THE OBJECTIVE
Ricardo Dudda

Protocolo fantasma

«La polarización surge por creernos los estereotipos sobre el adversario: mi enemigo tiene chistera o ‘rastas’, y a partir de esa imagen construyo mi ideología»

Opinión
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Protocolo fantasma

Gustavo Petro y Félix Bolaños. | Europa Press

¿Por qué nos obsesiona tanto el protocolo? Hemos pasado varios días debatiendo sobre la polémica de los actos del Dos de Mayo en Madrid. Ha coincidido con otra tormentita protocolaria, mucho más pequeña: el presidente de Colombia, Gustavo Petro, de visita oficial en España, ha vestido un traje y corbata y no un frac en la cena de gala en el Palacio Real. Se ha justificado diciendo: «No me siento cómodo ni con la corbata, ni el frac. Es un símbolo que tiene que ver con élites, con la antidemocracia. Yo no me voy a poner eso». A la derecha española le ha indignado mucho: es una falta de respeto. La izquierda lo ha aplaudido: la verdadera revolución es la de las costumbres. 

Unos tienen una visión extremadamente solemne de la política, pura superficie protocolaria (el Rey es exactamente eso, un protocolo andante, carente de contenido): importa más la existencia de la norma que su contenido, es una especie de bálsamo. Otros creen que el capitalismo se derroca entrando al Congreso con zapatillas de deporte y rastas y cargando a un bebé en brazos, como hicieron los diputados de Podemos cuando alcanzaron el poder en 2015. La política es hoy la combinación de guerra cultural y protocolo. Es un debate de Mediaset que se ve interrumpido a veces por unas reglas extrañísimas y anticuadas. Ahora que se acaba Sálvame, la política tiene la oportunidad de cubrir el hueco. 

«La política se mueve entre los histerismos de la derecha y de la izquierda»

La situación siempre alcanza un equilibrio, gracias al histerismo de ambos lados. Hay una relación especular: la derecha reacciona exageradamente ante los desplantes anti-protocolo de la izquierda, y esta entonces encuentra en esa reacción una justificación. Como el adversario pone el grito en el cielo con lo que hago, eso que hago es entonces necesario. ¡Cómo les jode! Vamos bien. La política se mueve entre esos histerismos de cada lado, que reafirman las ideas de cada uno. 

La psicóloga Christine Brophy dice que la polarización política surge porque nos creemos los estereotipos sobre el adversario: «Las mayores actitudes conservadoras se asocian a la creencia en el estereotipo de los izquierdistas, mientras que las actitudes progresistas se asocian con la creencia en el estereotipo de los derechistas». Y con ese juego nos mantenemos entretenidos: mi enemigo tiene chistera o rastas, y a partir de esa imagen construyo mi ideología política. 

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