¿Quién critica al crítico?
«La libertad de expresión es para todos. También para los que nos incomodan, nos desprecian o no comparten nuestras ideas. El límite es la ley, no el buen gusto»
Leía una crítica hace unos días sobre una actuación de El Niño de Elche y no le eché mucha cuenta. Al final del día lee una tantas cosas en prensa, que no puede estar a todas. La leí porque me interesa Francisco Contreras, no porque me interesase la prosa del crítico o su opinión sobre él, y me sorprendió la rabia y la inquina con la que estaba escrita. Me pareció poco argumentada y nada elegante, pero tampoco me gusta siempre todo lo que leo. Seguí a lo mío. Unos días después llegué, no sé muy bien cómo, al intercambio de denuestos entre el crítico (le voy a llamar El Crítico, porque no recuerdo su nombre y no voy a buscarlo) y Contreras. Recibía el primero, y lo exhibía orgulloso, apoyos de todo tipo porque le habían mentado el cáncer que padece. A mí, que El Niño de Elche haga alusiones al estado de salud o el próximo deceso de nadie no me parece relevante. No seré yo quien lo juzgue moralmente porque, de hacerlo, tendría que valorar también en ese sentido los improperios que le dedicaba El Crítico a él desde las páginas de varios diarios y desde sus redes en los que no solo clamaba explícitamente para perjudicarle en lo profesional, sino que también lanzaba graves acusaciones.
De momento, y ojalá dure, ser hiriente, desconsiderado, cruel o grosero no es delito. Y la prueba es que ambos lo han sido. Lo que me llamaba la atención era la reacción airada de El Crítico ante la crítica. Paradójico, cuanto menos. Acusaba al artista de «acoso a la libertad de opinión», cuando en realidad lo que este estaba haciendo era un uso legítimo de su libertad de expresión para expresar sus propias ideas, estemos más o menos de acuerdo con ellas o con su forma de transmitirlas, que eso es lo de menos.
«Qué laxos somos al enjuiciarnos a nosotros y qué rigurosos cuando lo hacemos con el de enfrente»
Lo más delirante es que toda la defensa de El Crítico se ha basado en que está enfermo de cáncer y que habían sido los comentarios del artista crueles y de mal gusto. Como si la crueldad y el mal gusto fuesen incompatibles con el ejercicio de la libertad de expresión, o el padecer una enfermedad eximiese a nadie de que puedan replicarle. Como argumento, me parece pueril y victimista ¿Significa eso que si no estuviese enfermo le habría parecido bien la crítica? ¿Que la salud del interlocutor es determinante en el derecho a réplica? ¿Que, la buena educación, es imprescindible para expresarse en voz alta? Podría entender, además, que exigiese respeto y urbanidad alguien que hubiese hecho gala de exquisitos modales. Lo que no logro comprender es que alguien que se ha expresado en los términos en los que lo ha hecho espere de los demás un trato cuidadoso que es incapaz de dispensar él. Y aun entiendo menos que exija desprejuiciadamente respeto a su opinión cuando él no está respetando la de los demás. Qué laxos somos al enjuiciarnos nosotros y qué rigurosos cuando lo hacemos con el de enfrente.
A lo mollar: ¿Se puede criticar al crítico? Por supuesto, solo faltaba. La libertad de expresión es para todos. También para los que nos incomodan, los que nos desprecian, los que no nos entienden, los que no comparten nuestras ideas. El límite es la ley, no el buen gusto ni la particular sensibilidad de cada cual. ¿Es peor hacer alusión al estado de salud de alguien que alentar a la turba a cancelar o acosar? ¿Es peor desearle la muerte civil a alguien que la física? El juicio moral, personal e íntimo, al fin y al cabo, solo sirve para desviar el foco hacia lo emocional. Puede parecer miserable o deplorable la manera de responder de uno o de otro, por supuesto. Pero lo cierto, y ahí está lo importante, es que el mismo derecho tienen ambos a expresar su parecer. Y que nos dure.