Bildu y los pagafantas del sanchismo
«El invento de la ‘alerta antifascista’ tiene un sentido sanchista: pide para Sánchez todo el voto Frankenstein, empezando por Podemos y Sumar»
Bildu es el único socio del Frankenstein que ha sostenido el Gobierno de Pedro Sánchez que se ha beneficiado de su coalición con el sanchismo en las elecciones de este 28 de mayo. Todos los demás, empezando por el PSOE, siguiendo por Podemos y esas confluencias que ahora se llaman Sumar, pasando por ERC y concluyendo por el PNV, sin olvidar a pequeños y fidelísimos apoyos, como el PRC de Revilla o el cacareado Teruel Existe, pagaron un alto precio en votos el 28-M por haber actuado de pagafantas de Sánchez. Todos menos Bildu, porque Bildu no fue pagafantas, sino que exhibió ante propios y extraños cómo regaba a sus partidarios con todas las fantas (o el mucho KAS-cola) que le regalaba el inquilino de La Moncloa.
En datos, el éxito de Bildu significa haber quedado como primera fuerza en número de concejales (que no en votos) en el País Vasco, y en ser también quien acumula mayor número de mayorías, entre absolutas y relativas, en los ayuntamientos de la comunidad autónoma vasca. Y significa haber sido la fuerza más votada en Navarra, con más concejales y mayor número de mayorías en los ayuntamientos, concentrados en el norte de la comunidad foral. Todo eso con una participación inferior a la media en el País Vasco (un 60,1%, 5,9 puntos menos que en las anteriores municipales) y superior a la media en Navarra (67,4%, pero también cuatro puntos más baja que en las municipales de 2019).
El PNV ha explicado con precisión lo ruinoso que es actuar de pagafantas de Sánchez. Lo verbalizó Andoni Ortuzar, presidente del Euskadi Buru Batzar (EBB), es decir, quien manda en el PNV: «Creo que todos los que hemos estado alrededor de Sánchez tenemos la sensación de que somos kleenex para él. Nos usa, nos tira, luego vuelve a coger otro kleenex, y es poco edificante para los demás». ¡Pues claro! También ha debido de ser poco edificante para el PNV observar cómo el beneficio de su asociación con ‘Madrid’ se lo apuntaba íntegro Bildu. Las transferencias de prisiones: en beneficio de Bildu. Los terceros grados: para los de Bildu. El apoyo a las leyes del sanchismo: ¡qué gran avance en la normalización política de Bildu! La salida de la Guardia Civil: éxito de Bildu. Las pensiones: gracias a Bildu… Y los 44 etarras condenados en las listas de Bildu, siete de ellos por delitos de sangre: para que nadie olvide quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos. Un negocio redondo para Bildu y ruinoso para todos los demás.
Quien, de momento, menos ha entendido la ruina de ser pagafantas del sanchismo es el PSOE oficial. El no-oficial lo ha entendido a la perfección, tal como corrobora el éxito del artículo de Alfonso Guerra en estas páginas. Escribe Guerra que «los alcaldes, consejeros y presidentes de comunidades autónomas que han sido desalojados pueden fácilmente rastrear cuándo se estropeó todo. El día en que Pedro Sanchez se unió en un abrazo con Pablo Iglesias Turrión se firmaba el acta de defunción política de miles de responsables políticos socialistas». Bueno… aquel abrazo no lo «estropeó todo», don Alfonso. Sí hizo muy visible el estropicio de un Frankenstein que aparentaba no serlo, pero que había colocado estratégicamente a Sánchez en La Moncloa con la moción de censura de hace cinco años… con solo 85 diputados socialistas, el peor resultado de la historia del PSOE (de momento).
El ‘pacto del abrazo’ con Iglesias explicitó que Sánchez aceptaba ser pagafantas de Podemos, de la misma forma que los 44 etarras en las listas mostraron toda la crudeza del pagafantismo del presidente del Gobierno hacia Bildu. Y ambas son exhibiciones muy inconvenientes para cualquier votante, incluido el socialista. Tan inconvenientes, que le llevaron a votar mal el 28-M. Pero, ¿por qué Podemos no se ha beneficiado, como Bildu, de su pacto con Sánchez? Pues porque sus ministras han quedado en el escaparate de un gigantesco Gobierno como invitadas de piedra del Consejo de Ministros. ¡Tenían vedado hasta dar ruedas de prensa! Eran sólo unas carísimas ministras-florero que grababan sus fiestas de tarta de cumpleaños, fotografiaban sus viajes en pandilla (y Falcon) a Nueva York y lloraban en público porque se corrigiera, siquiera mínimamente, el desaguisado de beneficiar a centenares de agresores sexuales con sus «diarreas legislativas», en acertada descripción de una tal Pam, que aún es secretaria de Estado.
