El Cercle recibe al servicio
«Feijóo parece haber empezado por blanquear la reacción premoderna y xenófoba del nacionalismo catalán. Veremos si del vasco también»
Parecía salido mismamente de una novela de Marsé; el novio de la interna al que los señores, en un gesto a medio camino entre la falsa caridad y el desprecio de clase, hubieran invitado a casa a tomar el café pero para calibrar mayormente las intenciones del charnego con la doncella. Le faltó presentarse colgándole del dedo índice un paquetito con pastas atado con un cordel, y entrar mirando mucho para arriba, intimidado por la altura de los techos de la sede del Cercle d’Economia de Barcelona.
Al primer lance, ya se mostró Feijóo noble embistiendo: «Nunca me he expresado en público en castellano en Galicia», dijo, ganándose los tendidos y camino ya del indulto. Cómo aplaudían: parecían los salientes diputados y senadores del PSOE ganándose ante Sánchez el puesto en las próximas listas electorales.
Ya, en ese jactarse de no hablar «nunca» en Galicia en castellano en el desempeño de su función pública, habría, en cualquier circunstancia, una preocupante declaración de principios sobre el respeto que le merecen al candidato del PP los derechos de la mitad de los gallegos, los que tienen por lengua materna y habitual la única que es común a todos los españoles: el castellano. Pero exhibir esa jactancia en una región donde sistemática y sedicentemente se incumplen las sentencias judiciales que tratan precaria e infructuosamente de garantizar algo de enseñanza en castellano, y hacerlo en una institución que abogó activa y corporativamente por la impunidad vía indulto de los criminales condenados por el golpe del 1-O, es tanto como decirle al nacionalismo sociológico y político catalán que, si llega al gobierno, tampoco él cumplirá con su obligación de cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes en materia lingüística.
Tranquilizados ya los señores con la dejación de funciones que auguraba el candidato para que la Constitución siguiera sin regir en Cataluña, se empleó a fondo Feijóo en premiarles el patriotismo: «Los catalanes son los más espléndidos del conjunto del territorio español porque son los que más impuestos pagan» y «por lo tanto, son unos patriotas», lisonjeó cachazudo. Por falta de tiempo, parece, no se entretuvo en alabarles también a los catalanes, a todos, que por patriotismo no cometieran (más) homicidios ni se dieran al tráfico de armas o a la trata de blancas.
«¿Fue un error querellarse contra los delincuentes que luego fueron condenados?»
Pero lo mejor estaba todavía por llegar. En el diálogo con el presidente del Cercle, Jaume Guardiola, preguntado sobre el papel que había jugado el PP en Cataluña en los últimos años, Feijóo reconoció que su partido había cometido «errores», añadiendo que «aunque creas que tengas razón, si miras para atrás y la gente no te sigue, te tendrás que replantear…». Y por mucho que gallegueara luego la respuesta refiriendo el replanteamiento a cómo explicar lo que piensas, no parece muy estimulante para el votante de hoy no saber qué error es el que el candidato lamenta habría cometido su partido en el más grave ataque a la democracia desde el 23-F ¿Fue un error cumplir con su deber cuando puso las fuerzas del orden a disposición de los tribunales para impedir el referéndum ilegal? ¿Fue un error recurrir los actos sediciosos del Govern y las leyes inconstitucionales del Parlament de entonces? ¿Fue un error querellarse contra los delincuentes que luego fueron condenados? Si de lo que se trata es de decir lo que quiere «la gente» para que te siga, no es que valga Feijóo como pudiera valer cualquier otro candidato, es que sirve cualquier partido.
Desgraciadamente para el bien común, pasadas las elecciones quizá veamos a Feijóo alabar también el patriotismo del PNV; y cuando le pregunten por los errores del PP con el nacionalismo vasco o por las mezquindades racistas de Arana que aún inspiran su odio al simiesco maketo (sic), nuestro gallego, para que no le pase allí como en Cataluña y tenga que replantearse el discurso para que la gente le siga, replicará a la gallega que Sabino, como todos, tendría sus días.
En la fetua dictada por el muftí despótico que aún habita Moncloa, quieren atribuirle a Feijóo el blanqueamiento de no sé qué «ola reaccionaria», y van a tener razón. La cuestión es que parece haber empezado por blanquear la reacción premoderna y xenófoba del nacionalismo catalán. Veremos si del vasco también.