Moral de victoria
«Ucrania no se va a rendir y Europa ha entendido que su futuro se juega en la derrota rusa, más que en la pacificación inmediata del conflicto»
Ucrania se prepara para una fuerte ofensiva rusa en las próximas semanas, cerca –quizá– del 24 de febrero, coincidiendo con el primer aniversario de la guerra. Estas son las ideas que maneja Oleksiy Danilov, el principal consejero ucraniano de Seguridad Nacional, en la larga conversación mantenida en The New Statesman con el exsecretario de Estado portugués para Asuntos Europeos, el brillante Bruno Maçães. Los próximos meses serán fundamentales para romper con el statu quo actual (la tentadora solución coreana que Moscú ha venido ofreciendo a las potencias occidentales como puerta de salida al conflicto) y para tensionar lo suficiente la política rusa a fin de que las turbulencias interiores empiecen a causar efecto.
La moral de guerra de los ucranianos sigue alta, confiados en que Europa y Estados Unidos entenderán no sólo que la victoria es posible, sino que es probable si Kiev cuenta con el apoyo militar y la tecnología adecuada. «Occidente» –sostiene Danilov– «tiene un viejo problema: el miedo. Occidente siempre tuvo miedo de la Unión Soviética. Creyó que la URSS era grande y poderosa, y que podía resolverlo todo rápidamente por medios militares. No se sacaron conclusiones, ni siquiera después de que la URSS invadiera Afganistán en 1979. En aquel momento no pudieron hacer nada contra los bárbaros muyahidines. Fue entonces cuando se debería haber llegado a la conclusión de que la URSS no era tan poderosa. Pero no fue así. Y Occidente siguió teniendo miedo». Concluye a continuación: «Los mensajes de que no hay que dar armas a Ucrania y de que hay que aplazar constantemente el suministro de un armamento que resulta imprescindible para nosotros es algo destructivo».
«¿Nos daremos cuenta de que la democracia exige sacrificios, responsabilidad y cierto valor; coraje, en definitiva?»
¿Se dará cuenta de ello Europa? ¿Perderemos el miedo al gigante ruso? Detrás de ese miedo, alienta también el recuerdo de las guerras mundiales y de la victoria rusa sobre Napoleón, primero, y sobre Hitler, más tarde. Es la inmensidad del territorio –ese poder esencialmente terrestre, según lo definió Schmitt, frente a potencias marítimas como Inglaterra o Venecia–, unida a su desprecio secular por la vida humana a gran escala. ¿Así pues, nos daremos cuenta de que la democracia exige sacrificios, responsabilidad y cierto valor; coraje, en definitiva? ¿Y de que la seguridad no se regala? China, por ejemplo, mira con recelo hacia Rusia –señala en la entrevista Oleksiy Danilov– por razones muy distintas a las nuestras. «No creemos que China vaya a ayudar a Rusia con tecnología, equipamiento militar o con armas porque se encuentra en una situación muy difícil. El crecimiento de la población china se ha detenido como consecuencia de la ley Una familia, un hijo. China tiene muchos retos dentro del propio país. Necesita vender lo que produce. Si miramos a dónde vende China, la respuesta es a Estados Unidos y Europa. Si los chinos se unen a los terroristas, se tomarán medidas inmediatamente: medidas de restricción y sanciones. Desde luego, no lo necesitan en este momento. Además, hoy China es una de las partes más interesadas en nuestra victoria. Hace algún tiempo no lo estaba, pero hoy sí».
El envío de tanques Leopard 2 a Ucrania, después de que Alemania haya cedido a la presión de sus socios, supone indudablemente un paso adelante en la escalada bélica. Y no será el último. Kiev ha solicitado cazas de combate –se hablaba de los modernizados F-16 o de los versátiles Saab suecos–, aunque esta decisión tomará mucho más tiempo. Lo importante es la dirección que marca: Ucrania no se va a rendir y Europa ha entendido que su futuro se juega en la derrota rusa, más que en la pacificación inmediata del conflicto. La democracia también es geopolítica, es voluntad, es coraje y es inteligencia. En el frente oriental se lucha por los próximos 15 o 20 años de Occidente.