THE OBJECTIVE
Esperanza Aguirre

El Barça como síntoma

«Ante la explosión de corrupción en el escándalo de los árbitros ha llegado la hora de la regeneración. Y la regeneración para Cataluña se llama España»

Opinión
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El Barça como síntoma

Josep Bartomeu.

Todos sabemos la enorme importancia que el fútbol tiene en la vida de los españoles. Incluso en los que, como yo, no somos demasiado forofos y no lo seguimos al detalle. Por eso no es de extrañar que, desde hace unos días, el tema de conversación y comentarios más recurrente en la calle, en las tertulias y en las familias sea el del escándalo que se acaba de descubrir de las relaciones del Barça con los árbitros. O, para decirlo de forma más clara, que ahora hemos sabido que el Fútbol Club Barcelona estaba pagando a los árbitros de una u otra manera. La verdad es que la noticia es más que impresionante, escalofriante.

Porque pone en cuestión todos los éxitos deportivos de esos años. Porque, a partir de ahora, podremos dudar con fundamento que no fueron conseguidos limpiamente, sino a base de algo tan siniestro y degradante para un deportista como comprar árbitros. No es difícil imaginar lo que les estará pasando por la cabeza a todos los futbolistas que compitieron contra el Barça en esos años y que ahora piensan que lo que a ellos les pasó, no ganar determinados torneos, bajar de categoría o perder dinero y primas, fue causado por la acción de unos tramposos, con aire de mafiosos. Por no hablar de lo que pueden pensar todos los aficionados al fútbol, al saber que el deporte de sus sueños ha estado en manos de esos tramposos que jugaban con sus ilusiones. Y de los muchos seguidores del Barça en el mundo entero que no están de acuerdo con dichas prácticas, que no podían ni siquiera imaginarse.

Una noticia que adquiere aún más trascendencia cuando sabemos que el Barça ha sido, precisamente en estos años de sus éxitos, una de las puntas de lanza más afiladas del nacionalismo radical o, para decirlo, con más claridad, del independentismo catalán.

Hasta yo, que no soy demasiado aficionada, sé que en el minuto 17 y 14 segundos de todos los partidos en el Camp Nou muchos seguidores del equipo empiezan a gritar ¡In de pen den cia! enarbolando esteladas. Como también sé que los gobiernos de la Generalidad, que desde hace ya años se proclaman independentistas sin reservas, han considerado siempre al Barça como el mejor embajador de la independencia de Cataluña.

«Que la trayectoria del Barça de los últimos 30 años haya estado marcada por la corrupción y las trampas no tendría que sorprendernos»

Me ha resultado muy significativo descubrir que el eslogan «Més que un club», que está presente en las gradas del Camp Nou y que rige todas las actividades del equipo, fue popularizado en 1969 por el periodista y escritor Manuel Vázquez Montalbán, marxista-leninista confeso, lo que viene a corroborar la perversa y constante alianza que los comunistas y sus grupos afines siempre han tenido con los nacionalistas y, aún más, si dan el paso de ser independentistas declarados.

Descubrir que la trayectoria del Barça de los últimos 30 años ha estado marcada por la corrupción y las trampas no tendría que habernos sorprendido demasiado, pues hace ya tiempo que es público y notorio que el nacionalismo, del que, como ellos mismos dicen, es su embajador, también lo está.

Tal día como hoy, el 24 de febrero, de 2005, fue cuando en el Parlamento de Cataluña, Pasqual Maragall pronunció la frase por la que va a pasar a la historia: «Vostès tenen un problema i aquest problema es diu tres per cent», dirigida a la bancada de los nacionalistas de Pujol, padre y patrón del nacionalismo catalán. y, consiguientemente, de su independentismo. Parece que lo que el socialista denunciaba allí era un secreto a voces en Cataluña. Y no deja de ser paradójico que los mismos socialistas, que denunciaban esa corrupción institucionalizada, después hayan buscado siempre la alianza con los beneficiarios de esa corrupción.

Si aquellas palabras de Maragall no fueron suficientes para contemplar el grado de corrupción del nacionalismo catalán, el 25 de julio de 2014 Jordi Pujol, presidente de la Generalitat durante 23 años, confesaba que su familia había mantenido una fortuna oculta al fisco en el extranjero durante 34 años.

Shakespeare en Hamlet dice: «Algo huele a podrido en Dinamarca». Ahora no hay duda de que esta frase puede aplicarse al independentismo catalán y a su institución más famosa, el Fútbol Club Barcelona.

Creo que ha llegado la hora de que Cataluña se reencuentre a sí misma, al margen de los dogmas y de la dictadura que desde 1980 ejercen los nacionalistas sobre los ciudadanos que no comulgan con ellos.

Reencontrarse consigo misma significa reencontrarse con la libertad. Y que no tengan la menor duda, reencontrarse con la libertad es reencontrarse con España, es reencontrarse con la Cataluña que votó con más entusiasmo que ninguna otra región española (el 92% de los votos) la Constitución Española de 1978.

«La salida del callejón de la corrupción sólo puede ser una: la libertad»

La salida del callejón de la corrupción sólo puede ser una: la libertad. La libertad para que florezcan esas iniciativas privadas, que en su momento supieron crear los empresarios catalanes. La libertad que España, como Estado de Derecho, garantiza a todos sus ciudadanos.

Es el momento de que todos los ciudadanos catalanes que de verdad quieran a Cataluña, a su cultura, a su lengua, a sus paisajes, a sus tradiciones, a sus monumentos, comprendan que para que Cataluña, su Cataluña, sea grande el único camino es el de que sea grande dentro de una España grande. Y esto no es una idea mía, este era el lema de Francesc Cambó: «Per Catalunya i una Espanya gran».

Esto significa dejar de mirar con animadversión, cuando no con odio, todo lo que la cultura del resto de España les ofrece, que es muchísimo.

Tienen que volver a hacer suyos a Garcilaso, a Cervantes, a Lope de Vega o a Galdós, porque lo son. Igual que el resto de españoles tenemos que estar orgullosos de Ausiàs March, de Pau Casals, de Gaudí o de Josep Pla.

Tienen que comprender que el español es una lengua tan de catalanes como el catalán, y olvidarse de imponer éste de forma dictatorial, incumpliendo las sentencias de los Tribunales sobre esta materia.

Ante la explosión de corrupción que estamos viendo en el escándalo de los árbitros y el Barça, síntoma de toda una atmósfera corrompida, ha llegado la hora de la regeneración. Y la regeneración para Cataluña y los catalanes se llama España.

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