MyTO

Conviene recordar

«Lo que está en juego en las elecciones del próximo 23 de julio es el futuro de la democracia española, tal como la definió y defendió la Constitución de 1978»

Opinión

Ilustración de Erich Gordon.

  • Joaquín Leguina. Villanueva de Villaescusa (1941). Nací en el año del hambre, pero lo hice en la tahona de mi abuela Pilar. Estudié el bachillerato con los curas escolapios en Santander y la licenciatura en CC. Económicas en Bilbao. Después fui becado en la Sorbona, donde obtuve dos master y un doctorado. También me doctoré en la Complutense. Más tarde saqué la oposición a Estadístico Facultativo del INE (hoy Estadístico Superior) y como tal trabajé para la CEPAL en Chile, donde me pilló el golpe de Estado de Pinochet.
    He sido profesor en la Complutense y concejal en el Ayuntamiento de Madrid. Y diputado nacional. Ah, se me olvidaba (hace ya tanto tiempo), también he sido presidente de la Comunidad de Madrid durante doce años. He escrito novelas, relatos, ensayos y cientos de artículos en variados periódicos y revistas.

Como suele ser habitual, la campaña electoral que ya está en marcha pone a nuestra disposición mediática más confusión que claridad. Así, durante los últimos días ha estado en el primer plano de nuestros medios el asunto (desgraciado) de Extremadura. Un desencuentro entre el PP y Vox difícil de entender por tipos como el que esto escribe, y me temo que mi falta de entendimiento es bastante general, especialmente entre quienes han votado a Vox o al PP en las elecciones del pasado 28 de mayo.

Yo creo que ese próximo 23 de julio se van a dirimir cosas más relevantes que si existe o no en España una violencia machista o es sólo violencia intrafamiliar. ¿Y qué se va a dirimir? Pues se me ocurre que lo que está en juego es el futuro de la democracia española, tal como la definió y defendió la Constitución de 1978. ¿Por qué?

Porque la deriva que ha tomado el Gobierno de Sánchez y sus adláteres puede llevar a la destrucción de España de la mano de los separatistas catalanes y vascos, pero no sólo. Lo diré de la mano de lo publicado por el Círculo Cívico de Opinión el pasado 31 de marzo:

1. Se ha asumido con toda normalidad una suspensión de facto de las reglas constitucionales cuando conviene a los intereses políticos inmediatos: no es posible aceptar que leyes susceptibles de ser declaradas inconstitucionales duerman en las listas de espera del Tribunal Constitucional. Un Tribunal Constitucional que está hoy invadido por quienes están al servicio de Pedro Sánchez.

2. Un poder legislativo que utiliza procedimientos y vericuetos que están al margen de su interpretación recta, y al poder Ejecutivo, que hace uso excesivo de instrumentos normativos, como los decretos-leyes, que suplantan la producción ordinaria de la legislación encomendada al Parlamento.

3. Los órganos consultivos, como el Consejo de Estado, son ya un adorno.

4. La división de poderes está muy deteriorada. No existe independencia real de las Cortes Generales. El poder legislativo está quedando reducido al simple acatamiento de las directrices que recibe del Gobierno.

5. Muchas de las políticas puestas en marcha por el Gobierno no estaban en su programa de gobierno.

«Es necesaria una reacción rápida para evitar la creciente banalización del texto constitucional»

Por eso es necesaria una reacción rápida y sustancial de todos los partidos políticos que cambie este estado de cosas tan peligroso para la calidad de la democracia y de todas las instituciones en general, así como para evitar la creciente banalización del texto constitucional.

La necesidad del cambio no es sólo cosa de alternancia, porque el deterioro de la democracia española empieza a ser tan perceptible que se ha podido escribir por analistas relevantes que estamos ante un «fin de régimen», el fin del «sistema de 1978». «Democracia menguante».

Y es que en la democracia del siglo XXI no se produce propiamente un asalto, sino un deterioro progresivo, lento pero continuo, que poco a poco va sentando las condiciones para hacer imposible detenerlo. El resultado es que la suma de todos esos pequeños pasos dificulta progresivamente dar marcha atrás.

Es preciso, por lo tanto, sumarse a lo escrito por el Círculo Cívico de Opinión:

«Se ha producido una profunda brecha de confianza en el espacio político que, más allá del mismo Parlamento, afecta también a muchas instituciones. Es esencial contar con un nuevo consenso político que permita dotarnos de un Gobierno homogéneo, capaz de afrontar reformas de calado que no pueden demorarse. Y hacerlo alejándonos del riesgo de la antipolítica y de que la polarización entre partidos acabe contagiando a los ciudadanos».

Por eso es tan necesario votar el 23 de julio para acabar con la actual pesadilla.

9 comentarios
  1. andoniakis

    Ese es el mensaje que deberia hacer la oposicion, no socialistas discolos y buenos democratas como usted.

    Porque Feijoo no entra en ese jardin de una vez y denuncia los desastres del Sanchismo?

    Porque el PP (y ahora Vox) estan tan a la defensiva que casi no se les reconoce?

    Tienen miedo de hablar de que les den la vuelta en Wyoming o la Ser?

    Eso quiero o queremos creer.

  2. PresuntoImplicado

    Lo que no se puede votar el 23J es al fascismo de VOVOX. O sea, al PP.

  3. PresuntoImplicado

    Los fachas, cuando no están en el gobierno, piensan que la democracia, el país, su p madre, están en peligro. El dinosaurio Leguina es un facineroso caducado que se resiste a pasar al retiro.

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