THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

El trampantojo del feminismo

«El electorado femenino del PSOE se siente estafado. Saben que obligar al hombre a demostrar su inocencia no está bien, que ser mujer no es una minusvalía»

Opinión
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El trampantojo del feminismo

Ilustración de Erich Gordon.

Podemos ha acusado al PSOE de traicionar al feminismo, y los socialistas reclaman respeto a las adanistas de Irene Montero porque llevan más de cien años, dice Margarita Robles, luchando contra el patriarcado. Y así hasta el 8-M y más allá.

Este ruido solo es una lucha electoral. Ni más ni menos. No es que unas tengan más o menos conciencia que las otras, o como se dice en la jerga progre, que estén más «comprometidas». Es que se la están jugando en las urnas. De hecho, las encuestas dan a Unidas Podemos como extraparlamentario en Madrid en mayo de 2023. Sí: el podemismo desaparece. El bofetón aquí resonará en Caracas. 

El problema se extiende a los socialistas. Seis de cada diez votantes del PSOE son mujeres. La mayoría supera los 45 años. Tienen estudios medios y superiores. Viven en el mundo urbano, trabajan, son madres, y pelean como los demás. Así ha sido desde 1977 con indudable éxito para el partido socialista. 

«A las votantes del PSOE, el maniquí que habita Moncloa les resulta guapo pero frío y egoísta»

Sin embargo, el sanchismo no ha conseguido su empatía. Todo lo contrario. El maniquí que habita Moncloa les resulta guapo pero frío y egoísta. No lo ven como uno de los suyos. Tienen la sensación de que Pedro Sánchez sacrificaría a cualquiera por seguir en el poder, y que no tiene principios, sino objetivos personales. 

Si el presidente fuera uno de su equipo, un feminista de los de «las mujeres, primero», no habría permitido nada a las podemitas. No hubiera consentido que esas niñatas hubieran aprobado la ley del solo sí es sí que no castiga más a los delincuentes ni evita el delito, sino que se limita a aligerar el proceso judicial cuando una mujer es agredida. 

El electorado femenino del PSOE se siente estafado. Mucho confeti en esta fiesta progresista, pero poco sándwich. Esas votantes han crecido con la idea de que es su momento, de que las leyes discriminatorias pueden redimir «6.000 años de historia patriarcal», pero no son idiotas. Saben que esa legislación que invierte la carga de la prueba, que obliga al hombre a demostrar su inocencia, no está bien. Conocen que las cuotas son un insulto a una vida de esfuerzo porque ser mujer no es una minusvalía. Son conscientes y se adaptan, como siempre. Sí, sí, pero no son idiotas. Es aquí donde patina la izquierda.

«Presentar una directiva europea obligatoria sobre la paridad en la empresa como una ley de Sánchez es una tomadura de pelo»

La recomendación a las mujeres de que se hagan unas pajillas para evitar el patriarcado ha dejado de ser un chiste para convertirse en una profesión bien pagada. Presentar una directiva europea obligatoria sobre la paridad en la empresa privada, impulsada por el PP europeo, como una ley propia de Sánchez es una tomadura de pelo. A esto se suma el insoportable goteo de delincuentes sexuales beneficiados por la ley del solo sí es sí, la ley trans que borra a las mujeres, y la vergüenza del caso del Tito Berni, cuyas prácticas puteras eran conocidas en el partido socialista y nadie hizo nada

Ahora que las mujeres de izquierdas están pensando en la abstención, el PSOE y Podemos se insultan para ganar su simpatía. Los socialistas quieren reformar la ley del solo sí es sí y las podemitas se sulfuran y hablan de orgasmos y masturbación. El error no cabe en un ego tan inmaculado y bien pagado como el de las dirigentes de Podemos. La reforma será votada por el PP, Vox y Cs, el trifachito, por lo que, según vociferan las socias del PSOE, es una «traición al feminismo». Y si Yolanda Díaz aprieta el mismo botón que Sánchez será otra felona. 

Nada de esto servirá para que Podemos recupere el afecto del voto femenino, que ya era tan bajo como el de Vox. De hecho, son dos formaciones que se nutren de electores masculinos. El PP y Vox quedarán bien con la votación sobre la reforma porque no se han movido de su posición. Cs, que votó la ley del solo sí es sí porque Edmundo Bal dijo que era «progresista», quedará en la sombra. El PSOE, sin embargo, puede contener la sangría de votos. En fin, que entre tanto cálculo egoísta, el feminismo aparece como un puñetero trampantojo. Sin más. 

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