Sánchez, maestro en desviar la atención

Una mirada rápida a la situación de la economía de la España de hoy nos ofrece el siguiente panorama:

-Tenemos el 12,4% de paro, que nos coloca como el peor país de la UE, que tiene una media de paro del 7,6%. Y eso que nuestro Gobierno hace trampa con los fijos discontinuos.

-Tenemos el 32,3% de paro juvenil. También somos el peor país de los europeos, que tienen una media del 15,1%.

-Nuestra deuda pública está en más de 1.500.000 millones de euros, lo que supone el 115,6% del PIB. Recuérdese que para ingresar en el euro, en 1999, se exigía no pasar del 60% de deuda pública, y lo logramos.

-La deuda de la Seguridad Social se ha duplicado desde que Sánchez está en el poder, y ya ha superado los 100.000 millones. Lo que supone, sin duda, un grave riesgo para nuestro sistema de pensiones.

-Somos el país europeo que peor se está recuperando de la crisis que provocó la pandemia, diga lo que diga la señora Calviño.

Ahora si dejamos la economía y echamos una mirada al panorama político nos encontramos que:

-Tenemos el único Gobierno de la UE con comunistas, pero con comunistas de los de verdad, de los que tienen a Lenin en sus despachos y celebran los cien años de la revolución soviética… Por cierto, me resulta sorprendente que en Davos, donde Sánchez ha ido a cultivar su inconmensurable ego, nadie le haya preguntado cómo puede pretender dirigir la economía de un país moderno y europeo con la compañía de comunistas.

«El autócrata de La Moncloa no disimula sus propósitos de acabar con la división de poderes»

-Comunistas, que están acompañados, en la mayoría parlamentaria, por golpistas catalanes y por partidarios del terrorismo como arma política. Algo también insólito en la UE.

-El autócrata de La Moncloa no disimula sus propósitos de acabar con la división de poderes. De ahí sus maniobras para controlar el Poder Judicial. Y su utilización del Parlamento como una asamblea de facultad en la que está todo amañado para que se acepten, sin siquiera debates, sus órdenes en forma de continuos decretos-leyes.

-Aprovechando los probables errores que tiene la misma concepción del Tribunal Constitucional, lo ha asaltado sin rubor, colocando a antiguos subordinados suyos como magistrados.

-El Gobierno no para de sacar leyes, que, a su sectarismo recalcitrante, unen una escandalosa torpeza en su concepción, redacción y desarrollo, con resultados trágicos. Y la del sí es sí es un ejemplo, y el abaratamiento de la malversación, otro.

-Sánchez y sus socios no dejan de escarbar en todos los conflictos históricos y sociales que pueden provocar división entre los españoles, de ahí leyes como la de la Memoria Democrática, modelo perfecto de maniobra para resucitar y cultivar el odio entre compatriotas.

–El golpe secesionista de 2017 sigue completamente vivo, con la ayuda imprescindible de Sánchez, que ha indultado a los golpistas, y ha cambiado el Código Penal para borrar el delito de sedición y difuminar el de malversación, con el objeto evidente de invitarles a que lo repitan cuando quieran, tal y como no se cansan de anunciar.

Pues bien, con este panorama económico y político, los medios de comunicación y los políticos social-comunistas, pero no sólo ellos, llevan una semana en la que no hablan de otra cosa más que de la rueda de prensa del vicepresidente de la Junta de Castilla y León, en la que expresó la posibilidad de que a las madres gestantes que quieren abortar se les ofrezca, si ellas lo quieren, escuchar los latidos del feto.

Sin ningún sentido del ridículo, Sánchez ha aprovechado, hasta la tribuna de Davos, para dictaminar que los partidos que ofrezcan esa posibilidad a las madres gestantes son la ultraderecha y constituyen para Europa un peligro similar al de Putin para Ucrania.

«El aborto no es un derecho, es un fracaso personal de la gestante»

Y digo sin sentido del ridículo porque sabe que los medios de comunicación, en su inmensa mayoría, lo van a contar y comentar como si equiparación con Putin fuera algo serio, cuando no es más que una trampa, dirigida únicamente a desviar la mirada de los españoles para que, en vez de ver el desastre económico y político que ha provocado en nuestra patria, se asusten ante la posibilidad de que alguien critique, siquiera mínimamente, el entramado legal que los socialistas han creado en sus muchos años en el poder.

La idea del vicepresidente puede ser discutible en su contenido y en el momento elegido para exponerla. Pero todos los que hemos tenido que sufrir una intervención sabemos que los médicos, antes de proceder, te presentan un papel en el que describen exactamente qué es lo que te van a hacer, qué riesgos y consecuencias puedes tener y te piden que firmes el consentimiento. O sea que no me parece escandaloso que a esas madres se les explique con detalle qué es lo que se les va a hacer.

Pero eso da igual, los sacerdotes de la corrección política, con Sánchez a la cabeza, como buenos inquisidores que son, no están dispuestos a que nadie critique, siquiera mínimamente, ninguno de sus dogmas, y uno de esos dogmas es que el aborto es un derecho. Algo con lo que estoy radicalmente en desacuerdo y espero que los partidos de centro-derecha españoles también lo estén. El aborto no es un derecho, es un fracaso personal de la gestante, se pongan como se pongan sus defensores a ultranza. Y es un fracaso social y colectivo de todos por no haber sabido crear las condiciones necesarias para evitar que una mujer llegue a ese trance, que, en la mayoría de los casos, lleva consigo un trauma que dura toda la vida.

Pero, como acabamos de ver, cuando saben que tienen el viento a favor de la corrección política, los sanchistas-comunistas no han desaprovechado la ocasión para hacer un mundo de un pequeño incidente, que despiste a los ciudadanos y les impida ver el terrorífico panorama que presenta la España de hoy.