THE OBJECTIVE
Antonio Caño

La hora de los patriotas

«El PP y el PSOE tienen que resolver esta gigantesca crisis de gobernabilidad sin dejar la solución en manos de extremistas y separatistas»

Opinión
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La hora de los patriotas

Ilustración de Arancha Tendillo.

El Partido Popular ha fracasado en su propósito de conseguir una mayoría electoral contundente y Pedro Sánchez ha demostrado una inesperada capacidad de resistencia, probablemente convenciendo a una parte de los ciudadanos del peligro que puede representar Vox. La consecuencia es que ninguno de los dos está en condiciones de gobernar el país en condiciones de mínima estabilidad. El mejor ejemplo del caos político en el que nos dejan estas elecciones es que un prófugo de la justicia española, Carles Puigdemont, tiene en su mano la gobernabilidad de España.

La izquierda hoy celebra, no una victoria, sino una derrota que puede permitirle seguir en el gobierno, sin tener en cuenta el precio que haya que pagar por ello. En definitiva, ganar es gobernar y si, contra el pronóstico de las encuestas, Sánchez consigue seguir siendo presidente del Gobierno, es lógica la satisfacción de este momento. ¡Quién va a pensar ahora en los efectos que esto va a tener para España y para la propia izquierda! 

Las celebraciones por este éxito imprevisto hacen olvidar que, para seguir en el poder, Sánchez necesitará, no ya la abstención, sino el voto afirmativo de Bildu —al que ya hemos perdonado sus viejos pecados de complicidad con el terrorismo—, de ERC —a quien ya hemos indultado de su no tan viejo intento de subvertir el orden constitucional—, por supuesto, de Sumar, con su latente corazón comunista, y del PNV. Pero, además, en esta ocasión, también del propio Puigdemont en persona.

Ignoro si Sánchez y la izquierda que ha votado por él tragarán con todo lo que esa variada cuadrilla sea capaz de exigir. Tal vez sí. Hay que reconocerle al discurso oficial el mérito de haber impuesto como realidad algunas situaciones que hasta hace poco nos parecían insólitas. Pero no es difícil pronosticar que ese engendro, un Frankenstein con piezas aún más excéntricas y peligrosas, representa una amenaza para el futuro de España. Se abren incertidumbres difíciles de anticipar.

«Quizá ni siquiera Sánchez pueda satisfacer las demandas que sus eventuales socios pueden presentarle»

Se vislumbra como alternativa a eso la repetición de las elecciones. Quizá ni siquiera Sánchez pueda satisfacer las demandas que sus eventuales socios pueden presentarle, todas ellas, por lo que hemos escuchado en la campaña electoral, relacionadas con la posible división del territorio nacional. Tampoco el regreso a las urnas es un escenario deseado.

Estas elecciones dejan, no obstante, algunas buenas noticias. Los dos partidos centrales de nuestra arquitectura constitucional, PP y PSOE, han agrandado considerablemente su espacio. La extrema derecha de Vox ha perdido notablemente posiciones, nada menos que 19 escaños. También la extrema izquierda ha retrocedido —Sumar tiene siete escaños menos que Podemos—. Y, sobre todo, han sufrido un considerable retroceso los dos partidos independentistas catalanes. Sólo Bildu ha mejorado ligeramente a costa del PNV.

En una interpretación desapasionada de los resultados, lejos del clima de polarización que marcan los partidos, en realidad estas elecciones refuerzan el centro político del país. Si PP y PSOE interpretan adecuadamente el mensaje de los votantes, deberían pactar entre ellos una solución que evite dejar al país en manos de los extremistas y de Puigdemont.

Alberto Núñez Feijóo puede estar tentado de querer ser él quien dirija ese pacto con el argumento de que ha ganado las elecciones. Sánchez exhibirá, por contra, el argumento de que él tiene más posibilidades de gobernar. Cualquiera de los dos está legitimado para encabezar ese pacto, y creo que quien tome la iniciativa y demuestre mayor generosidad será en su momento reconocido y premiado por los electores.

En todo caso, si de verdad están pensando en el bien de España, PP y PSOE deben de resolver la gigantesca crisis que se ha abierto con estas elecciones sin permitir que los extremistas y los partidos que no creen en nuestra Constitución ni en nuestra democracia ni en España como proyecto, decidan nuestro futuro

    

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