MyTO

Las uvas de la ira de Sánchez

«Si la ira y el populismo son las guías de sus iniciativas, ese político sobra. Sembrar cizaña desde el poder nunca dio buena cosecha»

Opinión

Pedro Sánchez.

  • Madrid, 1967. He sido columnista en Libertad Digital, Vozpópuli y El Español. Ahora escribo en La Razón y THE OBJECTIVE y hablo en Herrera en Cope. Soy profesor titular de Historia del Pensamiento en la UCM. Tengo unos cuantos libros de historia y política.

El reto televisivo de Sánchez a Feijóo forma parte del decálogo nefasto de la nueva política. La propuesta busca el uso del populismo en redes y medios afines, el impacto de la imagen en detrimento de los contenidos, el zasca mejor que el argumento, y la expansión de las emociones tóxicas en lugar de la ilusión y la esperanza. Son las uvas de la ira que quiere engordar Sánchez para que, como en la novela de Steinbeck, queden listas para una vendimia de odio que, si suena la flauta, se traduzca en votos.  

Visto con distancia, con su propuesta televisiva Sánchez queda como el macarra del colegio que cita en el patio al gafotas que saca buenas notas para darle una paliza. Es esa escena de músculo contra cerebro en la que los sicarios del matón esperan con el móvil para grabar las imágenes y subirlas a las redes. Su plan es que la degradación del empollón sea pública y definitiva. Si el citado rehúye el espectáculo y pide calma, la banda de Sánchez piensa llamar «cobarde» a Feijóo. 

En fin. Algo le pasa al presidente, y no es nada bueno. Ha pasado de ser un pato cojo a un tigre enjaulado. Es cierto que su ego ha recibido un gran golpe el 28-M, pero es mala idea dejarse guiar en la derrota por la furia y el despecho. Sabemos que le ha dolido comprobar que la plebe, esa gente a la que ya no se atreve a acercarse porque es espontánea, tiene criterio propio.

Le duele que los que están por debajo de él, todos, no reconozcan su valía como pastor de este rebaño cañí. Ni siquiera los dirigentes locales a los que arriesgó en un plebiscito sobre su sacrosanta persona le guardan el debido respeto. Y, además, EEUU no le quiere en la OTAN, lo que no es buena carta de presentación para otro organismo internacional de prestigio. El conjunto es demasiado para Su Sanchidad.

«Si quitamos a Sánchez sus bravatas, insultos e improvisaciones no queda nada»

Sánchez busca pelea en el patio del colegio porque no tiene más solución. Quiere partir la cara, políticamente hablando, al que puede dejarle en la calle, el candidato gallego. El presidente cree que la vida política española es una entrega de Fast & Furious, en la que quien no corre y mata no sobrevive. Piensa que desconcertar al adversario tomando decisiones imprevistas es un estilo inteligente de hacer política. El problema es que esto queda bien en un ensayo fantasioso, pero hablamos de la gobernanza de la cuarta economía europea.

Si quitamos a Sánchez sus bravatas, insultos e improvisaciones no queda nada. Ha tenido tiempo suficiente para ganarse la confianza y el respeto de la mayoría de españoles, y lo ha desaprovechado. Consideró que la política se hace en los despachos, en pactos con Podemos, Bildu y ERC, en lugar de hablar a la gente, de atender a las Cortes, de escuchar a la oposición, y promover políticas de entendimiento mayoritario y de prosperidad general. Todo lo ha hecho al revés. Se ha metido en un laberinto donde el Minotauro, ese monstruo que ha creado para vivir, lo está devorando poco a poco

Su presidencia nos debe servir para la reflexión sobre lo que no debe ser un gobernante en democracia. Un estadista no es aquel que posa bien en las fotos y habla inglés, sino el que hace política para el bienestar de su país. Examinemos la realidad. Nada de lo que emprende Sánchez es pensando en España, en su gente o prosperidad, sino en su persona. Un hombre de Estado, debería saberlo el presidente, es medido por su prudencia en la toma de decisiones. Esto se aleja de la impulsividad irracional que sigue Sánchez en sus movimientos. Si la ira y el populismo, además, son las guías de sus iniciativas, pensadas solo para hacer daño al adversario y beneficiarse, ese político sobra. Sembrar cizaña desde el poder nunca dio buena cosecha. 

31 comentarios
  1. Psilvia

    «Y, además, EEUU no le quiere en la OTAN»

    Una buena noticia, que además de cerrarle una vía de escape inmerecida, le obliga sí o sí, a asumir en primera persona el órdago electoral del 23J, amén de haberse disparado su ansia por batirse en duelo con Feijóo. Y ahí ha estado bien la respuesta del PP, sin querer entrar al trapo ni dejarse marcar la agenda de la campaña. Y todavía ha estado mejor que los otros partidos de la nueva política (Sumar, Podemos y VOX), excluidos del «gran debate» televisado en el que Sánchez pretende emular y multiplicar por seis los tiempos gloriosos del bipartidismo, le hayan metido el dedo en el ojo. Es evidente que Sánchez se ha precipitado, en su ansia por aglutinar el voto de la izquierda y hasta su pupila favorita a la que utilizó y engaño para dividir a la izquierda y traicionar a Podemos, se ha rebelado contra su cacicada caprichosa. Cada vez hay más certeza y vergüenza entre sus fieles devotos de que el rey sanchista anda desnudo.

  2. Ricarditus

    Muy bien traído eso del matón del colegio.
    Pues al matón, hay que hacerle lo que me recomendó mi tío Pepe, Dios míe lo guarde por muchos años.
    Una tremenda patada en la canilla con tus botas ortopédicas. Y funcionó, vaya que sí funcionó.
    Pues eso Feijoo un sólo debate, pero bien fuerte y a la canilla. Y para finalizar le regala usted un ramito de crisantemos.

  3. Grossman

    Los comentarios no entraban, es la venganza de Sánchez, nadie entiende a Sánchez y su moto, están destruyendo su universo de maravilla.

    Lo de las uvas de la ira está muy bien y es muy fino, en mi pueblo dicen que “no es lo mismo subir a por higos que bajar a por palos”.

    En fin, no se exactamente que significa, que la cultura popular es enrevesada, pero hay algo de lo que le pasa a Sanchez, creía que el poder era solo coger ricas brevas pero en cuanto ha bajado de la higuera todo son palos.

    Como decían en el Buscón, sí, el de Quevedo, que uno es muy leído, el caso que en algún pasaje habla de los verdes prados que vistos de lejos nos parecen una maravilla pero una vez estás en el sitio todo son hoyos, piedra, pinchos y no hay quien descanse.

    Y a mi pobre Pedro le pasa eso, que hasta el falcon ya es incómodo.

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