Como nota al pie, que Sánchez exhibiera su afán por pagar todas las fantas imaginables para que Yolanda Díaz forjara su Sumar no ha dado ningún rédito electoral porque Sumar no es nada: sólo una invención, con mucha trompetería mediática, para desactivar al Podemos de Pablo Iglesias. Y este 28-M Podemos se ha desactivado solo. En palabras de Nadia Calviño, «ha desaparecido». Ya solo les queda cerrar el quiosco institucional e intentar su reinvención callejera contra los Gobiernos de la derecha. Perdón, de «la extrema derecha y la derecha extrema», en martilleante proclamación sanchista.
«Una cosa es que que Sánchez sea pagafantas de los condenados por el procés y otra muy distinta que tanta amnistía y normalización resulte atractiva»
ERC tampoco ha rentabilizado, en votos, las carísimas fantas que pagó Sánchez a sus líderes. Y eso que fueron muchas y muy costosas. Destacan los indultos, la supresión del delito de sedición y la rebaja del de malversación. ¡Claro!, porque una cosa es que que Sánchez sea pagafantas de los condenados por el procés y otra muy distinta que tanta amnistía y normalización de los líderes excarcelados resulte atractiva al melancólico votante con nostalgia del procés. ¿Dónde queda aquella épica de ocho segundos de independencia? ¿Dónde las exigencias porque ‘España ens roba’? La diferencia de ERC con Bildu es evidente. Los pro-etarras sí se han ocupado de que las fantas que les abonaba Sánchez (con la dignidad de los españoles como moneda) regara a sus partidarios: no sólo a los presos, a sus familiares y a todos los que fueron condenados por terrorismo, también a quienes quieren creer que los asesinos eran gudaris y que su barbarie tenía sentido. El sentido de hacer más fácil el fin que siguen persiguiendo: la «independencia» que gritaban ante sus sedes para celebrar su resultado del 28-M.
No hace ni falta mencionar la justicia poética que supone que pequeños partidos, como Teruel Existe o el PRC de Revilla, hayan pagado en votos su pagafantismo con Sánchez. Ambos han actuado como báculos del líder socialista. No le han fallado ni en una votación. Han quedado como sanchistas de marca blanca, y eso es poco votable.
¿Y ahora qué? Para poner freno al pagafantismo con Bildu, el PNV y el PSE-PSOE se han apresurado a cerrar pactos en el País Vasco que esquinen a los herederos de ETA. ¡Ay! Deberían saber que, con tanta cercanía de las urnas para el 23-J, esa reacción de aparente ‘cordón sanitario’ dará aún más votos a Bildu. Lo hará por muchos ascos que ambos hagan al imprescindible respaldo que necesitan del PP para conseguir las dos plazas clave de su acuerdo: la alcaldía de Vitoria y la Diputación de Guipúzcoa. ¡Alerta antifascista! ¡El PNV y el PSOE se entregan al PP! Con eso a Bildu le llega. Además, pasar de obsecuente pagafantas a un airado ¡no te pago una fanta más! tiene rentabilidad electoral cero… o negativa. ¡Qué le vamos a hacer!
¿Y en el conjunto de España? Parece evidente que Sánchez quiere dar por finiquitado a su socio de Podemos («ha desaparecido»), y olvidarse del invento de Sumar. Ni uno ni otro le ayudan a aglutinar apoyos suficientes para forjar una casi imposible mayoría con la que armar otra legislatura. Por eso su nuevo plan es decir: ‘la izquierda soy yo’, y reclamar todo el respaldo de quienes no quieran un Gobierno de Alberto Núñez Feijóo. En busca de un voto más que Feijóo o, si eso no fuera posible, de una derrota honrosa para el PSOE. Para lograrlo repetirá mucho la cantinela de Vox, del miedo a Vox.
No es imposible que Feijóo necesite algún respaldo de Santiago Abascal para completar la mayoría absoluta. ¿Y? Hemos padecido un Gobierno Frankenstein con Sánchez durmiendo a pierna suelta con quienes le iban a quitar el sueño. Pocas alertas pueden superar a eso. Pero el invento de la ‘alerta antifascista’ tiene un sentido sanchista: pide para Sánchez todo el voto Frankenstein, empezando por Podemos y Sumar. ‘Os habéis bebido mis fantas estos cinco años, ayudadme ahora’ es su nítido mensaje para frenar «a la extrema derecha con la derecha extrema».
¿Colará? Va a ser que no. En primer lugar, porque ningún partido del Frankenstein querrá hacerse el harakiri como muestra de gratitud al pagafantismo sanchista. Y segundo -y principal- porque Sánchez cae mal también a los votantes de los partidos del Frankenstein. ¡Cae mal incluso a los votantes del PSOE! Es uno de los pocos consensos políticos que mantenemos hoy en España: lo que a la gente le apetece cuando ve a Sánchez por la tele es abuchearle. Vivan donde vivan y piensen lo que piensen. ¡Que dicen que quieren derogar el sanchismo! ¡Qué le vamos a hacer!