THE OBJECTIVE
Miguel Ángel Benedicto

El equilibrista de Moncloa en China

«Pedro Sánchez juega con fuego en su visita a China. Está dispuesto a subirse al alambre de la negociación de un plan de paz en Ucrania liderada por Pekín»

Opinión
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El equilibrista de Moncloa en China

Pedro Sánchez y Xi Jinping.

El camino hacia el encuentro interestelar entre Pedro Sánchez y Xi Jinping, que nos dibujan desde Moncloa, está lleno de meteoritos. Sin embargo, ni el Falcon es el Halcón Milenario ni el presidente español es Han Solo por mucho que el ministro Bolaños se empeñe en ello. 

El Maquiavelo de Moncloa visita al nuevo Mao chino en un momento delicado tras la reunión que Putin y Xi Jinping mantuvieron en Moscú y en la que hicieron gala de una amistad llena de peligros para Occidente. El presidente chino busca el acercamiento y, quizás, la división de la Unión Europea tras el brutal cierre de China por la pandemia de la covid-19 y su guerra fría con los Estados Unidos. 

Sánchez buscará coronarse como el mediador que consiguió poner en marcha un plan de paz durante la presidencia española, mientras Xi busca entronizarse como líder internacional en el desorden mundial que nos rodea. Tras conseguir la reconciliación entre Irán y Arabia Saudí en el escenario de Oriente Medio por dejación estadounidense, el líder comunista trata de ganar tiempo para evitar una derrota rusa y que el foco de Washington solo se dirija a Pekín

Aunque Sánchez no va en representación de la UE y ha subrayado que es una visita de Estado, Xi es consciente de que España presidirá la UE en el segundo semestre del año, momento en el que podremos vislumbrar cómo va el frente ucraniano. Tras la visita de Sánchez, también viajarán al gigante asiático el presidente francés Macron, la presidenta de la Comisión Von der Leyen y el Alto Representante Josep Borrell. Una auténtica catarata de reuniones con líderes europeos que ven al dirigente chino con la fuerza suficiente para cambiar el rumbo de la guerra e influir en su amigo y proveedor de energía barata. Xi sabe que algunos países europeos, como Francia, Alemania o España, no harían ascos a una negociación con Moscú; mientras los países del Este, encabezados por Polonia y con apoyo de la OTAN, serían partidarios de enviar más armas a Zelenski y debilitar a Rusia al máximo. Xi podría aprovechar la ambigüedad europea en favor de sus intereses para mejorar su imagen internacional como mediador y debilitar al mínimo a Putin en un futuro acuerdo de paz. La neutralidad china en el conflicto está en entredicho porque Xi todavía no se ha reunido con Zelenski y sí lo ha hecho varias veces con Putin. Sánchez corre el peligro de que China pudiera armar a Rusia en secreto o a través de países como Irán o Corea del Norte. 

«El presidente chino pretende remodelar el orden internacional surgido después de la II Guerra Mundial»

El presidente chino pretende remodelar el orden internacional surgido después de la II Guerra Mundial. Desde que Xi llegó al poder en 2012 la política exterior china dio un giro de 180 grados. Del perfil bajo por el que abogaba Deng Xiaoping se pasó con Xi a un mayor liderazgo y protagonismo con una diplomacia de país potente, más responsabilidades en el marco de Naciones Unidas y un desarrollo económico similar al de las grandes potencias a la vez que defiende su seguridad e integridad territorial. 

Desde 2012 hasta el 19 Congreso del Partido Comunista Chino en 2017, la relación de la UE con China fue de candidez al confiar en que la transición del gigante asiático llevaría a la democracia y al Estado de Derecho con el respeto y la protección hacia las minorías. Actualmente China disputa a Estados Unidos la supremacía económica mundial y, cada vez más, busca actuar como un norm-setter

Otro de los cometidos del viaje de Sánchez al país asiático es la mejora de las relaciones económicas. China es uno de los países de los que importamos más bienes y con el que tenemos un fuerte déficit comercial. El problema de España y de la UE con Pekín es que los lazos económicos con el gigante asiático son esenciales, pero sus valores y comportamientos destruyen las reglas del orden internacional del que Europa es uno de sus pilares fundamentales. China está lejos de valores europeos como el Estado de derecho, la libertad de expresión, el pluralismo político, la transparencia, la competencia leal o el respeto a los derechos humanos.

«El rumbo de Xi ha obligado a Europa a redefinir su política hacia China para reducir su dependencia económica»

En la cumbre chino-europea de abril de 2022, la Comisión Europea mandó diversos mensajes a Pekín para que no interfiriera en las sanciones a Rusia y le urgió para actuar en la búsqueda de la paz en Ucrania, sin que esto haya cambiado la neutralidad complaciente de China con Moscú. Este hecho se ha unido a una mayor beligerancia china con respecto a Taiwán y un enfriamiento de las relaciones tanto económicas como políticas. El rumbo asertivo, que Xi Jinping marcó en el XX Congreso del Partido Comunista Chino, ha obligado al Consejo Europeo a redefinir la política de Bruselas hacia China para reducir su dependencia económica en sectores económicos clave. Así, además de la salida de los países bálticos de la Iniciativa 17+1 que lidera Pekín, el nuevo Gobierno italiano de Giorgia Meloni parece por la labor de revisar e incluso salir de la Nueva Ruta de la Seda y el Ejecutivo alemán se ha visto dividido ante la entrada de capital chino en el puerto de Hamburgo que fue rebajada al 24% desde el 35% inicial. 

El conflicto entre Rusia y Ucrania y la ambigüedad del gigante asiático han acelerado las tendencias negativas en las relaciones entre Bruselas y Pekín. Los principales países de la UE revisan sus políticas comerciales y de inversión con Pekín a la vez que han fortalecido el lazo transatlántico, sobre todo en una OTAN que, en su Concepto Estratégico de junio de 2022, señaló que China desafía sus intereses, seguridad y valores y que junto a Rusia ha reforzado «los intentos de socavar el orden internacional basado en reglas».

Sánchez juega con fuego en su visita a China. El equilibrista de Moncloa está dispuesto a subirse al alambre de la negociación de un plan de paz en Ucrania liderada por Pekín. Los riesgos son muchos, pero la medalla que podría ponerse el presidente español, en caso de iniciar un acuerdo entre Kiev y Moscú durante la presidencia española de la UE, mejoraría su imagen a nivel nacional e internacional, y le beneficiaría de cara a las elecciones o a un futuro cargo en una organización internacional. 

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