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¿El que pierde gana?

«Antes de lanzar las campanas al vuelo, el PSOE debe considerar que las deudas hay que devolverlas y los compromisos con los independentistas cumplirlos»

Opinión

El líder del PSOE y presidente en funciones del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

  • Desde siempre me ha gustado leer y escribir. En el Derecho he
    encontrado el rigor del método y en el periodismo el gusto por la
    literatura. Prefiero hacer reflexionar al lector que convencerle. Me
    considero racionalista, liberal y socialdemócrata.

En el marco mental de una gran mayoría de españoles se ha instalado la idea de una España dividida en dos bloques políticos incompatibles: la izquierda y la derecha, en el lenguaje de los más sectarios de cada bloque el comunismo y el fascismo. 

La prueba está en que hacia las once de la noche del pasado domingo, una vez llevado a cabo el recuento electoral, esta mayoría de españoles, en la que me incluyo, pensamos que había ganado el PSOE y había perdido el PP, a pesar de que el primero obtenía sólo 122 diputados (dos más que en 2019) y el segundo 136 (47 más). Nadie dudó que el triunfador era el PSOE, la decepción en la calle Génova era visible. Un novela corta de Graham Green se titula El que pierde gana, lo más ajustado a lo sucedido el domingo.

Esta anomalía no sucedía en otros tiempos de nuestra actual democracia, en las épocas del bipartidismo parlamentario: si los resultados no daban para mayorías absolutas —que era lo más frecuente— se hacían cábalas para saber con quién pactarían, si con algún partido nacionalista vasco o catalán, o bien con IU. Entonces se iniciaban negociaciones para llegar a acuerdos con unos u otros.

Ahora no, ahora los acuerdos se dan por supuesto y sólo caben entre  partidos del mismo bloque. De forma clara entre el bloque de la izquierda que viene gobernando desde la moción de censura de 2018 y de forma más confusa, pero los hechos son los hechos, en el bloque de la derecha, tras las prisas o indecisiones de la Comunidad Valenciana, Baleares, Extremadura, Murcia o Aragón.

«La identidad sustituye a la igualdad, son más importantes los cargos  que las ideas, el poder que el derecho»

España dividida en dos bloques irreconciliables: esta es la perversa consecuencia que pretendía la Ley de la Memoria Histórica de 2007 empeorada por la actual Ley de Memoria Democrática de 2022. La utilización de ambas leyes, como era evidente cuando se aprobaron, ha supuesto un rechazo global a la Política de Reconciliación Nacional que proponía el PCE desde 1956 y que estuvo en la base de la transición democrática que desembocó en la Constitución de 1978. 

Entonces eran otra derecha y otra izquierda: supieron sortear todas las dificultades de la Transición y aprobaron un marco de convivencia y prosperidad económica que duró muchos años. Pero el PSOE fue mutando de naturaleza y el sistema empezó a derrumbarse en 2018: conservando las mismas siglas el partido socialista ha variado sustancialmente y está en línea con la «deriva reaccionaria de la izquierda» denunciada por Félix Ovejero en su célebre libro. 

La identidad sustituye a la igualdad (se denomina Ministerio de Igualdad al Ministerio de la Identidad Femenina), son más importantes los cargos  que las ideas, el poder que el derecho, ganar está por encima de todo (über alles, por cierto). Y buena parte de los españoles han tragado esta farsa en forma de ideología. 

No tengo dudas de que el PSOE que dirige Pedro Sánchez formará gobierno. Si el único obstáculo es Puigdemont la cosa está fácil, habrá teatrillo pero lo conseguirá. Estar en Waterloo debe ser aburrido y cualquier excusa es buena para volver sin asumir responsabilidades: ya hemos comprobado estos últimos años que las leyes son de goma en manos de Pedro Sánchez. Sin duda lo beneficioso para el conjunto de España, para los intereses generales hoy tan olvidados, sería llegar a algunos acuerdos con el PP, pero como «no es no», y la lógica más elemental así lo certifica, el actual presidente no puede renunciar al principio mediante el cual llegó al poder, primero en el PSOE, después en el Gobierno. 

