Porque puedo

Pedro Sánchez ha ejecutado una reforma en el Gobierno. Llamarlo crisis sería exagerado, porque sólo ha sacado del Consejo de Ministros a Carolina Darias y a Reyes Maroto para que sean candidatas en las elecciones del 28-M.

A cambio ha metido a dos hombres: José Manuel Miñones y Héctor Gómez. El presidente del Gobierno mantiene la paridad y tiene dos candidatas de las que espera que, de alguna manera, sepan rentabilizar el haber ocupado un asiento ministerial.

Así que crisis…

Un cambio sin mayor trascendencia, máxime si consideramos que estamos a nueve meses de las elecciones… que, respecto a la fecha de elecciones, Pedro Sánchez también ha anunciado que llevaría la legislatura hasta el final.

En una democracia como la nuestra, el Legislativo se puede disolver en el momento en el que el presidente del Gobierno quiera. Los motivos pueden ser tan serios como que el Gobierno no puede aprobar leyes, porque no tiene apoyos para aprobarlas, y tan vacuos como ver a la oposición muy débil, así que aprovecha a renovar cuatro años de mandato cuanto antes.

Obviamente, la segunda es un poco inmoral y poco respetuosa con la institución democrática, pero, a fin de cuentas, poder, se puede. Al menos, la potestad existe.

Luego ya, cómo disfraces la excusa…

«Si el presidente comunica que va a llevar la legislatura hasta el final, lo que transmite es que hay estabilidad en el Gobierno»

Volvamos a hoy en día. Si el presidente del Gobierno comunica en año electoral que va a llevar la legislatura hasta el final, lo que está transmitiendo es que hay estabilidad en el Gobierno, que las decisiones las toma él y que lo hace porque, como decía Dalton Russell (Clive Owen en Plan Oculto): «Respecto al porqué […], es extremadamente simple: porque puedo». Es cierto, puede y necesita mostrar esa determinación en un momento en que no todo está saliendo como esperaba.

La dimisión de la directora de la Guardia Civil por una supuesta implicación de su marido en un caso de corrupción (algo que no quedará simplemente ahí), Tito Berni, el caso Mediador, la sentencia que anula el cese del coronel Pérez de los Cobos, las consecuencias de la ley del sólo sí es sí… Hagan su elección. 

Toda esta colección hace que Pedro Sánchez camine por una senda complicada, pero sabemos que en su ventaja juegan varios factores: el independentismo rema a favor de corriente y está hoy bien como está; Yolanda Díaz necesita momentum para lanzar su candidatura desde el Gobierno; Podemos necesita mantener un millar de cargos públicos en activo y cualquier alternativa al Gobierno actual sería más incierta, vistas las encuestas.

Así que las elecciones se van a diciembre y aquí yo pongo mis fichas en el 3 de ese mes y tengo mis motivos.

El primero es que el domingo 10 es el fin del puente de la Inmaculada / Constitución (que cada uno escoja aquí qué celebra). El segundo que unas elecciones en puente implican riesgo de mayor abstención y el PSOE no se puede permitir un lujo así. No se lo pueden permitir, porque, tradicionalmente, al PSOE le va mejor a mayor participación. El voto al socialismo suele ser un voto a la utopía (si Saint-Simon me leyera…), mientras que el voto a los conservadores es un voto de solución y pragmatismo.

Como la abstención favorece al que tiene más agarrado el voto y el voto al PSOE es más fluctuante, que haya una abstención mayor implica que el voto al Partido Popular, a Vox o al mismo PNV puede rendir más, porque ambos tienen una base de votantes más machacona.

De todas maneras, el PSOE viene arrogándose que el voto prestado es voto que impacta más en el Partido Popular, pero no debería despreciar su voto prestado, porque también lo tiene. Puede que en vez de prestado, sea activado y que muchos de los votantes que le dan grandes mayorías, se queden en casa cuando están decepcionados o desencantados, pero igual es voto a merecer, más que a dar por garantizado.

Es más: muchos de ellos votaron por Podemos cuando Podemos eran alegres y divertidos.

Y aquí es donde la situación toma una asíntota, porque el otro comentario del presidente del Gobierno fue aclarar que mantendrá la coalición de gobierno si el resultado lo permite.

Partimos de una premisa y es que Pedro Sánchez está impulsando que Yolanda Díaz ocupe la hegemonía del socio de Gobierno, desplazando a un Podemos que tiene, no ya una solvencia bastante erosionada, sino un problema de liderazgo descomunal.

Quién sabe, puede que Pablo Iglesias vuelva a oír ese «tic-tac» del que hablaba. Ya que no le funcionó en 2016, lo mismo ahora está marcando la llamada a su regreso.

«Sánchez necesita a Yolanda Díaz porque no sería prudente que la hegemonía de un pacto volviera estar en manos de Podemos»

De ahí la necesidad de Yolanda Díaz: necesita un catalizador a su izquierda, porque no sería prudente que la hegemonía de un pacto volviera estar en manos de Podemos y sería todo un acto de ironía por parte de la vida que el presidente del Gobierno volviera a perder el sueño por este tema.

Podemos lo sabe, sabe que está en retroceso (si no en «rompan filas») en función de lo que se vea este domingo en el Antonio Magariños y la puesta en escena revela ese respaldo del PSOE de Pedro Sánchez.

Porque en un polideportivo que, o lo llenas, o la sensación de fracaso puede ser arrolladora, una candidata sin partido ni afiliados… ¿de dónde va a sacar cerca de 2.000 personas?

Pues del PSOE y de huidos de Podemos… o ambos.

Por eso hoy Podemos opta por pedir primarias: porque sin primarias, no hay justificación para ceder tanto terreno. Porque unas primarias les darían una excusa, sobre todo, hacia Pablo Iglesias.

Porque Yolanda puede matar a Podemos: o por asfixia al cuello o por abrazo, que es otra forma de asfixia pero más tierna.

… y al primero al que interesa esa asfixia es a Pedro Sánchez, porque es más fácil lograr un bloque de gobierno con una izquierda semi-unida que con una izquierda deslavazada.