THE OBJECTIVE
Eduardo Laporte

Si la vida no te da limones, apúntate a 'Pasapalabra'

«Si no has heredado ningún piso y tu tío en América se fundió el oro en mariscadas, apúntate a un concurso. No serás el primero»

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Si la vida no te da limones, apúntate a ‘Pasapalabra’

Rafael Castaño | PasapalabraA3 (Twitter)

La Constitución española debería incluir un párrafo en el que se recordara que «todos los españoles tienen derecho a concursar, con ánimo de lucro, en aquellos programas televisivos de entretenimiento dotados con cuantiosos premios en metálico». Tendría un efecto similar al del apartado dedicado al derecho a la vivienda. Si la vida no te limones, te da derechos. Tiene usted derecho a plantar un limonero en su casa, siempre que tenga, claro, un jardín habilitado para ello y se cumpla con la normativa vigente en lo tocante a raíces de árboles frutales domésticos. 

Porque el escenario actual no promete muchos más horizontes de esperanza para el español joven medio. El otro día hablé con un médico residente que me confesó que ya había renunciado a las guardias, por muy bien pagadas que estén. En realidad, no tanto, a razón de diez euros la hora, claro que si metes 24 horas seguidas… ¿En qué cabeza cabe que un médico residente trabaje sin dormir, tres turnos seguidos, tomando decisiones que afectan a la salud básica de las personas? «Cometemos errores», claro. 

Semejante sindiós en algo que debería estar regulado con rigor suizo (por ejemplo) ilustra bien otros sindioses a los que nos enfrentamos a diario. Cualquier trámite administrativo, ya sea pedir un subsidio por desempleo o la ayuda por los 200 euros, convierte lo kafkiano en divertido. Más fácil parece cobrar la ayuda por familia numerosa, como nos demuestran sonrojantes casos recientes, como los de Ossorio, Serrano y Mónica García. ¿Están locos estos políticos?

«Mientras, la AEAT nos sigue cobrando con dicho rigor suizo sin preocuparse por corregir las más flagrantes faltas de ortografía en sus comunicaciones»

Tampoco sabemos si cobraremos pensiones, ni cómo, ni cuándo, mientras en Francia salen a la calle porque sí han leído bien los periódicos. Aquí, esa información relevante queda eclipsada por el ruido mediático habitual, que si las chaquetas de Tamames o la bisexualidad de Pam. ¿Por qué no una formación gratuita, para trabajadores por cuenta propia y ajena, en todas aquellas cuestiones de índole fiscal? La Seguridad Social: esa gran desconocida. Mientras, la AEAT nos sigue cobrando con dicho rigor suizo sin preocuparse por corregir las más flagrantes faltas de ortografía en sus comunicaciones: Abonaré AEAT, 2.023. 

No sabíamos si escribir solo o sólo, pero la Agencia Tributaria nos condena al peor error: ¡el puntico! Y la RAE, inmutable.

Por todo ello, hacer como Rafa Castaño —el flamante vencedor de ‘Pasapalabra’ frente al tenaz Orestes Barbero (al que se enfrentó en 197 ocasiones)—, se antoja una opción más que recomendable para no suicidarse. Para poder aspirar a un piso donde te quepan las cosas y haya ventana en el baño, para poder irte de vacaciones una vez al año y hacer un regalo, si surge, a quien te invita a una boda. Para rozar, al menos, esa vida que los protagonistas de aquella peli de Garci, ‘Las verdes praderas’, acaban despreciando. Porque para quemar la segunda residencia, primero hay que tenerla. 

Rafa Castaño podrá hacerse con un buen chaletón con piscina con los 2,3 millones del premio, adelgazado fiscalmente, eso sí, a algo más de uno, y obligado después al peaje demagogo de alegrarse por ello. Qué felicidad contribuir con un millón de euros a una Sanidad pública en la que todos creemos pero que a la hora de la verdad no está, o está para dentro de un mes, mientras nuestro tumor crece en formas malignas.

Si la vida no te da limones, no hagas naranjada. Si no has heredado ningún piso y tu tío en América se fundió el oro en mariscadas, apúntate a un concurso. No serás el primero. Si preguntas a periodistas y demás profesionales del mal vivir, te podrán contar su experiencia. Yo mismo pasé por esos platós, un día en que me levanté más cansado que el médico residente desertor tras una jornada extenuante de redacción ganapán corporativa. 

«Aún no había descubierto que lo que da la felicidad es el dinero bien ganado. Haciendo aquello que sabes y te gusta hacer»

«Eduardo, es periodista —me presentó Christián Gálvez bajo los rutilantes focos y una cifra mareante en movimiento: 378.048 euros” —. ¡Danos un titular!». Entonces pronuncié aquello de «El dinero SÍ da la felicidad», de lo que más tarde me arrepentiría. Primero, porque no pasé de la primera ronda, ante una rival, Susana García, que luego se hizo con el bote, y, segundo, porque aún no había descubierto que lo que da la felicidad es el dinero bien ganado. Haciendo aquello que sabes y te gusta hacer. 

Pero en este estado nacional de las cosas, quizá el único camino medio sensato para lograrlo sea apuntarse a un concurso. Y cuando te pregunten qué quieres hacer con el dinero, responder: «Trabajar, por fin, para llegar a ser quien soy».

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