«La caída de su popularidad por no cumplir las expectativas generadas le puede suponer un alto coste a Sánchez»

El que pierde gana y el PSOE de Pedro Sánchez ha ganado. Sin embargo, antes de lanzar las campanas al vuelo y querer conservar los cargos über alles (tras tantos otros perdidos en las autonómicas y locales), los dirigentes socialistas deberían tomar en consideración algunos factores:

a) La economía española se enfrentará en los próximos cuatro años a graves dificultades. La pandemia disculpó con poderosas razones algunos errores, los fondos next generation y el relajamiento fiscal han permitido determinadas alegrías económicas. Pero esto se acaba y las deudas hay que devolverlas: de esto se deberá encargar la izquierda en el gobierno y, probablemente, sus votantes le reclamarán lo que no podrá dar. La caída de su popularidad por no cumplir las expectativas generadas le puede suponer un alto coste a Pedro Sánchez (y, por cierto,  a Yolanda Díaz). 

b) Los partidos independentistas que Pedro Sánchez necesita para la investidura (dos vascos y dos catalanes notorios, más los que están en la sopa de siglas de Sumar) subirán progresivamente sus demandas, que hasta ahora ya han sido muchas y serán muchas más. ¿Hasta qué punto las podrá cumplir? Han sido las cuestiones que más han desgastado a Sánchez en los últimos cuatro años, que no olvide que en estas elecciones en las que «ha ganado» el aumento de votos se ha reflejado en dos escaños mientras el PP de Feijóo, «que ha perdido», ha aumentado en 47. Cuidado con las «dulces» victorias, a veces son peores que las «amargas» derrotas, utilizando los adjetivos del sagaz Alfonso Guerra.

Por tanto, la alegre muchachada socialista de estos días quizás debiera pensar un poco más tras haber sorteado el peor trance. Sé que el resistente y audaz Sánchez no lo hará, pero yo sí lo haría. Cuatro años son muchos años, tardan en pasar, y lo más probable es que ahora no tenga excusas, no tenga pandemias, ni ayudas extras de la UE, ni más guerras de Ucrania. Ahora tendrá que pagar deudas y cumplir compromisos

El ir a por todas a veces sale bien y otras no. La prudencia es una reconocida virtud política. En ocasiones el que pierde gana pero en muchas más el que pierde acaba hundido y arruinado. 

25 comentarios
  1. danif

    El problema del constitucionalismo en Cataluña es que tiene un clima institucional , cultural , informativo y educativo hostil dentro de un régimen clientelar “ que le machaca sus derechos ” , aunque participe en su financiación .
    La única opción es que haga una inteligente gestión de recursos. Como prueba, si hubiera en Cataluña concentrado en Tarragona, Lleida y Girona su voto sólo el PP y Vox , hubieran conseguido 3 diputados más y haber sido la 2ª fuerza en Lleida y en Tarragona
    El interés de los votantes y contribuyentes defensores de la constitución y de la UE ( ya que el independentismo sacaría fuera a Cataluña) es encontrar un método práctico.
    Por ejemplo, antes de las elecciones locales, autonómicas y generales , cuando se extraen los muestreos se pacta que en la votación sólo vaya al que tenga más porcentaje, el resto renunciaría a presentarse , obligándose a votar en común . Si no lo hacen los políticos por interés personal ,lo harán los ciudadanos por interés común.

  2. Esparta234

    Poco cambia en esta suerte de patio de Monipodio que han creado los dos «grandes» partidos. Un falso bipartidismo que dependió en gran manera del concurso de vascos y catalanistas para gobernar. Desde González a Sánchez pasando por Aznar, Zapatero o Rajoy. Todos pasaron por un aro que muchos ignoran convenientemente mientras se indignan contra la pluralidad , que según ellos, hace ingobernable España.
    Quizás todo debiera comenzar por modificar el sistema de elección, garantizando que el voto de cada español valga exactamente lo mismo . O que el límite para acceder no supere el 3% en todo en territorio.
    Limitar las opciones de voto a dos partidos encontrados como pretenden, no es más que una sinvergüenzura disfrazada de conveniencia, con la que pretende restringir por las malas , el derecho de todos los españoles a pensar, creer y votar como mejor les parezca.

  3. 23xtc

    Hay que explicar una falsedad que F de Carreras y Pedro J dijeron y repitieron en 2019, que Alberto Carlos no quería pactar con Sánchez. Cada uno por su lado trituraron al líder por asuntos digamos personales y no quiero ENTRAR más adentro, menos mal que Pedro J ya no puede meter sus manos en la política española.

    Sánchez no pacto con Albertito por su lógica «empresarial», el moderado tiene que ser el, el centrado y no puede dejárselo a nadie más presidiendo el gobierno.

    Los argumentos de don F de Carreras son rotundamente falsos al respecto de la lógica de Sánchez, al ex líder de Ciutadans no lo quería De Carreras a Inés «la enamorada» si y esa es otra historia.

    Feijóo no será nunca presidente del gobierno, nunca mientras no obtenga un rango al congreso entre 165 y 175, ni nadie pues Sánchez no va a abandonar el PSOE.

    El tema, la errónea legitimación de los partidos supremacistas identitarios en las cámaras nacionales españolas causa todo lo que va a suceder. El derecho de anexión de Navarra y la LOAPA esos barros.

    De Carreras ni nadie responsable reconocerá el error cometido.

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