Tamames y la «supernación»
«Si sugiere que España sea una confederación de naciones o si se trata de ceder más soberanía a las autonomías para bendecir las taifas oligárquicas, que lo diga»
Es cierto lo que dice Jorge Bustos en su entrevista a Ramón Tamames para El Mundo: es el candidato quien usa a Vox y no al revés. El catedrático está empeñado en tener su momento de gloria y no habrá nada quien lo detenga. Convertirá su discurso de la moción de censura en una conferencia sobre su pensamiento, al margen de la responsabilidad de sus propuestas o de la certeza de sus juicios.
La referencia en dicha entrevista a España como «supernación» -lo que también se llama «nación de naciones»- es la culminación del disparate y la ignorancia. Asusta en un catedrático con tropecientos libros a su espalda. Dice el académico de Ciencias Morales y Políticas que fue Pi y Margall quien «inventa» el término «nacionalidades» en 1876 y el primero que lo emplea en el sentido de «nación». Falso. Es muy anterior. Lo vulgarizó Mazzini tras 1848 para el caso italiano, y lo usó Juan Antonio Saco, gran intelectual hispanocubano, en la década de 1850.
Hombre, don Ramón, mal vamos así. Lo primero, porque tener a Pi y Margall como modelo de buenas ideas y mejor gobierno es no haber entendido nada del siglo XIX ni de los nacionalismos. Imagino que no será necesario recordar que aquel catalán fue el inventor de La Federal, un proyecto que partía de disolver la soberanía nacional y establecer la soberanía de los cantones para luego, si acaso, reconstruir España con pactos. Así se fraguó el caos de 1873. Cuando tres años después Pi y Margall terminó su obra Las nacionalidades, no mejoró mucho. Propuso entonces la federación de esos «grupos humanos» definidos por la historia, el territorio, la lengua y la raza. Ninguna de esas categorías es indiscutible ni científica.
«Una nacionalidad, tal y como recoge nuestra Constitución, es una nación sin soberanía política»
Además, una nacionalidad, tal y como se usaba entonces y recoge nuestra Constitución, es una nación sin soberanía política. A esto Tamames no llega. Esa condición es la razón de que la soberanía resida en la nación española, porque el resto son regiones y nacionalidades; es decir, entes sin soberanía.
Si tal y como quiere el candidato que presenta Vox se reforma el Estatuto de Cataluña para incluir que esta nacionalidad es una nación, se rompe el artículo 2 de la Constitución. La nación catalana y la española estarían situadas al mismo nivel jurídico. Esto no tiene más que una consecuencia: la capacidad de las autoridades catalanas, como soberanas de su nación, para declarar la independencia. Esto es de 1º de Derecho Internacional y Filosofía Política. Sinceramente, creo que es más directo que Tamames sostenga el derecho de autodeterminación de los pueblos, como hacía cuando era comunista.
Además, el candidato Tamames pone ejemplos anacrónicos. Dice que Cervantes dijo que era de la «nación toledana» por haber nacido en Toledo. A ver, catedrático, el concepto de nación en el siglo XVII no tiene nada que ver con el que adquirió a finales del XVIII, y menos en 2023. Le recomiendo el estudio de la obra de Reinhart Koselleck para que entienda la historia de los conceptos; esto es, el significado que se da a las palabras en cada época.
En su desvarío Tamames asegura que si no se reconoce la palabra «nación» para Cataluña por una mera cuestión «semántica», iremos a una «guerra civil». Vaya. A estas alturas el catedrático debería saber que no es una cuestión de palabras, sino de libertad. Al final, con esta amenaza, la propuesta de Tamames da por bueno el pisoteo de lo español en Cataluña en las últimas décadas, algo contra lo que combatió con éxito Ciudadanos, por ejemplo. Y no solo esto, sino que regala la victoria a los autoritarios nacionalistas para que profundicen en la marginación de los catalanes que no comulgan con su dogma.
Eso de «guerra civil» por no aceptar la nación catalana, la verdad, suena a intoxicación nacionalista, a esa misma que presenta la guerra de 1936 como un conflicto entre España y Cataluña, entre fascismo y democracia. Este disparate no sorprende al lector atento porque Tamames en su libro Breve historia de la guerra civil (2011) asume toda la panoplia interpretativa del estalinista Tuñón de Lara.
«Una nación no pude ser multinacional. Es una contradicción»
La puntilla de Tamames es la «supernación». No sé qué dirán en la Academia de Ciencias Morales y Políticas a la que pertenece el catedrático, pero una nación no puede ser multinacional. Es una contradicción. La fórmula «nación de naciones» es imposible porque la soberanía nacional no se puede dividir en soberanías nacionales de las partes que conforman la «supernación». Es un imposible ontológico y jurídico. Más fácil: dos personas no forman una sola persona, a no ser, claro, que sea esquizofrénica.
Si con «supernación» Tamames sugiere que España sea una confederación de naciones, que lo diga. En este caso sí sería volver a Pi y Margall y al caos de 1873. Felicidades. Si se trata, en cambio, de ceder más soberanía a las autonomías para bendecir las taifas oligárquicas, a lo Jordi Pujol y familia, o en plan Miguel Ángel Revilla, que lo proponga.
Es verdad que la moción de Tamames va a ser una «opinión libre», como dice Abascal. Por supuesto. Pero también es cierto que Vox nos podría haber librado de la obligación de escuchar su conferencia condescendiente, innecesaria y desfasada, justo cuando el país y nuestra democracia no pasan por el mejor momento.