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La derechita sanchista

«Por mucho que los actos de autoafirmación patriótica y/o constitucional sienten muy bien en el alma inmortal de sus participantes, no son en absoluto aconsejables en este momento político»

Opinión

Manifestación contra el gobierno de Sánchez en Madrid. | Europa Press

  • Fundador y Director General de la compañía de consultoría estratégica Redlines.
    Ha dirigido campañas electorales tanto en España como en diversos países de América latina, y es analista político habitual en diversos medios de comunicación.
    Es autor de los libros : «Guía práctica para abrir Gobiernos» (Goberna, 2015), «Otro Gobierno» (Algón Editores 2012), y «Open Government – Gobierno Abierto» (Algón Editores, 2010).
    Le encantan los platos de cuchara, sufre con cada partido del Athletic de Bilbao y no se pierde un concierto de Los Planetas.

Vladimir Ilich Ulianov, también conocido por el nombre artístico de ‘Lenin‘, fue sin duda una de las cabezas políticas más sobresalientes de su tiempo, un tipo que fue capaz de organizar una revolución obrera en un gigantesco latifundio agrario y teocrático y tras esto, convertirlo en una potencia global.

Una tarea compleja en la que, además de con las resistencias de la aristocracia terrateniente, las de la burguesía, las de la Iglesia y las del ejército, tuvo que lidiar con una miríada de grupos revolucionarios que competían además unos contra otros por la hegemonía del proceso revolucionario y que además poseían estrategias antagónicas para derrotar al antiguo régimen.

Sobre estos espinosos asuntos Ulianov escribió un librito en el destiló toda su capacidad estratégica -y todo el veneno del que su mente era capaz, que por cierto era bastante- llamado Qué hacer, un breve opúsculo en el que con una enorme brillantez práctica, dedicó sus mejores esfuerzos en caracterizar las fallas estratégicas y estructurales de los movimientos de masas con los que otros grupos revolucionarios pretendían derrocar al zarismo y que a su juicio solo lograban reforzarlo, singularmente las movilizaciones espontáneas, oportunistas y sin un fin concreto que alejadas de una estrategia revolucionaria centralizada solo contribuían a dificultar la creación de una conciencia política de clase unitaria capaz de ganar la batalla al régimen zarista.

Les cuento esto porque, tras ver las imágenes de la manifestación madrileña contra Pedro Sánchez, corrí a releer algunos párrafos de este libro y me quedé maravillado tanto de la capacidad de análisis de Lenin como de la absoluta aplicabilidad de sus máximas a todas y cada una de las movilizaciones que hasta ahora ha producido la derecha española y que, como ya avisaba Lenin, gracias a su anomia política y estratégica, solo han servido hasta el momento para reforzar al actual inquilino de la Moncloa.

Y es que cualquiera con dos dedos de frente que haya estudiado con un mínimo aprovechamiento la situación política española sin apriorismos interesados se habrá dado cuenta de que, por mucho que los actos de autoafirmación patriótica y/o constitucional sienten muy bien en el alma inmortal de sus participantes, no son en absoluto aconsejables en este momento político.

«Sánchez no va a perder las próximas elecciones generales por la movilización de la derecha»

Y la razón es evidente: Sánchez no va a perder las próximas elecciones generales por la movilización de la derecha – esa se presupone-,  sino por otros dos elementos bien distintos: el primero, la desmovilización de una parte de los votantes del PSOE hacia la abstención, y el segundo, por el salto de los más moderados y decepcionados de entre estos hacia el PP, y a ninguno de estos dos hitos favorece llenar las calles de Madrid de banderas rojigualdas y discursos enardecidos.

De hecho y por mucho que a algunos les cueste comprenderlo el happening de ayer en las calles de Madrid solo tiene dos beneficiarios:  el primero no es otro que el actual presidente del Gobierno, que vivirá en las próximas semanas una nueva luna de miel demoscópica, y el segundo, sus aliados políticos de Vox, un partido que ya ha demostrado en innumerables ocasiones que son el mejor y más leal aliado de Sánchez en su batalla por permanecer cuatro años más en Moncloa y que ya se han ganado con largura el poder ser denominados como la única y genuina derechita sanchista de nuestro país.

69 comentarios
  1. andres

    Sólo escribo para felicitar el nivel de los comentarios de este artículo en los que se observan análisis serios y con buena fe, exceptuando algún «negao» cuya incapacidad para hacer juegos de palabras solo es comparable con un «bot» autodenominado @sentido (defensor de corruptos analfabeto técnico-funcional, mentiroso y faltón como el que escribe en el interesante artículo «Por qué la derecha no tiene derecho a salir a la calle»).

    Con el nivel de estos comentarios se pueden sostener visiones diferentes de la realidad sin recurrir a argumentarios de «bots políticos» defensores de corruptos de uno y otro signo.

    Enhorabuena.

  2. Lord_Z

    Para que gobierne la derechita de Nuño Frijol, mejor que siga ésta zahurda y se coman ellos el inevitable rescate que se avecina.

  3. Psilvia

    Por otro lado, creo que, al igual que El País, subestima a los votantes de izquierdas. En el sentido de que una imagen vale más que mil palabras. Lógicamente un matemático no estaría de acuerdo, pero el poder de los discursos y los relatos para imponer la verdad gubernamental pueden ser fácilmente impactados y dinamitados con una simple foto panorámica de la manifestación en Cibeles, aunque la consigna del gobierno y de medios afines haya sido la de tapar el sol con el dedo.
    Un poco de respeto a los votantes que se consideran de izquierdas y que no son beneficiarios directos o indirectos de las dádivas del gobierno. Seguro que son multitud y han acudido también a Cibeles por sentirse engañados, traicionados y asqueados por los estragos del sanchismo. Aunque los traten como indigentes intelectuales, no creo que lo sean. Y ni siquiera hacen falta las ficciones del CIS o de la prensa afín al gobierno para dirigir el
    voto.
    El mejor pulso electoral ha podido tomarse en la plaza de Cibeles, como preludio de lo que está por venir: un revolcón en toda regla a toda la patulea del gobierno. Como decía Loquillo: A por ellos, que son pocos y cobardes!

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