THE OBJECTIVE
Ignacio Ruiz-Jarabo

Un millón de parados debajo de la alfombra

«La Oficina Estadística de la Unión Europea ha certificado que en España hay casi un millón de parados que no son computados por el Gobierno»

Opinión
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Un millón de parados debajo de la alfombra

Oficina de empleo en la Comunidad de Madrid. | EFE

Desde que comenzó la aplicación de la contrarreforma laboral que consiguió aprobar el Gobierno resultó evidente que su principal efecto, si no el único, iba a ser desvirtuar las estadísticas del empleo. Se evidenciaba así porque el número de contratos fijos discontinuos, antes insignificante, empezó a crecer de forma exponencial al tener que utilizarse esta modalidad de contratación como sustitutiva de otros modos de contratos legalmente suprimidos. Toda vez que al suscriptor de un fijo discontinuo se le considera como empleado durante toda la duración del contrato esté o no trabajando, era obvio que el boom del número de contratos fijos firmados estaba -está- provocando una sobredimensión ficticia de la cifra de trabajadores con empleo y simultáneamente infradimensionando ficticiamente la de los parados.

Lejos de reconocer lo anterior, el Gobierno ha aprovechado la circunstancia expuesta para engañar a la sociedad española presumiendo de una evolución del mercado de trabajo que no es sino consecuencia de la distorsión —maquillaje— estadística descrita. Es más, a todos los que hemos llamado la atención sobre el carácter irreal de las cifras oficiales de empleo, avisando que el volumen de desempleo era significativamente mayor que el reconocido oficialmente, Sánchez ha tenido bien obsequiarnos con diversos y cariñosos epítetos como chamanes, brujos o apologetas del apocalipsis.

Sucede que ahora ha sido la propia Unión Europea la que confirma la significativa falta de realismo de nuestros datos oficiales de empleo. Así, en su reciente Encuesta de Fuerza Laboral, Eurostat -Oficina Estadística de la Unión Europea- ha certificado que el número real de desempleados existente en España es notablemente más elevado que el reconocido oficialmente por Sánchez y su Gobierno. En concreto, de las cifras proporcionadas por el citado organismo se desprende que en España hay en torno a un millón de desempleados que no son computados por el Gobierno. Es así pues Eurostat cifra en 5 millones el número de personas dispuestas a trabajar que o no tienen trabajo o trabajan en menor intensidad de la que quieren -infraempleo-. Como después cifra éste en 1.100.000 personas, restando esta cifra de la anterior, se deduce que el número de desempleados es próximo a 4 millones, en torno a un millón más de lo que reconocen los datos oficiales.

Expresado de otro modo, que Sánchez nos oculta la existencia de casi un millón de parados. Esto supone que la tasa de paro real, lejos de ser el 12,7% que publicita propagandísticamente Yolanda Díaz, estaría realmente situada por encima del 16% ¡Casi nada! Desconozco si, una vez que ha sido flagrantemente desmentido por Eurostat, Sánchez considera que la oficina europea está también inundada de brujos y chamanes.

«Alardear de un éxito económico y social utilizando datos falsos supone sobrepasar cualquier frontera ética»

Bromas aparte, la gravedad de lo ahora hecho público es indiscutible. Primero, porque se confirma que el Gobierno está fracasando en el reto de resolver  el problema del paro, la mayor lacra social que asola a la población española. Segundo, porque se confirma también que la economía española dista mucho de ir como una moto como se nos pretende convencer. Y tercero, porque ha quedado demostrada otra gran mentira de Sánchez que, en este caso, no ha dudado en mentir de manera burda y grosera a la sociedad española sobre la realidad de una cuestión tan socialmente sensible como es la situación del empleo. Alardear de un pretendido éxito económico y social utilizando datos falsos supone sobrepasar cualquier frontera de la ética política por muy laxo que se quiera ser en la ubicación de la citada línea fronteriza. 

