THE OBJECTIVE
Esperanza Aguirre

El 8-M y la 'podemización' de Sánchez

«El presidente y sus aliados pretenden ser los únicos libertadores de las minorías oprimidas: mujeres, homosexuales, ‘trans’, gordas, nacionalistas y animales»

Opinión
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El 8-M y la ‘podemización’ de Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Las manifestaciones, actos, declaraciones y gestos de los políticos (¡y las políticas, claro!) del conglomerado Frankenstein que hemos visto y oído el 8-M y la víspera, durante el debate en el Congreso acerca de la toma en consideración de la propuesta del PSOE para reformar la ley del sólo sí es sí, merecen ser analizados y estudiados con mucha atención.

En esos días se han puesto de manifiesto de una manera especialmente clara algunas de las características del fondo y la forma de la coalición que gobierna, ¡es un decir!, España.

Todo esto empieza la noche del domingo 10 de noviembre de 2019, cuando se conocen los resultados de las elecciones generales de ese día. Pedro Sánchez comprueba que su maniobra de repetir las elecciones para mejorar los escasos 123 diputados que había obtenido en abril de ese año se había saldado con un rotundo fracaso: había bajado a 120 escaños y, lo que es más significativo, había perdido el 10% de los votos (de 7,4 a 6,7 millones).

En ese momento, y contra todo lo que había declarado durante la campaña (aquello de que le quitaría el sueño y bla bla bla), decide que va a formar gobierno con los comunistas bolivarianos de Podemos (lo de comunistas y bolivarianos está explícitamente reconocido por ellos desde su nacimiento).

Ahí surge el gran dilema que, probablemente, todavía no hemos sabido desentrañar del todo: ¿se une a Podemos sólo para alcanzar el colchón de la Moncloa y el billete gratuito para el Falcon?, ¿o lo hace porque los objetivos y las estrategias políticas de Podemos le seducen más que las de la socialdemocracia, que se supone que el PSOE tenía que representar?

O, y es lo más probable, por una mezcla de las dos.

«Cada vez quedan menos dudas de que la hoja de ruta que sigue Sánchez es la del comunismo podemita»

Que le gusta La Moncloa, el Falcon y pasear su palmito por todo tipo de foros extranjeros (en España hace tiempo que no puede pisar la calle sin ser abucheado) está fuera de toda duda. Que para conseguirlo tenía que conceder algo de poder y prebendas a los podemitas, también.

Pero, después de más de tres años de ejercicio conjunto del poder con ellos, cada vez quedan menos dudas de que la ideología de Sánchez y su gobierno, la brújula que rige sus políticas y la hoja de ruta que sigue es la del comunismo podemita, ese comunismo, que, desde Laclau y Chávez, esconde su nombre, pero que, desgraciadamente, está más vivo que nunca.

Ejemplos evidentes de cómo Sánchez sigue la brújula podemita los hay a montones. Citemos sólo algunos: su forma de tratar a la cabeza de nuestra monarquía parlamentaria, su ataque decidido y continuado a la división de poderes, su desprecio amenazante hacia los empresarios o su ocupación sectaria de todas las instituciones del Estado son ya suficientes pruebas de la podemización del partido sanchista.

Pero hay mucho más. Hay quien piensa que la socialdemocracia clásica está acabada en los países desarrollados de Occidente. Por una sencilla razón, porque el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos hace ya décadas que esos mismos ciudadanos descubrieron que es en el capitalismo y en la gestión de los partidos liberal-conservadores donde mejor pueden alcanzarlo. En España esto está archidemostrado: la economía y el empleo siempre han colapsado con los gobiernos socialistas y se han reanimado y progresado con los del PP.

De ahí que, huérfano de ideas socialdemócratas, Sánchez haya abrazado con entusiasmo la ideología podemita, esa ideología que llaman el «socialismo del siglo XXI». Así, él y sus aliados pretenden ser los auténticos y únicos libertadores de las minorías oprimidas: mujeres, homosexuales, trans, indígenas, gordas, nacionalistas, animales y, por supuesto, el planeta Tierra.

«Irene Montero se ha convertido, ‘de facto’, en la ideóloga más influyente del Gobierno»

Y de ahí que en su Gobierno la política relativa a la mujer haya sido uno de sus ejes centrales, si no el más central. Alguien pudo pensar que entregar el liderazgo de esa política a Podemos era una forma barata de pagar su apoyo para lo del Falcon. Pero estaba equivocado, Irene Montero se ha convertido, de facto, en la ideóloga más influyente del Gobierno, la que les ha marcado el paso a todos en cuestiones clave. Por muy disparatadas y siniestras que sean muchas de sus propuestas, pero que están en la línea de su objetivo último, que es acabar no ya con el capitalismo, que también, sino con todo lo que hemos conocido como civilización occidental.

Lo hemos visto con la ley del solo sí es sí. Sánchez estaba entusiasmado con una ley, que, decía, iba a ser imitada por el resto de países civilizados. Una ley que pasó por la Comisión de Subsecretarios, presidida por Bolaños, que presume de ser un acreditado jurista y que no fue capaz de detectar los demenciales defectos formales que encerraba y que están sirviendo para sacar a la calle a centenares de violadores y pederastas. Pero es que, aparte de esos defectos formales, el fondo de la ley, como sí saben los podemitas que la han redactado, es todavía peor, porque se trata de un ataque frontal a una serie de principios fundamentales del Derecho: la presunción de inocencia, la igualdad inviolable de todos ante la ley y el deber de las acusaciones de demostrarlas.

Porque, con la excusa de defender a las mujeres, estos comunistas del siglo XXI quieren llevarse por delante, con el entusiasta liderazgo de Sánchez, valores e instituciones fundamentales de la civilización occidental.

«Ante el fracaso práctico de esta ley, en cualquier democracia tendrían que haberse producido dimisiones»

Ante el fracaso práctico de esta ley, que presentaban como uno de los logros esenciales de este Gobierno, en cualquier democracia tendrían que haberse producido dimisiones. O la de todo el Gobierno, con la convocatoria de elecciones generales. O, al menos, la de los ministros responsables del desaguisado, Montero y Bolaños, como mínimo. Sin embargo, aquí no dimite nadie ¿Por qué? Desde luego porque algunos no tienen dónde irse. Pero también porque, por ejemplo, mientras tengan el poder, el fiscal general del Estado no actuará contra la secretaria de Estado de Igualdad, Rodríguez ‘Pam’, que ha colgado en Twitter un vídeo en el que se la ve orgullosa de liderar a un grupo de chicas que cantan entusiasmadas: «¡Qué pena me da que la madre de Abascal no pudiera abortar!».

Por el contrario, tendremos que seguir soportando que, con nuestro dinero, ese Ministerio de Igualdad, líder ideológico de este Gobierno, en el que algunos quieren parecer eficaces tecnócratas, edite vídeos repugnantes para explicar a los ciudadanos cómo tienen que ser sus relaciones sexuales, en uno de los ejercicios de totalitarismo más rechazables que he visto en mi vida.

A Sánchez le gusta el Falcon, desde luego. Pero le gusta aún más el ideal podemita y para alcanzarlo no acepta ningún freno, ni moral ni estético. Y ya conocemos sus armas principales: la mentira y el odio, y ahí está la mención a Feijóo cuando la portavoz del PP le preguntaba por el caso del ‘Tito Berni’.

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