La electomaquia
«Todos los que van a tocar su puerta pidiéndoles el voto en las próximas semanas, sin excluir a ninguno, son verdaderos campeones de la democracia»
«El día que se torea crece más la barba. Es el miedo. Sencillamente, el miedo. Durante las horas anteriores a la corrida se pasa tanto miedo, que todo el organismo está conmovido por una vibración intensísima, capaz de activar las funciones fisiológicas, hasta el punto de provocar esta anomalía que no sé si los miedos aceptarán, pero que todos los toreros han podido comprobar de manera terminante: los días de toros la barba crece más aprisa».
Juan Belmonte, matador de toros.
Manuel Chaves Nogales
Con la crudeza que acaban de leer arrancaba Manuel Chaves Nogales el capítulo 16 de la que es considerada como la obra literaria cumbre de todas las dedicadas al arte de Cúchares: Juan Belmonte, matador de toros, probablemente el libro que mejor ha descrito nunca la intimidad de un torero en un tiempo en el que, además, estos constituían la máxima expresión de la fama, el arte y la valentía en una España en la que el fútbol aún no se había convertido en el opio del pueblo.
Un miedo verde, espeso y silencioso cuyo intenso amargor tuve la ocasión de saborear gracias a la visita que realicé con Chapu Apaolaza a la capilla y al patio de cuadrillas de la plaza de Las Ventas en una de las corridas postineras del San Isidro previo a la pandemia y que se hizo cuerpo en la rigidez de las manos y los cuellos de los matadores en el momento en el que se calaron la montera y se enroscaron el capote de paseo sobre sus hombros pocos minutos antes de su encuentro con la muerte.
Una Jinda que por cierto me era y me es muy familiar, ya que -ustedes me perdonarán la comparación- se parece mucho a la que sienten los candidatos electorales las horas previas al comienzo de la campaña electoral.
Da igual si es un candidato novato o si son sus quintas elecciones, da lo mismo si se presenta en una pedanía murciana o en la capital de España, no importa al partido al que representa y es irrelevante su ideología; el canguelo ante el comienzo de la campaña los iguala a todos.
«Son ellos y solo ellos los que van a tener que ponerse frente al toro jugándose su alma, sus ideas y su reputación»
Y es que por muy bien organizada que esté la campaña, por muy completo que sea el programa, por muy propicias que sean las encuestas y por muy brillante que sea la estrategia, hoy, a seis semanas de la cita con las urnas, muchos candidatos son ya conscientes de que cuando suenen los clarines y redoblen los timbales son ellos y solo ellos los que van a tener que ponerse frente al toro jugándose su alma, sus ideas y su reputación.
Hoy, igual que le pasaba al Pasmo de Triana al poner un pie en el albero, los candidatos saben que solo disponen de una breve muleta para sortear al destino y que son más las posibilidades de acabar en la enfermería que de abrir la puerta grande.
Por eso, antes de que comience la campaña, les pido que sean conscientes de que todos los candidatos que van a ver en los carteles, mítines y farolas, todos los que van a tocar su puerta pidiéndoles el voto en las próximas semanas, todos ellos sin excluir a ninguno son verdaderos campeones de la democracia, héroes dispuestos a llevarse un revolcón que les ampute un miembro o destroce sus vidas y sus reputaciones con un solo objetivo, tratar de llevar a cabo sus ideas de mejora de los pueblos, ciudades y comunidades de nuestro país.
Ténganlo en cuenta estos días.