Nochebuena de amor, Navidad corresponsable
«Los de Podemos son viajeros del tiempo pero no lo saben. La pobre Irene Montero anda desnortada solucionando hoy problemas que nos preocuparon ayer»
Lo admito: estoy enganchada a los anuncios del Ministerio de Igualdad. Cuando creo que ya no pueden superarse, que han tocado techo (de cristal), llega el siguiente y lo supera. De las gordas con ilustraciones manipuladas en la playa a los que señalan a ciudadanos de infantería, no hay uno que se libre. Son una obra cumbre de la comedia involuntaria. Como si hubiesen soltado a un mono dipsómano con un rotulador rojo y cada uno de sus garabatos fuese interpretado por un pedagogo con TDH y eso se convirtiese en hoja de ruta vinculante para el spot publicitario. Hoy he visto el de Navidad. Como quiero ahorrarles el mal rato (el solidario y generoso espíritu navideño es fuerte en mí), les cuento: aboga el Chiquipark para adultas de la Montero y el creativo (al que presupongo aliado y cum laude en Nuevas Masculinidades por el Instituto Miguel Lorente de Feminismos Bien) por unas Navidades corresponsables. Y lo hace filmando el desaguisado que supone meter a los hombres en la cocina y que se encarguen ellos de todo. Qué risas, ¿verdad?
Yo no sé que tipo de familias son esas de las que proviene esta gente pero, hoy en día, dar por supuesto que son las mujeres las que están en la cocina, y más en Navidad, es tan anacrónico como pensar que no pueden abrir una cuenta en un banco o estudiar ingeniería naval. Hasta para mi difunto abuelo, que preparaba los camarones como nadie. En mi pueblo, que la media de edad ronda los doscientos, no son pocos los señores que seleccionan el cochinillo y preparan los cocidos. Los ve una caminar por el paseo, arriba y abajo, con la senalla al hombro y las flores de pascua. Y nadie se echa las manos a la cabeza y grita penitenciagite ni llama a la benemérita porque se haya alterado el orden público con semejante e inaceptable permuta de los roles. Anuncio tras anuncio (golpe a golpe, verso a verso), aquí viene mi teoría: los de Podemos son viajeros del tiempo pero no lo saben.
«Hoy en día el mayor problema de la mujer no es verse arrinconada en una cocina, sino cómo pagar la cesta de la compra»
He barajado muchas y muy diversas hipótesis, porque a mí elaborar teorías me parece un entretenimiento de lo más placentero, y ninguna me parece más redonda. No hay ni una sola de entre todas, aparte de esta, además, que me permita aplicarles el principio de caridad interpretativa. El resto les deja como una panda de malvados, estúpidos, ombliguistas, adanistas o ignorantes. Y yo, sobre todo en Navidad, estoy a tope con la indulgencia. Así que sí, estoy convencida: son viajeros en el tiempo y de este burro no me bajo. Solo un indígena de tiempos pretéritos podría andar hoy en día, con la que está cayendo, preocupado por problemas que lo fueron hace mucho pero que ya están, si no solucionados completamente, relegados a la marginalidad. Hoy en día el mayor problema de la mujer no es, ni mucho menos, verse arrinconada en una cocina. Y no es hoy el mayor problema de las familias en Navidad el de compartir tareas domésticas durante las mismas. Es más probable que el principal problema de muchas de esas familias sea cómo pagar la cesta de la compra o los regalos para los críos, o la calefacción. Pero esos dramas, al Ministerio de la Señorita Pepis, plin. Ellas están a lo importante: a que los grandes almacenes no tengan pasillos rosas y azules (nadie que no milite en la extrema izquierda ha visto jamás algo parecido), que las niñas no jueguen con muñecas ni los niños con un camión (por mucho que quieran), que las mujeres no se acerquen a la cocina (ni aunque les apetezca)…
Yo creo que Irene Montero es una adelantada a su tiempo. Al suyo. 1910 o por ahí, calculo. Aparcó el anacronópete en doble fila y, entre que se lo llevó la grúa y el jet lag espacio-temporal, la pobre anda desnortada solucionando hoy problemas que nos preocuparon ayer y reivindicando cualquier causa justa gozosa de actualidad hace cuarenta años mínimo. Aquí el suertudo es Sindulfo García: si en lugar de hacia adelante le da por ir hacia atrás, Gaspar y Rimbau la convierte en protagonista y lo deja a él sin trabajo y sin invento.