Con todo, la expuesta no es la única mala noticia verificada por Eurostat, pues ésta también ha cuantificado en 1.100.000 el número de infraempleos existente en España, lo que nos sitúa en este aspecto en el segundo peor puesto de la Unión Europea solo por debajo de los Países Bajos, si bien aquí la tasa de paro es claramente inferior a la española. Como vemos, además de ser los líderes europeos del desempleo, somos también los cuasi líderes del infraempleo. Conviene aclarar que se considera que existe infraempleo cuando un trabajador que desea tener un trabajo a tiempo completo dispone solo de un contrato a tiempo parcial con la consiguiente merma que ello supone en su salario. Quiere decirse que a los cuatro millones de parados existentes -y no tres como dice el Gobierno- debe añadirse este millón largo de trabajadores con trabajo precario. Y eso que la precariedad se estaba erradicando según cacarean Sánchez y Díaz un día sí y otro también ¡Otra mentira más!

Es imposible recordar que esta más que negativa situación del mercado laboral español no es ajena a la acción política del Gobierno Sánchez. Como ejemplo reciente disponemos de la esotérica reforma del sistema público de pensiones en la que se han incorporado hasta tres medidas encarecedoras de los costes laborales. Evidentemente, encarecer la contratación de trabajadores es la manera más directa de dificultar la creación de empleo y así nos va el partido.

Pero volviendo a la manipulación de los datos y estadísticas oficiales, conviene tener presente que la referida a los datos del empleo no es la única muesca que tiene Sánchez en la culata de su revólver. Todos los analistas independientes dan por descontado que nuestro déficit público es mayor del que reconoce el Gobierno pues éste, emulando a Zapatero, está maquillando las cifras reales que solo se conocerán con la auditoría de las cuentas públicas que ha anunciado Núñez Feijóo. Y sin necesidad de esperar al cambio de Gobierno, puede y debe afirmarse que el dato oficial de inflación está también adecuadamente cocinado desde los fogones aledaños a La Moncloa.

«Que los precios de los alimentos y de la vivienda me afean el dato de inflación, pues rebajo su ponderación y asunto arreglado»

Así es. Hay que situarse a mediados de 2022, periodo convulso en el Instituto Nacional de Estadística pues su anterior presidente se resistía a cumplir las órdenes de implementar el cambio metodológico a la carta en el cálculo del IPC que quiso imponerle Nadia Calviño. El conflicto acabó con la salida del presidente díscolo y su sustitución por una presidenta más doméstica. Ésta se avino al cumplimiento de lo ordenado y, fruto de su allanamiento, ha modificado con efectos de 01-01-2023 las ponderaciones dadas a los diferentes grupos de productos que componen el IPC.

La modificación ha supuesto que en el cálculo del índice se reduzca el peso dado a los alimentos -antes, el 22,6%; ahora, el 19,6%- y a la vivienda -antes, el 14,2%; ahora, el 12,7%-. Hay que reconocer que son unos artistas y que aplican como nadie la receta de «a grandes males, grandes remedios». Que los precios de los alimentos y de la vivienda están disparados y me afean en exceso el dato oficial de inflación, pues les rebajo su ponderación y asunto arreglado. De manera que dice la verdad Sánchez cuando afirma que su Gobierno está consiguiendo reducir la inflación. En efecto, es así, está reduciendo la cifra oficial, pero así es porque ha cambiado a su conveniencia el método de cálculo. En fin, algo en parte similar al escándalo de las cifras de empleo. 

Bien parece que Sánchez escuchó atentamente a los del grupo Mecano cuando cantaban aquello de «Maquíllate, maquíllate…» y ha decidido ponerlo en práctica a su manera desde el Gobierno. Y así, maquillando, maquillando, ha descubierto que no hay fracaso económico que no pueda convertirse en éxito -aparente- mediante el maquillaje estadístico oportuno.

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