Encuestas electorales
«Si las cosas van como parece, podremos despedir del Gobierno a Sánchez y a sus amigos de la ‘coalición Frankenstein’. Y eso no parecen ser malas noticias»
Más de un analista político no puede entender por qué Pedro Sánchez, siempre según las encuestas, mantiene un apoyo electoral próximo al 25% de los votantes españoles. Según Juan Carlos Girauta, eso no se entiende habida cuenta «de la ristra de traiciones al sistema democrático, a la memoria de las víctimas del terrorismo, a la Cataluña constitucionalista, a los mejores servidores del Estado, a la honradez, a la estética y a los intereses exteriores de España, esa cuarta parte larga del electorado nos habla de un desapego que merece atención. Sobre todo porque la ristra es absurdamente copiosa. En puridad, bastaría con una sola de las canalladas para que el elector de izquierdas que desea el bien común se bajara de esa bola de demolición. Pactar con Bildu o modificar el Código Penal a la medida de los intereses de los golpistas, por ejemplo. O enviar a toda la escoria etarra al País Vasco para que allí la suelten. O el destrozo incalculable de la ley sueltavioladores. Una sola ignominia bastaría, pero es que hay avalancha. El cariz pernicioso de cada una de ellas es tan claro que en realidad no haría ninguna falta el esfuerzo sostenido por tantos analistas, muchos en estas páginas, para explicar el plan de desarme de nuestro sistema y valores».
Pero vayamos a ello con más serenidad, empezando por las encuestas electorales y escuchemos a uno de los especialistas. Me refiero a Amando de Miguel:
«La razón más corriente para votar a una u otra candidatura es que tal conducta sea consonante con lo que se estila en el grupo de referencia de los familiares y amigos del sujeto. Con todo, tal espíritu convergente no siempre se cumple. Hay, también, un voto rebelde o con personalidad, típico de los jóvenes o de las personas más politizadas».
«Lo que mejor funciona es lo que podríamos llamar el voto inercial. Simplemente, se emite una papeleta, que es la misma de los anteriores sufragios. Se da mucho por parte de las personas mayores o poco politizadas. Es el estrato de población considerado como mayoría silenciosa».
«Una conducta parecida a la anterior es la de los votantes que depositan la papeleta por una cuestión de inercia. Puede que les influyan los resultados de las encuestas. Por aquí se deduce la principal función del trabajo encuesteril: lograr que las previsiones se cumplan. Se comprenderá, ahora, que los dichosos sondeos se levanten para satisfacer las aspiraciones de los distintos partidos».
«Con algunas preguntas sobre el pasado se puede estimar el porcentaje de mentirosos en los sondeos»
No soy especialista en encuestas de opinión como son las encuestas electorales, pero sé que existe entre los que se dedican a ellas gente con gran olfato. Veamos algo de esas encuestas. Se trata de encuestas en las que los encuestados mienten («a quien quiera saber, poco y al revés»), y eso se sabe. Así las cosas, ¿cómo lo pueden empezar a corregir? Con algunas preguntas sobre el pasado, por ejemplo: ¿A quién votó usted en las últimas elecciones? Con la respuesta a esa pregunta se puede estimar el porcentaje de mentirosos porque lo que sí se conoce son los resultados electorales de esas últimas elecciones.
Pero yo me sigo preguntando: ¿es ese indicador el que se aplica automáticamente? La respuesta es no. Entonces, ¿cuál es el método de corrección? Nadie lo sabe y se llama cocina, pero la larga experiencia de algunos de esos adivinadores les ha hecho fiables y la mayoría de ellos dan suficiente ventaja al PP de Núñez Feijóo como para poder gobernar en solitario o con ayuda de Vox. Así que si las cosas van como parece los españoles podremos despedir del Gobierno a Sánchez y a sus amigos de la coalición Frankenstein. Y eso no parecen ser malas noticias.