THE OBJECTIVE
Rebeca Argudo

Impertinentes 'go home'

«A los autores que se sienten ‘afectados’ cuando les llevan la contraria les sugiero presentar sus libros en su casa, con amigos y el último en irse, que baje la basura» 

Opinión
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Impertinentes ‘go home’

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He visto unas diez veces el vídeo de la presentación de un libro en la Fnac en el que llaman a seguridad porque un señor, ante la pregunta de la autora «¿Tienes una solución para la obesidad?», contesta «Sí, una dieta estricta y ejercicio». Reconozco que la primera vez lo vi en Twitter y no daba crédito. Lo volví a ver tres más, estupefacta. La quinta me llego a un grupo de WhatsApp y la coña se alargó toda la mañana. Las otras cinco, ya son vicio, después de poner en Google «vídeo gorda fnac» para enseñárselo a alguien. Supongo que esto último me convierte en una mala persona y una gordófoba irredenta pero, como podrán imaginar, me importa poco tirando a nada. Si me importase lo más mínimo ya me estaría dedicando a otra cosa.

A lo que iba, tras la inadmisible secuencia de vocablos «sí, una dieta estricta y ejercicio» se monta un tumulto en la sala (en las tres primeras filas, que eran las ocupadas) solo comparable a lo que se podría esperar tras escuchar a un representante público llamar «judío nazi» a otro por discrepar o ante una ministra llamando «maltratador» sin pruebas a un ciudadano anónimo. Pero no: la indignación extrema y el alboroto se debían a que un señor contestaba a una pregunta con algo que a la señora que la formulaba no le parecía bien. «Os voy a pedir, compañeros de la Fnac, que busquéis a alguien de seguridad y que echéis a esta persona», contestaba la escritora, haciendo gala de una tolerancia a la frustración y una capacidad para debatir similar a la de un hijo único de padres separados a cargo de su abuela ante un bote de galletas justo antes de comer. 

El libro se titula, lo digo por si les interesa, Más yo que nunca y la mujer a la que le molesta todo es Mara Jiménez, influencer. Influencer y gorda. No porque yo lo diga, que también (es descriptivo, no despectivo), sino porque ella misma ha hecho del ser gorda su carta de presentación. Y, orgullosa como está de ello, omitirlo sería racanearles a ustedes información y a ella, por lo visto, méritos. Sería como no decir que Verdeliss tiene ocho hijos cuando, si le quitas los hijos, le desmontas el negocio.

«Ya es un poco cansino que el mérito ahora sean cosas como ser gorda, madre, trans, sorda y lesbiana»

Pero yo no quiero hablar ni de gordas ni de madres de familia numerosa, que ya es un poco cansino que el mérito ahora sean cosas como ser gorda, madre, trans, sorda y lesbiana. Yo soy hipermétrope y despistada y aquí me tienen, dándole a la tecla sin tanto aspaviento. De lo que yo quería hablar, digo, es del momento en el que nos encontramos y el desnorte que llevamos encima para que nos parezca normal, incluso bien, que echen a alguien de una presentación por impertinente. Ni siquiera maleducado, que no lo fue. Solo, tal vez, inoportuno. 

Yo entiendo que a una gorda le siente mal que le digan que cuide la alimentación y haga deporte. Yo llevo posponiendo la operación bikini desde la primavera de 2016, como para no entenderla. Más aún que se lo digan en público y con los que han pagado por el librito delante. De hecho, estaría a tope con que le hubiese soltado cualquier bordería al señor del fondo. Incluso que se hubiese desencadenado un agrio diálogo en el que él defendiera la alimentación sana y ella la repostería industrial. Que ella apelase a causas genéticas y enfermedades coronarias, al colesterol y los triglicéridos. Y él al sedentarismo, el picoteo entre horas y el papo bien grande. Pero llamar a seguridad porque te incomoda levemente lo que ha dicho alguien (los que están a favor de silenciar al disidente lo llaman «generar un ambiente violento» y «destruir el espacio de seguridad») es quizá excesivo.

Yo sugiero, para los autores a los que la libertad de expresión les parece inaceptable y se sienten «muy afectados» cuando les llevan la contraria o les hacen preguntas incómodas, la innovadora fórmula de no salir de casa y presentar los libros en el salón, con amigos y sin intervenciones del público. Y el último en irse, que baje la basura. 

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