La guerra de Ucrania es en Moncloa

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No hay discurso de Pedro Sánchez en que no se refiera a «la guerra de Putin» o incluso «la maldita guerra de Putin» para expresar su indignación moral, por el dolor causado allí y por los sufrimientos colaterales aquí, bajo la crisis de una espiral inflacionista corrosiva. En definitiva, todo lo que está sucediendo se le atribuye a esa guerra, la mal-di-ta-gue-rra-de-Pu-tin.

Resulta paradójico, eso sí, que al presidente español le indigne tantísimo la guerra de Ucrania, pero sea la última gran economía en ayudar a Ucrania con el envío de armas, según el Kiel Institute für Weltwirtschaft. Más allá de EEUU, con 15.000 millones, la lista de cinco grandes contribuyentes incluye a Polonia con casi 2.000 millones, Reino Unido con 1.500, Canadá frisando los 1.000 y algo más atrás Alemania. Le siguen  dos bloques en el ránking elaborado por el observatorio del IfW Kiel: Letonia, República Checa, Dinamarca, Francia, Noruega, Estonia, Australia y Eslovaquia, superan los 200 millones; y Lituania, Países Bajos, Grecia, Italia y Suecia, los 100, que casi alcanza también Bélgica. Ya lejos, casi a la mitad, aparece España con 56 millones, apenas algo más que Luxemburgo. Esto pone algunas cosas en claro.

«Zelenski ya sugirió a Sánchez que la indignación se expresa en millones de euros»

De hecho, es lógico preguntarse: ¿A Sánchez le indigna Ucrania o le proporciona una buena coartada?

Luxemburgo es un ducado soberano con diez veces menos población que Madrid, casi la cuarta parte de territorio y un tercio de su PIB. Y contribuye con armas lo mismo que España. Por eso Zelenski ya sugirió a Sánchez que la indignación se expresa en millones de euros, no en adjetivos altisonantes por más que se pronuncien masticando los fonemas con tensión máxilofacial canina. Sin fondos, eso es postureo. Y la aportación en armas del Gobierno de Pedro Sánchez son 56 millones según el ránking de este centro independiente de investigación sin ánimo de lucro; o sea, lo mismo que los presupuestos destinan a financiar un convenio con el Gobierno de Canarias sobre la Estrategia de Resiliencia Turística, o la cuarta parte del bono de espectáculos para jóvenes llegados a los 18 años. Esa es la contribución para contrarrestar la invasión de Ucrania, la-mal-di-ta-gue-rra-de-Pu-tin.

Sánchez está en uno de esos trucos que domina como pocos, para sacar y hacer desaparecer el incómodo gasto militar. De un lado, con su mano derecha ha de convencer a la OTAN del cumplimiento de su compromiso del 2% del PIB anunciado en la cumbre de la Alianza Atlántica del pasado junio en Madrid; y a la vez, con la mano izquierda, persuadir a sus socios de que no con un juego de prestidigitación emboscando los gastos militares, que una vez más aparecen ocultos y dispersos en las cuentas de diferentes ministerios, donde se le acusa de usar algunas fórmulas engañosas: de un lado, los créditos extraordinarios desde el Ministerio de Industria en ayudas de I+D para las industrias de Defensa destinados a financiar los Programas Especiales de Armamentos, que aumentan más de un 125% con respecto a 2022; y de otro, en lo que ya es un clásico, la transferencia de crédito desde el Fondo de Contingencia para hacer frente a imprevistos, desde misiones militares en el exterior al capítulo de armamento. Alehop… 

«La guerra no es una prioridad para el presidente. Su proyección internacional, sí; y su reelección, también»

Con el cinismo marca de la casa, ante todo esto, en Podemos han concluido dos cosas: de un lado, que el aumento del gasto militar en el Gobierno del que forman parte «es una vergüenza»; y de otro, que «no vamos a romper el Gobierno por una deslealtad del PSOE». Las comillas son de Echenique. El PSOE ya tiene calados a sus socios, que no van a ir más allá de ponerse estupendos en algunos tuits campanudos y hacer quizá algo de ruido frente a la Embajada de Estados Unidos. Lo que el pesebre ha unido, no va a separarlo la ética.

La guerra de Ucrania, la-mal-di-ta-gue-rra-de-Pu-tin que esgrime con calculada indignación, le ha proporcionado buenas coartadas al presidente, e incluso algún minuto glorioso en su serie como si fuese Churchill recibiendo el cable de Pearl Harbour, pero definitivamente no es una prioridad para Sánchez. Su proyección internacional, sí; y su reelección, también. En definitiva no está trabajando por las fronteras ucranianas de febrero de 2022, sino por las urnas españolas de noviembre de 2023

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