THE OBJECTIVE
Francesc de Carreras

Sumar: ¿sopa de siglas o espacio propio?

«Es necesario un partido de izquierda socialista ante la perplejidad que suscita el actual PSOE. Sumar debe ser un nuevo partido, no una coalición de grupúsculos»

Opinión
16 comentarios
Sumar: ¿sopa de siglas o espacio propio?

Yolanda Díaz.

El presidente del Gobierno, hace apenas un año, declaró: «Seamos serios. Aquí va a haber un gobierno de coalición de la derecha con la ultraderecha o un gobierno de centro-izquierda con el PSOE y lo que represente el espacio de Yolanda Díaz». Pedro Sánchez sólo piensa en gobiernos, nunca en proyectos. El gobierno es lo único que le interesa: con quien sea, para lo que sea, pero el gobierno. Es su faceta claramente  populista. 

Me recuerda a aquel dirigente peronista que hace unos pocos años dijo que los radicales (el partido socialdemócrata argentino, para entendernos) están todo el día debatiendo que harán cuando lleguen al gobierno mientras que nosotros (los peronistas) sólo pensamos en cómo llegar al gobierno y una vez allí vemos lo que se debe hacer. Es una gran frase para entender qué es el populismo: una simple estrategia para alcanzar el gobierno, y mantenerse en él, haciendo sólo lo necesario para lograr estas finalidades, prescindiendo de todas las demás. Ni ideas, ni proyectos: sólo las poltronas. 

Pues bien, al cabo de un año el espacio del que hablaba Sánchez se ha empezado a configurar: se llama Sumar y se presentó el pasado domingo 2 de abril. La estrella es Yolanda Díaz, una mujer con una incuestionable capacidad de liderazgo. ¿Quién lo hubiera dicho cuando Sánchez la designó como ministra de Trabajo en el cupo de Unidas Podemos?

En efecto, en aquel tiempo, hace poco más de tres años, excepto en Galicia, era una perfecta desconocida, una abogada laboralista militante del PCE que había desarrollado actividades políticas y sindicales únicamente en su comunidad autónoma. ¿Qué sorprendía de su actividad como ministra? Que nada tenía que ver con Podemos: era discreta, rigurosa, dialogante y pactista. Lo contrario de Pablo Iglesias. No era populista, era comunista al mejor estilo europeo, el que en los años 70 se llamó eurocomunismo y que venía de más lejos, de Gramsci y Togliatti, entonces protagonizado por PCI de Berlinguer. 

«Yolanda Díaz demostró así una pericia inhabitual entre los ministros de Unidas Podemos»

Con este bagaje tuvo que hacer frente a un desafío muy complicado: la pandemia. Sanidad y Trabajo eran los ministerios más afectados. Se salió airosa de su difícil cometido: aplicó bien los ERTE, negoció la reforma laboral con sindicatos y empresarios, supo llegar a un acuerdo. Demostró así una pericia inhabitual entre los ministros (y ministras, permítanme esta innecesaria precisión) de Unidas Podemos. Se ganó un merecido prestigio, como Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid: antes de 2019 ambas eran perfectas desconocidas a nivel nacional (Ayuso incluso a nivel local). 

Cuando Pablo Iglesias dejó la vicepresidencia del Gobierno la designó sucesora: un error incomprensible del que ahora se arrepiente. Aunque quizás no tuvo más remedio: ni Montero, ni Belarra, ni Garzón daban la talla. No pensaba el líder populista que Yolanda Díaz, pocos meses después, empezaría a cavilar que se necesitaba una nueva fuerza política a la izquierda del PSOE distinta a Unidas Podemos, dada incapacidad que ésta demostraba y que se ha acelerado en los últimos meses  hasta llegar a un patético ridículo con las últimas leyes elaboradas por el Ministerio de Igualdad. Pablo Iglesias estuvo acertado en designar a Yolanda por su capacidad política, pero debía haber previsto a tiempo que no era de su partido, no era populista, venía de una tradición muy distinta: del socialismo de izquierdas.  

Esto último es lo que demuestra Sumar que se ha presentado en dos actos casi sucesivos: la intervención de la vicepresidenta en el debate de la moción de censura y el acto del pasado domingo. En la primera, Díaz demostró ser una mujer de Estado, en el segundo que tiene madera de líder y supo hacer el mitin apropiado. ¡Tiembla Pedro Sánchez! Quizás algún día te enteres de adónde has conducido al PSOE por tu ambición de poder y tu falta de principios. 

Yolanda Díaz presentó el domingo un proyecto desde sus principios, avisó de que era un plan a largo plazo y fue desgranando las líneas maestras de su contenido. Ambicioso plan, quizás equivocado en muchas de sus propuestas, pero muy distinto al funambulismo típico de Pedro Sánchez, aquel tan bien definido en la yenka: izquierda, izquierda, derecha, derecha, delante, p’atrás, un, dos, tres… 

Además, la nueva líder dijo una y otra vez que todo se debía hacer mediante acuerdos y pactos entre grandes mayorías, algo que nunca han practicado ni Sánchez ni Iglesias. Un mitin, además, en que no sacó a relucir los temas que nos han inútilmente ocupado: el feminismo de identidad (o queer), la memoria histórica (o democrática), la España plurinacional (o el derecho de autodeterminación de los pueblos), la democracia directa (con la pretensión de que es superior a la representativa), tampoco descalificó la España constitucional llamándola  «el régimen del 78», ni sacó a relucir la contraposición entre el pueblo y las élites o la crítica a los empresarios como representantes del mal. 

«Hay líder, hay proyecto y no se buscan poltronas. Pero ¿hay espacio político?»

Hasta el momento, de acuerdo con la presentación del domingo, el programa es vago e indeterminado, en momentos hasta poético (en clave galleguista, las citas de Celso Emilio Ferreiro o Rosalía de Castro), probablemente demasiado idealista, muy estatista al viejo estilo socialdemócrata de la postguerra, nada social-liberal. Ante el mismo uno puede plantearse con buenos fundamentos aquella exclamación de Josep Pla al contemplar a mediados de los años 50 la infinidad de luces de los edificios de Nueva York: «¿Y todo esto quién lo paga?». 

Probablemente fue un mitin con propuestas escasamente realistas.  Anunció Yolanda Díaz que en unas semanas  presentaría estudios con una cuantificación de los gastos, habrá ocasión de examinarlos. En todo caso, fue un mitin electrizante, un buen comienzo para una difícil travesía, el entusiasmo era visible. 

El problema viene de otro lado. Hay líder, hay proyecto y no se buscan poltronas. Pero ¿hay espacio político?. Si tuviera que dar el consejo que nadie me ha pedido, ni me pedirá,  le diría a Sumar que no cayera en la tentación de crear una nueva fuerza política sumando siglas de partidos o grupúsculos ya existentes sino, dado que la meta es el largo plazo, que lo unificara en un solo partido, un partido formado por personas y no por grupos.  Que se acuerde de los conflictos en Izquierda Unida o en Podemos, las confluencias son peligrosas, todos quieren ser cabezas de ratón, todos quieren su poltrona, la izquierda tiene una larga experiencia de fraccionalismo, por nada se pelean, aparecen los reinos de taifas. En resolver este problema está la clave del éxito. 

Es necesario para los equilibrios de nuestro sistema político un partido de izquierda socialista ante la perplejidad que suscita el actual PSOE, ese que ha mutado respecto a lo que había sido. Para ello Sumar debe ser un nuevo partido, no una coalición de partidos, debe servir para lo que significa  su nombre, no para restar, multiplicar y dividir… 

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D