THE OBJECTIVE
Álvaro Nieto

España teme más a Vox que a Sánchez y sus socios

Los resultados electorales del 23-J, aún endiablados, dan vía libre para que el presidente del Gobierno siga gobernando con todos sus socios

Opinión
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España teme más a Vox que a Sánchez y sus socios

Pedro Sánchez | Arancha Tendillo

Los españoles han hablado en las urnas y el resultado, nos guste o no, es el que es. A expensas de lo que puedan cambiar las cosas con el recuento de los residentes en el extranjero, que tras acabar el voto rogado puede ser decisivo, los datos indican que los españoles entendieron el 23-J como un plebiscito sobre Pedro Sánchez, por eso votaron masivamente a las dos opciones que con más claridad representaban su continuidad (PSOE) o su sustitución (PP).

Es verdad que el Partido Popular ha ganado las elecciones, pero de la misma manera es cierto que el Partido Socialista ha sumado un millón de votos desde 2019. Y la diferencia entre ambos se limita a 300.000 votos y a un 1,35% del electorado. Y si miramos a sus partidos hermanos de cada extremo, la pugna entre Vox y Sumar ha quedado más reñida todavía, con tres millones de votos cada uno. Eso sí, ambos se han pegado un trompazo considerable respecto a 2019.

Por tanto, seamos realistas. Ha ganado el PP, pero el resultado de las urnas no arroja una voluntad masiva de cambio de la sociedad española.

Arreglo PP-PSOE

Visto lo endiablado que ha quedado el reparto del nuevo Congreso de los Diputados, si España fuera un país normal se vería como inevitable que PP y PSOE buscaran algún tipo de arreglo para desbloquear la situación y no depender ni de los extremos en declive ni de los independentistas de toda clase o condición.

Sin embargo, tenemos asumido que eso aquí es imposible. No ya solo una gran coalición como se ha visto en otras latitudes, sino la mera abstención para que gobierne el más votado es vista como algo inconcebible, al menos mientras Sánchez siga al frente del PSOE.

Y Sánchez no se va a ir. Entre otros motivos porque sus resultados no han sido malos. Después de cinco años gobernando con los enemigos de España, después de mil y una tropelías desde el punto de vista democrático, los ciudadanos que le votaron no solo han vuelto a confiar en él, sino que otros muchos le han premiado con una mejora tanto en votos como en escaños.

«Hasta que una mayoría clara de españoles, la Comisión Europea y la prensa internacional no descubran la verdadera cara del presidente, no hay nada que hacer. El problema es que el día que eso suceda quizás sea demasiado tarde»

Por eso conviene que la derecha no se haga trampas en el solitario. Sánchez ha quedado segundo, sí, pero no parece que Alberto Núñez Feijóo pueda formar gobierno y, además, hay que recordar que la democracia parlamentaria consiste en elegir un Parlamento para que sea este el que elija el Gobierno. Esto no eran unas elecciones presidenciales y es perfectamente legítimo montar una alianza de perdedores. Es lo que acaba de hacer sin ir más lejos el PP en Extremadura o lo que hizo en su momento Isabel Díaz Ayuso para acceder por primera vez a la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Y es, por otra parte, lo que se estila en Europa cuando de las urnas salen resultados tan complejos como el del domingo.

Nos podrá parecer odioso que Sánchez trate de reeditar su Frankenstein, pero los resultados del 23-J han validado su hoja de servicio durante los últimos cinco años. El presidente del Gobierno no ha sido castigado en las urnas por pactar con comunistas, independentistas y herederos de ETA ni por forzar todos los mecanismos de nuestra democracia. Por tanto, es entendible que se sienta reforzado para seguir por su vereda… e incluso duplicando la apuesta si es necesario para terminar de conseguir el apoyo de personajes como Carles Puigdemont.

Malo conocido

El peor Gobierno de la democracia, con errores clamorosos, populismo barato y una mala gestión más que evidente, no ha podido ser derrotado con contundencia en las urnas. ¿Por qué? Esa es la pregunta que habría que tratar de responder, y el Partido Popular, en lo que le incumbe, tendrá que hacer examen de conciencia sobre si su estrategia y su campaña han sido acertadas.

Lo que sí parece claro es que una parte importante de españoles, ante la tesitura de que Vox pudiera entrar en el Gobierno de la nación, han decidido movilizarse en favor de Sánchez. Es decir, que temen más a Vox que a Sánchez y sus socios. Que prefieren lo malo conocido antes que probar otras recetas o fórmulas. Nos puede parecer bien o mal, pero es lo que hay. Por tanto, salvo que Puigdemont lo evite, ya sabemos lo que viene: un gobierno de coalición en donde se harán todas las cesiones que hagan falta a los socios parlamentarios.

Ya nadie podrá llevarse a engaño. En 2019 Sánchez nos mintió a todos, pero ahora le conocemos demasiado. Sabemos de lo que es capaz, pero a 7,8 millones de españoles les preocupa más que Santiago Abascal pueda llegar a ser vicepresidente. Así las cosas, átense los machos, que vienen curvas. Queréis Sánchez, tendréis Sánchez. Pero que luego no se lamente nadie.

Y la derecha, mientras tanto, debería comenzar ya a trabajar para levantar una alternativa única, seria, moderna y con capacidad de transmitir en Europa el peligro que Sánchez representa. Hasta que una mayoría clara de españoles, la Comisión Europea y la prensa internacional no descubran la verdadera cara del presidente del Gobierno, no hay nada que hacer. El problema es que el día que eso suceda quizás sea demasiado tarde. Veremos.

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