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Esperanza Aguirre

La educación, arma de destrucción masiva

«Las autoridades españolas proponen normas para que los colegios, que ya no transmiten conocimientos, sí transmitan los dogmas de la corrección política»

Opinión
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La educación, arma de destrucción masiva

Joan Subirats.

Con tanto jaleo con el vodevil del Tito Berni y los esperpentos de la ley del solo sí es sí y de la ley trans, pasan desapercibidas iniciativas de este Gobierno Frankenstein que llevan consigo efectos tremendamente perniciosos. Como, por ejemplo, el proyecto de Orden Ministerial del Ministerio de Universidades por la que se establecen los planes de estudios para obtener el título de Maestro de Educación Primaria (niños de seis a 12 años).

Si alguien quiere asomarse a un infierno de terminología pedagógica incomprensible no tiene más que consultar en internet ese proyecto de Orden. Y después de grandes esfuerzos para intentar entender algo de lo que en ese lenguaje farragoso se dice llegará a la conclusión de que para ser Maestro de Primaria, según este proyecto, hay que conseguir 240 créditos.

Las asignaturas, que la Orden llama módulos, con las que se consiguen los 240 créditos, tienen nombres inexplicables: desde «Investigación para la innovación educativa en la profesión docente» hasta «Fundamentos de la inclusión educativa y atención a la diversidad».

Pues bien, de esos 240 créditos sólo hay 48, que se puede interpretar que están destinados a que los futuros Maestros conozcan las asignaturas que luego deberán enseñar a los alumnos. Son los que corresponden a los siguientes ocho módulos (insisto, asignaturas):

1. «Enseñanza de las matemáticas»

2. «Enseñanza de las ciencias sociales»

3. «Enseñanza de las ciencias de la naturaleza»

4. «Enseñanza de la lengua y literatura»

5. «Educación plástica y visual»

6. «Educación física»

7. «Enseñanza de la lengua extranjera»

8. «Enseñanza de la música».

Cada uno de estos módulos o asignaturas vale seis créditos. Lo que quiere decir que al estudio de las Matemáticas, la Lengua, las Ciencias Sociales (que es una manera de llamar a la Geografía y a la Historia), etc, los estudiantes de la carrera de Maestro le dedicarán sólo el 2,5% del tiempo y el esfuerzo a cada una de esas asignaturas. La suma de todas ellas es el 20%. El 80% restante lo ocupan materias que son ideológico-dogmáticas. De la ideología y los dogmas de la corrección política, que ésa sí que es la ideología dominante en el mundo educativo español.

«El estudio de las Matemáticas ocupará sólo el 2,5% del tiempo de la formación de futuros maestros»

Que el estudio de las Matemáticas ocupe sólo el 2,5% del tiempo de la formación de futuros maestros encargados de sentar las primeras bases de los conocimientos aritméticos y geométricos de nuestros escolares ha escandalizado, con toda lógica, a los miembros de la Real Sociedad Matemática Española, que ya ha levantado su voz de protesta. Pero, también con toda lógica, tendría que escandalizar a todos los ciudadanos españoles. Y lo que se dice de las Matemáticas habría que ampliarlo al resto de las asignaturas.

Constatar hasta qué punto a los responsables de nuestro sistema educativo les importa poco, por no decir que prácticamente nada, el contenido de lo que los maestros enseñen, nos lleva a plantear en profundidad un debate crucial, que es clave, no sólo en la política educativa, sino en el papel que la educación debe ocupar en nuestra sociedad.

Hasta hace poco lo que los ciudadanos de los países occidentales esperaban de sus sistemas educativos es que transmitieran a los alumnos los saberes que nuestra civilización occidental había ido acumulando a lo largo de los siglos.

Las políticas educativas han hecho que la escuela haya ido dejando paulatinamente el papel de transmisora del saber para, en su lugar, convertirse en un sitio donde los alumnos tienen que pasárselo bien, sin tener que memorizar nada, sin sufrir el estrés de los exámenes y, por supuesto, sin pasar por la terrible humillación de que el profesor les diga que no se saben la lección.

Que el niño no lo pase mal es el eje de la educación contemporánea. Sin tener en cuenta que esforzarse es, muchas veces, la mejor manera de pasarlo bien de verdad.

«La izquierda ha considerado la educación como un coto cerrado y propiedad privada suya»

Eso sí, cada vez más, los legisladores y las autoridades españolas proponen, con leyes y reglamentos, normas e indicaciones para que los colegios, que ya no transmiten conocimientos, sí transmitan los valores ideológicos de los que he hablado antes: los dogmas de la corrección política, hoy convertidos en esa ideología dominante que llamamos wokismo.

Esto ocurre, desde luego y como vemos en este caso, con las políticas de la izquierda, pero muchas veces también los políticos de derechas caen en las trampas que les tiende la ideología dominante en el ámbito educativo, que es, desde hace décadas, el pedagogismo woke, y no se atreven a plantar cara a los disparates, como este programa de estudios de la carrera de Magisterio.

Desde principios del siglo pasado, la izquierda ha considerado la educación como un coto cerrado y propiedad privada suya, hasta tal punto que jamás ha aceptado llegar a ningún tipo de pactos educativos con la derecha.

Por eso, cuando se contemplan desafueros como los que contiene este proyecto de Orden Ministerial, se hace más necesario que nunca incitar a los partidos de la derecha a estudiar en profundidad todos los elementos que la ideología izquierdista ha incluido en el fondo y la forma de nuestro sistema educativo, desde la Primaria hasta los Doctorados de las Universidades. Hay que criticarlos radicalmente para, después, presentar a los ciudadanos un modelo educativo distinto del que sufrimos ahora. Tarea verdaderamente difícil porque muchos de esos elementos progres ya han cristalizado y son aceptados como verdades indiscutibles por muchos ciudadanos. Pero este es un asunto de capital importancia y en él nos estamos jugando todo lo que es y va a ser nuestra sociedad.

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