Ícaros de la política española
«Volar cerca del sol te puede hacer creer grande, mientras te quema y destroza las alas. Yolanda Díaz lo sabe: Pedro Sánchez siempre gana este tipo de partidas»
La resaca de la moción de censura nos deja alguna que otra certeza indiscutible: todos ganaron. Al menos, eso es lo que se desprende de los análisis en los confines de cada partido. No ha habido grandes sorpresas en la prescripción pública hasta el momento. Los analistas han evaluado los resultados del debate según donde estén situados. Lo que viene siendo, por otro lado, el mediático pan nuestro de cada día. Sánchez muy mal, Sánchez muy bien. Tamames inmenso, Tamames inane. Díaz es todo fineza, Díaz es el vacío. Y todo sazonado con muchas exclamaciones y golpes de pecho. Aunque sepamos que los efectos electorales de este aburrido espectáculo parlamentario sobre el mapa electoral van a ser nulos, más allá de aumentar el número de encuestas de opinión e intentar colocar relato. Quizá el único lugar común de la moción es que tanto tirios como troyanos creen que la gran derrotada fue la oposición gubernamental del Gobierno. Es decir, Ione Belarra e Irene Montero. Las miradas de las dos son la prueba fehaciente y cotidiana de que no saben cómo van a poder salir de esta.
Están aturdidas, no hundidas. Contra el parecer general, sin embargo, se puede sostener que la moción se ha convertido en una batalla perdida para Unidas Podemos, pero esta derrota les puede ayudar a ganar la guerra en ese espacio de confluencias malavenidas que buscan un frente amplio desde el azulejo que comparten. Los discursos evidenciaron que el matrimonio de conveniencia entre Sánchez y Díaz es la apuesta a la que se agarran los dos para las próximas generales. Quizá lo único transparente en nuestro presidente son sus estrategias electorales. Díaz es ahora mismo la viva imagen de Ícaro en la política española. Volar cerca del sol te puede hacer creer grande, mientras te quema y destroza las alas. Díaz lo sabe: Sánchez siempre gana este tipo de partidas y sus compañías lo pierden todo cuando dejan de ser útiles. Que se lo digan a antiguos ministros, colaboradores y demás fauna política. Díaz haría mal en dejarse embaucar y pensar que las voces que la encumbran son la realidad demoscópica. Se está subestimando la capacidad de Montero y Belarra – léase Unidas Podemos, sea lo que vaya a ser en el futuro- para sobrevivir en el corto plazo en unos ambientes donde aún tienen ascendiente. Lo que menos les preocupa a sus seguidores ahora es que no sepan hacer leyes.
«La agenda del PP, ya sea por acción o por omisión, va a estar tensionada por Vox»
La única persona que ha salido voluntariamente del foco estos días es Alberto Núñez Feijóo, mientras se reunía de nuevo con Ursula von der Leyen para recordarnos que sigue siendo una dirigente conservadora. Esta moción ha demostrado una vez más que la agenda del Partido Popular, ya sea por acción o por omisión, va a estar tensionada por Vox y sus intentos de marcar los temas de debate. Desde la derrota del segundo Aznar, aunque fuera en la efigie de Mariano Rajoy, el PP ha ido maniobrando entre la reactividad a las propuestas socialistas y la defensa de su buen hacer en la gestión de los recursos. La tecnocracia no vende ya más allá de momentos de crisis. Este marco te puede hacer ganar unas elecciones como las que vienen. Poco más. Por otro lado, cuando Pablo Casado quiso rearmar ideológicamente las siglas, el ejercicio se quedó en una reacción a Sánchez. ¿Dónde está el socialismo? Pues nosotros en el otro lado. En ocasiones, hasta se han escandalizado de directrices europeas que han sido impulsadas por el Partido Popular Europeo por el mero hecho de que este Gobierno las hizo norma.
A estas alturas Núñez Feijóo ha lanzado un nuevo laboratorio de ideas, Reformismo 21, con el que pretende alimentar a su posible consejo de ministros e impulsar un gran proyecto sin etiquetas. Sospecho que las etiquetas son necesarias y que tendrá complicado esquivar la poderosa red de palabras tribales que ha ido generando la derecha, tanto entre sus militantes como entre sus líderes de opinión. Eso sí, haría bien el presidente popular en buscar la manera de pensar un conservadurismo –¡claro que las etiquetas importan!- diferente. Hay campos en los que el PP debería recuperar posiciones y formular ideas para que no se lo apropien los del otro lado: el estado de bienestar, la ecología, la igualdad… Porque Núñez Feijóo también puede ser Ícaro. Su sol no será Sánchez, sino una probable y escueta victoria electoral asentada en el hartazgo popular y no en una propuesta razonable de gobierno.