Las 'Mama Chicho' están de luto
«Berlusconi parecía orgulloso de su aportación al recién estrenado pluralismo televisivo español. Repetía que la TV tiene que ofrecer lo que le gusta a la gente»
Conocí a Silvio Berlusconi, el padre del populismo moderno, en los inicios de Telecinco. Cuatro años antes de que el empresario diera el salto a la política italiana. Había llegado a Madrid para promocionar su televisión —«la pantalla amiga»— y para comprobar sobre el terreno los progresos de aquella nueva criatura, puesta en manos del realizador rumano Valerio Lazarov, uno de sus hombres de confianza en Canale 5.
Durante aquel viaje a Madrid de Berlusconi nos ofrecieron la oportunidad de entrevistarle para el semanario Tribuna de Actualidad, en el despacho del presidente de la ONCE y de Telecinco, Miguel Durán, situado en la Calle del Prado. En aquella entrevista estuvieron presentes Lazarov, que en algún momento hizo de traductor, y el propio Miguel Durán. Durante aquel encuentro no se habló nada de política, como era lógico, pero sí bastante del éxito obtenido por las Mama Chicho y el programa Tutti Frutti, que entonces era la seña de identidad de Telecinco.
Recuerdo el entusiasmo, la simpatía y las bromas de Il Cavaliere —aplaudidas por Miguel y Valerio— cuando explicaba la programación de Telecinco, al observar la vehemencia con la que defendía la necesidad de incluir en prime time un programa desenfadado y atrevido como Tutti Frutti, por cuyo plató desfilaban una y otra vez las Mama Chicho repitiendo esta singular melodía: «Mama, Chicho me toca, me toca cada vez más. Mama, Chicho me toca, me toca, me toca, defiéndeme tú».
Berlusconi parecía orgulloso de su aportación al recién estrenado pluralismo televisivo español. Hasta el punto de repetir una y otra vez el mensaje de que la televisión tiene que divertir y ofrecer lo que le gusta a la gente. Y aquellas bailarinas importadas de Milán, después de haber sido seleccionadas por el propio Berlusconi, solo querían agradar al respetable.
En su opinión, eran unas chicas de buen ver, que procuraban satisfacer los deseos de distracción y evasión de los reprimidos ciudadanos españoles. La programación de Telecinco, según él, había sido pensada y diseñada, como la de Canale 5, atendiendo sólo y exclusivamente a los gustos de la audiencia.
«Fue una de las primeras propuestas de Berlusconi en su modelo de televisión populista, que trasladaría a la política»
Las Mama Chicho fueron uno de las primeras propuestas de Berlusconi en su modelo de televisión populista, que posteriormente trasladaría a la política. A Berlusconi le hacía gracia que yo le preguntara por la ausencia de contenidos culturales en su recién estrenada cadena. De eso ya se ocupan – me vino a decir – las escuelas y las televisiones del Estado.
Tendría que rescatar de la hemeroteca sus palabras textuales, pero su contenido era claro y contundente: entretenimiento, divertimento y desenfado. Valerio, mientras tanto, tomaba buena nota de sus palabras, se reía, y miraba de vez en cuando a Miguel —como diciéndole: qué pena que no puedas verlo—. El entonces presidente de Telecinco asentía cada vez que Berlusconi ensalzaba los méritos de las Mama Chicho y se sumaba a su tesis apostillando con algún que otro «claro», «claro».
Tan claro como el agua. Porque la única aportación de Fininvest (Mediaset en España) al nuevo mapa televisivo español fueron unos informativos que no disgustaban al gobierno de turno y unos programas que tampoco disgustaban a las amas de casa por su elevado nivel y profundidad.
En definitiva, una televisión hecha a la medida de quien comenzó vendiendo pisos y cantando en cruceros, para convertirse muchos años después en gran magnate y en primer ministro de Italia.