Sánchez, alicaído, ¿por qué será?
«Estos meses preelectorales están siendo un calvario, y encima se encuentra con un asunto absolutamente trágico para sus aspiraciones futuras: ‘Tito Berni’»
Mucha soberbia, mucho mirar por encima del hombro a los demás para hacer patente su superioridad y, a la hora de la verdad, Montero y Belarra se han comido al pez gordo, al presidente de Gobierno, y han convertido en una pesadilla los días previos a la votación parlamentaria de la reforma de la ley de la que tan orgullosas se sienten las dos dirigentes de Podemos.
A Pedro Sánchez le ha salvado la cara el PP, al apoyar lo que Feijóo dijo desde el principio que iba a apoyar, la reforma de la disparatada ley que promovieron los peces chicos, Belarra y Montero, dos personas que ningún Gobierno serio habría incluido en su equipo. Pero han doblado el brazo al presidente, quién lo iba a decir, y aunque era lo último que quería ver, al final no ha perdido la votación gracias al PP. Conociendo a Sánchez, con toda seguridad le ha humillado que le deba tan gran favor al PP. Y en menor grado, a Vox. Pobre Sánchez.
Se le ve alicaído. Se comprende. Estos meses preelectorales están siendo un calvario, y encima se encuentra Sánchez con un asunto inesperado y absolutamente trágico para sus aspiraciones futuras: Tito Berni.
«Fuentes Curbelo es probablemente el diputado que más daño ha hecho nunca a Sánchez»
El diputado Fuentes Curbelo es probablemente el diputado que más daño ha hecho nunca a Pedro Sánchez, por la sordidez del tinglado que tenía montado, en el que no faltaban drogas, prostitutas, lenguaje soez y comisiones de medio pelo, impropias de corruptos de primera división. Pero no se puede dejar de lado que frente a esa peripecia propia de Torrente, comparación en la que han coincidido varios analistas, los últimos días se han producido hechos que cualquier gobierno democrático habría tratado de neutralizar con ceses fulminantes, denuncias judiciales y explicaciones en las que no estaría mal pedir perdón por haber aceptado nombramientos indeseables. Pero no, la reacción de Sánchez ha sido el silencio ante el diputado al que se obligó a dimitir y, a continuación, agarrarse al caso Ferrovial como un clavo ardiendo, para ver si así se olvidaba a Tito Berni, que sin ser el caso más importante de corrupción que se ha dado en el partido socialista, sí es el que más comentarios chuscos -siempre letales- ha provocado.
Con Ferrovial, Pedro Sánchez ha metido la pata bien metida. Delante de dos primeras ministras, las de Finlandia y Suecia, en sus ruedas de prensa arremetió contra Del Pino acusándole de cambiar su sede fiscal a Países Bajos para no pagar impuestos en España. Es chocante que los periodistas, antes que el presidente, se enteraran de que no pensaba cambiar su propio domicilio fiscal y seguiría tributando aquí. ¿No lo sabía Nadia Calviño? Y si lo sabía, ¿por qué no se lo dijo al Presidente? Los dos se han cubierto de gloria.
Por otra parte, más le vale a Pedro Sánchez no volver a llamar antipatriota a ningún dirigente de la oposición que, fuera de España, ose criticar al Gobierno español, porque lo que ha hecho delante de Sanna Marin y Mette Frederiksen, cuestionando a un empresario español y a su empresa, es propio de un político irresponsable que se deja llevar por su visceral animadversión hacia banqueros y empresarios, cuando son clave para el funcionamiento de un país. En esta gira europea ha hecho más daño a España en esas dos ruedas que todos los partidos de la oposición juntos.
«Como siga así, la presidencia europea de turno puede ser un filón de despropósitos»
Tampoco le ha debido contar Calviño que la mayoría de las multinacionales importantes tienen las sedes fiscales de muchas de sus empresas, o las de sus filiales, fuera de España. Como tantas otras empresas europeas. Albares y Calviño deberían estar más atentos a lo que hace y dice el jefe de Gobierno cuando está de viaje, porque como siga así, la presidencia europea de turno, en la que tantas expectativas ha puesto Pedro Sánchez, puede ser un filón de despropósitos. Empezando porque Moncloa vende que en esos seis meses, Pedro Sánchez será el presidente de la UE. Qué más quisiera: en España ya ha habido cuatro presidencias de turno, y efectivamente el jefe de Gobierno no para de reunirse con los dirigentes máximos europeos, lo que viene muy bien en campaña electoral. Pero los que mandan son los de siempre, la presidenta de la Comisión y el presidente del Consejo, y ellos los que toman las decisiones. Aunque Felipe González, con dos presidencias bajo su mandato, se apuntó un importantísimo tanto: la integración monetaria y que la nueva moneda se llamara euro, frente a quienes proponían que fuera «eco». Pero para eso había que tener la potencia de Felipe González y su equipo de gobierno. Que no es el caso actual.
A Sánchez se le ve alicaído. Lógico. No hay frente que no tenga abierto. Seguro que en más de una ocasión se ha dicho a sí mismo que en mala hora se le ocurrió coaligarse con Podemos.