THE OBJECTIVE
César Calderón

Pedro, el elefante y la tela de araña

«No existe una sola posibilidad de victoria del PSOE frente al PP, ni de que los socialistas puedan ser capaces de articular un gobierno con el apoyo de Sumar»

Opinión
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Pedro, el elefante y la tela de araña

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | J.J. Guillén (EFE)

Supongo que ustedes recordarán perfectamente aquella canción en la que un habilidoso elefante se balanceaba sobre la tela de una sorprendida araña y que, no contento con protagonizar ese prodigio de la física, y al ver que la tela no cedía, corrió presuroso a llamar a sucesivos elefantes que igualmente procedieron a balancearse con gran riesgo de sus trompas sobre la misma tela de la ya resignada araña.

Una canción infantil, pensarán ustedes, pero nada más lejos de la realidad: la física recreativa ha demostrado de forma teórica -al parecer ningún elefante se ha prestado hasta el momento a realizar el experimento- que a pesar de que nos pueda resultar increíble, si fuésemos capaces de fabricar una tela de araña suficientemente larga, pongamos, con un vértice en la torre de Hércules de A Coruña, otro en el faro el Cap de Creus, el tercero en la playa de San Bruno de Ayamonte y un cuarto en el murcianísimo castillo de Monteagudo, sería -insisto, teóricamente- posible que esta soportase el peso del nuestro heroico paquidermo.

Un ejercicio teórico muy similar al que estamos asistiendo desde los meses anteriores a las elecciones municipales y autonómicas y que se ha intensificado en las semanas que van desde la convocatoria de las próximas elecciones generales en los satélites mediáticos del Gobierno por parte del Grupo Wagner de tertulianos, politólogos y periodistas habituales, que con sus escenarios electorales chiripitifláuticos repetidos hasta la saciedad en toda la constelación de medios cortesanos están sirviendo al presidente del Gobierno para mantener de cara a su tropa el espejismo de que los socialistas aún pueden ganar las elecciones (y gobernar) a base de construir hipótesis electorales en un laboratorio con gravedad cero.

Una estrategia que no es en absoluto nueva -de hecho se recoge en todos los manuales de comunicación política- pero que nunca ha sido tan grosera ni tan evidente y que demuestra el nulo respeto que toda esta obsecuente falange de prestidigitadores prepago profesa por unos votantes, los de izquierdas,  a los que considera tan boludos que pueden ser engañados una, y otra, y otra,  y otra vez usando las mismas tácticas.

«Lo que comienzan a decir las encuestas es tan sencillo que hasta un estudiante no demasiado brillante de primaria sería capaz de adivinarlo»

Y es que miren, ni en las elecciones municipales y autonómicas estábamos en un escenario de equilibrio de bloques en el que cualquiera de ambos podía resultar ganador si era capaz de movilizar a sus votantes, como defendían todos ellos en periódicos, radios y televisiones, como se demostró la noche electoral, ni ahora existe una sola posibilidad de victoria del PSOE frente al PP, ni de que los socialistas puedan ser capaces de articular un gobierno con el apoyo de Sumar y de todo el nacionalismo periférico por mucho que se empeñen en agregar miríadas de elefantes graciosamente suspendidos en el aire.

Lo que comienzan a decir las encuestas es tan sencillo que hasta un estudiante no demasiado brillante de primaria sería capaz de adivinarlo: una profundización del tsunami que ya se llevó por delante a siete gobiernos autonómicos del PSOE y a centenares de estupendos alcaldes socialistas, pero corregida y aumentada hasta niveles pocas veces vistos en nuestra democracia.

Unos resultados que evidenciarán la profundidad del cambio de ciclo político que se ha ido larvando en nuestro país gracias al que ya es por motivos propios el presidente del Gobierno más ampliamente detestado de la democracia y que a día de hoy muestran una distancia de entre ocho y 10 puntos entre PSOE y PP, y lo que es más grave para los socialistas, una tendencia tan claramente favorable a los populares que nadie en su sano juicio debería descartar a estas alturas una hecatombe aún mayor, independientemente de los ejercicios malabaristas que esta oscura cuadrilla ejecute día tras día en los medios de comunicación de obediencia sanchista.

Vamos, que si yo fuese el elefante ese que se balanceaba sobre el tela de la araña, el día 23 de julio me pondría peto, espaldar y un buen casco.

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