Sanchismo anormal
«Con Sánchez, en su burbuja irreal sostenida por la maquinaria de propaganda de Moncloa, no es necesario más que insistir en la normalidad de lo real»
No es raro que Feijóo, aunque se haya contradecido más de una vez, ofrezca un pacto para despolitizar las instituciones. La regeneración va a ser una de las banderas necesarias, y pasará por destezanizar el CIS y además RTVE, el CNI, el INE, la CNMV, la CNMC y hasta Correos. Feijóo, más que mantras gastados como la lista más votada, debería insistir sobre todo en la normalización. En definitiva, el sanchismo ha consagrado, sobre todo, la anormalidad –todo eso que él mismo consideraba anormal antes de alcanzar el poder– hasta perder la perspectiva de la realidad. Basta ver su respuesta a la manifestación del fin de semana:
«El pasado jueves, en Barcelona, unos manifestantes nostálgicos, que defendían y defienden una España rota… como hoy en Madrid otros manifestantes que defienden una España uniforme y por tanto excluyente. Pero entre esa manifestación de Barcelona y la de hoy de Madrid está la inmensa mayoría de españoles y españolas que queremos una España unida».
A un comentario así conviene pasarle el algodón porque, ya se sabe, «el algodón no engaña» como aprendió este país del mayordomo británico del viejo nuevo Tenn con bioalcohol –de hecho, era un actor británico, porque no hay otro país donde se interprete mejor a los mayordomos– en la pantalla nacional desde el primer Gobierno de Felipe González, antes de votar sobre la OTAN, hasta la victoria de Aznar en 1996. La prueba del algodón es el Principio de la Realidad.
1.- «Entre esa manifestación de Barcelona y la de hoy de Madrid está la inmensa mayoría de españoles».
Falso. Entre los manifestantes de Barcelona y de Madrid no está la inmensa mayoría de españoles. Los manifestantes de Barcelona son una pequeña minoría de españoles; incluso una minoría de catalanes, según el barómetro del Centro de Estudios de Opinión catalán (CEO) que constata una y otra vez que la independencia cae. Incluso para el CIS de Tezanos, en Cibeles estaba representada la mayoría de los españoles; por el apoyo de PP, Vox y Ciudadanos, pero además la presencia significativa de un centroizquierda que se fuga del sanchismo en todos los sondeos.
«Sánchez no está entre unos y otros, sino con unos contra los otros»
2.- Entre unos y otros…
Sánchez sugiere que quienes se manifestaban en Barcelona y quienes se manifestaban en Madrid son dos formas minoritarias de nacionalismo exaltado, y en medio queda una tercera España que él representa. Es falso, pero al menos también cómico. Sánchez no está entre unos y otros, sino con unos contra los otros. Esa es la ironía. Esquerra, socio preferente de Sánchez, estaba en esa manifestación de Barcelona, aunque un puñado de exaltados puigdemoníacos sacara de allí a Oriol Junqueras. Por el contrario. Sánchez ha estigmatizado incluso a Ciudadanos para negociar pactos. Sánchez no está entre unos y otros, sino con unos contra los otros, concretamente con la minoría nacionalista radical.
3.- Entre unos y otros, los españoles y españolas «que queremos una España unida».
Pues falso, una vez más. Y hay malas noticias para el presidente. Es demasiado obvio que se trata no ya de un argumento falso, sino además ridículo. Desde luego Sánchez no representa a quienes quieren una España unida, considerando que mantiene fielmente como socios a Bildu y Esquerra, firmes partidarios de desunir España, y gobierna junto a Podemos, también partidario del derecho de autodeterminación. De modo que no. En Cibeles, en cambio, sí predominaba la defensa de España en su integridad constitucional. Es verdad que allí tenía su sitio el nacionalismo de extrema derecha que se opone a la diversidad plural de España, pero Vox es una minoría. La mayor parte de la oposición liberalconservadora al sanchismo es otra cosa, que quizá se sintetice en esa fotografía de Cayetana Álvarez de Toledo junto a Inés Arrimadas y Begoña Villacís, y con ellos Savater y Trapiello.
El algodón no engaña. Y con Sánchez, en su burbuja irreal sostenida por la maquinaria de propaganda de Moncloa, no es necesario más que insistir en la normalidad de lo real poniendo en evidencia ese ilusionismo de eslóganes falsos.