Legislar por legislar
«Si no tenemos suficiente con la ‘ley trans’ y la del ‘sólo sí es sí’, se nos avecinan la del Bienestar Animal, la de Vivienda y la de Familia, a cual más explosiva»
«Que Dios nos pille confesados», repetía mi abuela cada vez que se anunciaba una novedad. Ahora, a pesar de la laicidad en la que vivimos, los políticos de la izquierda podemita han inventado una nueva letanía: «Que las elecciones nos cojan legislados». Quieren asegurar que las creencias de su partido se conviertan en palabra de ley, sin dejar nada al libre albedrío, a los juristas o al sentido común. Saben que muchas de las nuevas normas no podrán cumplirse por falta de presupuesto público o por los arraigados hábitos de la ciudadanía. Da igual. Con sus sermones, buscan el titular y la foto del día. Las consecuencias ya las asumirán otros. Se trata de legislar por legislar.
El Plan Anual Normativo de 2023 recoge aprobar en este ejercicio tres leyes orgánicas, 33 ordinarias y 81 reales decretos. Si no hemos tenido suficiente con la ley trans y la del sólo sí es sí, se nos avecinan la del Bienestar Animal, la de Vivienda y la de Familia, a cual más explosiva. Tres leyes orgánicas en marcha mientras en el Consejo de Ministros vuelan los puñales entre ministros del PSOE y de Podemos. ¿No hay legislación suficiente en esos campos como para quedarse quietos unos meses y dedicarse a lo prioritario? A que las leyes vigentes se cumplan.
El baile político, dicen, no puede parar, aunque la ciudadanía le dé la espalda. En el Día de la Mujer hubo menos manifestantes que en 2019. Las ministras socialistas se mantuvieron alejadas de las de Bienestar Social y de Igualdad. A pesar del fiasco de la ley del sólo sí es sí, siguen en sus puestos Irene Montero y ‘Pam’ Rodríguez, su deslenguada secretaria de Estado, mientras Feijóo se frota las manos por su continuidad.
Mientras, Ione Belarra nos prepara la Ley de Bienestar Animal. Miedo nos da a los dueños de mascotas. Cada día, cuando sacamos al perro, hay una nueva noticia (fake o verdadera) en el parque. Que si nos van a pedir un carnet de propietario de animal de compañía, que si los niños no podrán pasearlos, que nos van a decir hasta las horas que nuestro perro podrá estar solo en casa… según tamaño, peso y raza.
«Tal y como está, la mitad de los apartados de la Ley de Bienestar Animal es inviable»
He intentado leer el último borrador de esa ley. Tal y como está, la mitad de sus apartados son incumplibles por falta de presupuesto, escasez de personal funcionario o, simplemente, por meterse donde nadie les llama: en la vida doméstica de las familias. Quien ha inspirado la norma parece conocer el campo tras pasar un fin de semana en una casa rural. Tanto buenismo inquisidor -plagado de comisiones para revisar hasta la salud de las cotorras- es inviable.
He vivido varios años en la sierra alentejana de Portugal, donde aún hay pastores y canes que guían y protegen a decenas de ovejas. Horacio, el hombre más bueno y amable que he conocido, reside cerca de nuestra casa; pasa por delante cada mañana, a las siete, y conduce el rebaño buscando hierba fresca. Le ayudan sus cinco perros, aunque quien manda es un inteligente collie, que lleva el pastoreo en la sangre.
El pasado verano una de las tres hembras del pastor parió una bonita camada de diez cachorros. Estábamos con amigos urbanitas, padres de niñas adolescentes, y quisieron ver de cerca a los bebés. No pudimos ir esa tarde, pero pasamos al día siguiente. No quedaba ni uno. «Los he matado; siempre los sacrifico el primer día, para que no sufran ellos ni yo», nos contó Horacio. «Otras veces son los mismos perros quienes acaban con los cachorros», añadió. Las niñas quedaron horrorizadas de la crueldad de la vida natural.
La nueva ley animal va a prohibir el sacrificio -salvo la eutanasia-; aboga por la esterilización de las mascotas, sean perros, gatos o aves. Algo imposible en el mundo rural y, en el caso de las palomas urbanas, sanitariamente poco recomendable.
En Portugal, donde ya llevan unos años con una ley animalista similar, se empiezan a ver las consecuencias. Se prohibió el sacrificio en las perreras y, ahora, los refugios están a rebosar. Como no admiten nuevos ingresos, la gente suelta los perros en el campo, donde empiezan a aparecer jaurías de perros hambrientos, asilvestrados.
Peor es la situación con los jabalíes en gran parte de la Península Ibérica. No hay vacunas esterilizadoras ni jaulas (como las colocadas en Barcelona) que acaben con la plaga de estos animales. Los ecologistas urbanos, contrarios a la caza, parecen desconocer que las hembras paren dos veces al año, con camadas de media docena de jabatos por embarazo. Sin depredadores como el lobo o el oso, solo la caza puede impedir que se sigan multiplicando.
«El ardor ideológico suele acabar en normativas incumplibles»
No se trata de legislar más, sino de legislar bien. ¿De qué ha valido tanta ley educativa y la última promovida por Isabel Celaá? España sigue a la cola europea en abandono escolar, con un 13,9%; en Portugal, que toca poco los planes educativos, es del 5,9%. ¿De qué sirven tantas normas para la vivienda de alquiler si sólo han conseguido reducir la oferta y aumentar las rentas? La única solución es edificar más pisos sociales o que el Estado se responsabilice de los inquilinos que no pueden pagar sus alquileres (lo va a hacer Portugal).
Las intenciones del legislador son siempre buenas, pero las recientes experiencias nos muestran que los efectos son tremendos. El ardor ideológico suele acabar en normativas incumplibles. El trofeo al legislador más entusiasta y original lo ostenta Abel Caballero. El carismático alcalde de Vigo te multa con 750 euros si te pilla meando en el mar. En fin.
Por favor, revisen las leyes con calma y déjennos un ratito en paz. Legislar por legislar sirve para bien poco.